Capitulo tres

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Cuando llegó a el aeropuerto, las demás Seleccionadas ya estaban allí.

—Buenos días. —sonrió, intentado parecer amable. —Soy Anastassia, es un placer conocerlas.

—Sí, sí. ¡Yo se quien eres! —respondió la chica de la derecha. Era una rubia con ojos marrones. La reconoció inmediatamente como Marlee Tames, de Kent. Una Cuatro. No hizo caso de su mano tendida; se echó adelante y le dio un abrazo
sin pensárselo dos veces.
Anastassia, en mitad del abrazo, se preguntó si Marlee sabía su nombre por su trabajo en películas, o si lo sabía porque conocía a su competencia. —Te vi en tu película "El Falso Dios", estuviste increíble.

-— ¡Gracias, eres muy gentil!

Anastassia todavía recordaba las palabras de su madre: « Ellas serán amigables, pero no serán amigas. No te dejes engañar. » Rápidamente, se volvió a otra de las chicas.

—Yo soy Marlee. Esta es Ashley.

Sí, sabía quien era. Ashley Brouillette de Allens, una Tres. Ella también tenía el cabello rubio, pero mucho más claro que el de Marlee, y unos ojos azules de aspecto delicado que le daban a la cara una imagen serena. En comparación con Marlee, parecía frágil. Ashley le hizo un gesto con la mano y sonrió, pero eso fue todo.
Sin duda, parecía más tímida, o tal vez, más concentrada en la competición que Marlee.

—Por supuesto, ya sabrás quien soy. —sí que lo sabía. Celeste Newsome de Clermont, una Dos. De hecho, había trabajado con ella en un proyecto de modelaje hace un par de años.

—Ah, —Anastassia fingió estar apenada. —no. Lo siento, pero no se quien eres.

Aquello no le gustó nada, y le dio un repaso con la mirada. Lo que vio no le impresionó nada, pero Anastassia tampoco estaba particularmente impresionada.

—Lamento la tardanza. —habló de nuevo Anastassia. —Con tantas personas de las que despedirse, una pierde la noción del tiempo. —observó como Celeste apretaba sus labios, llenos de pintalabios rojo. Sonrió.

— ¡Que bonitas flores! —alagó Marlee.— ¿Te las dio tu familia?

—Solo este ramo. —señaló uno de los que estaban encima de su equipaje. —Las demás fueron regalos de las personas de mi provincia, ¿no son todos tan dulces? —miró a Celeste con un poco de burla. — Te ves como alguien muy importante, ¿que te regalaron a ti?
Anastassia sonrió al ver la cara de Celeste fruncirse en una mueca, mientras apretaba sus manos vacías.

Como si estuviera esperando su momento, por una puerta a nuestra izquierda apareció un hombre.
—Me han dicho que las cuatro chicas seleccionadas están aquí. ¿Es cierto?

—Desde luego. —respondió Celeste con una voz dulce, borrando todo rastro de molestia. El hombre se quedó algo azorado, se le veía en los ojos.

—Capitán. —Anastassia caminó hacia el hombre y tomó su brazo en un gesto amigable. —Me gustaría disculparme por mi tardanza, y agradecerle. He escuchado cosas muy buenas de usted, encontrar profesionales tan distinguidos es difícil estos días, me alegro de que usted sea el encargado de llevarnos a el palacio. — El Capitán se sonrojó furiosamente, e hizo una breve pausa y luego reaccionó, ligeramente nervioso:

—Usted es tan amable, señorita. Se siente bien ser apreciado. —comentó, feliz. — Bueno, señoritas, si me quieren seguir, las llevaremos al avión y a su nuevo hogar.

Anastassia pudo ver la cara de Celeste, y volvió a sonreír.

El vuelo duró unas horas, les ofrecieron películas y comida, nada nuevo. Celeste decidió pasarse el vuelo durmiendo, lo cual se agradeció. A Ashley le instalaron un escritorio plegable y ya estaba escribiendo cartas sobre su aventura.

—¡Es tan elegante! —me susurró Marlee, indicando con la cabeza a Ashley. Ella y Anastassia estaban sentadas una frente a la otra, en las cómodas butacas de la parte delantera del pequeño avión.— Desde el primer momento, ha sido educadísima
conmigo. Tú y ella van a ser una dura rival.—dijo, con un suspiro.

La castaña se preguntó cual sería la estrategia de Marlee para ganar, se veía demasiado amable para ser verdad. Anastassia conocía esa estrategia de primera mano.

—Tú no te preocupes por nosotras, en lo más mínimo. —respondió. —Después de todo, deberías intentar impresionar a el príncipe, que no te de miedo lo que puedan hacer las otras Seleccionadas.

No era el mejor consejo, lo sabía, pero ella y Marlee no eran amigas. Así que no tenía porque ayudarla.

—Supongo que es un buen planteamiento. Pero es difícil no pensar en las demás. Tu y ella son de lo más amables. Y también guapas —asentí, y Marlee bajó el volumen de voz hasta hablar en un murmullo—: Celeste, en cambio...

Anastassia asintió.

—Si, bueno. —echó una mirada a Celeste. —Como te he dicho, ni te preocupes por ella.

Marlee asintió y suspiró: —A veces desearía...

— ¿Qué?

La rubia la miró un segundo, y luego negó con la cabeza.

—Nada, nada. Gracias por hablar conmigo. —cambió de tema. —Me preocupaba pensar que cada una fuera a lo suyo, pero Ashley y tú han sido muy amables. A lo mejor al final esto resulta divertido y todo —dijo, y la voz se le llenó de esperanza.

« ¿Divertido? ¿Ella está aquí solo por diversión? » se preguntó sin poder evitarlo. Aun así, sonrió y asintió.

—Sí, será divertido. No te preocupes por eso.

Cuando aterrizaron, todo estaba en silencio. Recorrieron el trecho entre el avión y la terminal flanqueadas por unos guardias. Pero cuando se abrieron las puertas, se encontraron con un estrépito de gritos. La terminal estaba llena de gente que gritaba y jaleaba, les habían abierto un camino con una alfombra dorada flanqueada de postes y una cuerda a juego. Por la alfombra, a intervalos regulares, había guardias que echaban nerviosas miradas a su alrededor.
Anastassia se adelantó, comenzando a saludar, a recibir regalos, haciendo entrevistas y firmar autógrafos, intentando cubrir la mayor cantidades de gente posible. La multitud estaba extasiada, todos estaban impacientes por ver a las chicas que llegaban a la ciudad.
Anastassia estaba segura de que ella sería algún día su reina. Pasó dos veces por la alfombra, una vez por ambos lados. Antes de irse, ella lanzó un beso a la multitud, que volvió a gritar aún más.

Esperaba que las cámaras lo hayan grabado.

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