Capitulo 56 : Grito

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(Haley)

Tenía a ambos hermanos esperando a que hablara. Me observaban atentamente, seguro que preguntándose qué iba a decir al respecto. Y la verdad era que ni yo misma tenía alguna idea de qué iba a decir. Lo que esperaba era que apareciera alguien para rescatarme, para al menos darme tiempo de razonar. Desgraciadamente nadie entró a la cocina, por lo que mi intento de ser salvada de una u otra forma no surtió efecto.

—Yo... —sentí cómo mi voz se apagó sin poder articular otra palabra, bajando la vista, avergonzada.

Y para mi suerte, James se dispuso a hablar.

—Dime que hay una explicación lógica para esto, Haley —su voz sonó como casi un susurro, y ahí caí en la cuenta de que James estaba igual de nervioso que yo.

—Vamos, Haley, habla de una vez —me dijo Tyler a mi lado, sonando incluso molesto.

Fruncí el ceño en su dirección. Estaba nerviosa, él no era el que estaba siendo catalogado de loco e incluso todavía ni abría la boca para decirle la verdad. Este, al notarlo, me miró de la misma forma.

—¿Qué? Es la verdad, dile de una puta vez que puedes verme.

—¿Y ser yo la catalogada de demente? Es fácil para ti decirlo cuando no estás en mi situación —le solté de golpe.

—¿Y crees que no me muero de ganas de estarlo? ¿Que estoy feliz donde estoy?

—Tyler se acercó hacia mí mostrándose fastidiado, pero sabía que solo lo hacía porque estaba igual de nervioso que yo.

—Sabes que no me refería a eso.

—¿Y a qué te referías exactamente? —insistió de manera grosera.

—¡¿Ves?! —le apunté—. Si vuelves a...

La voz de James, a quien habíamos olvidado por completo, hizo que parara de hablar de inmediato.

—¡BASTA YA! Joder, ¿qué mierda te sucede?

Ambos volvimos la vista a este. Tenía los brazos a cada lado de su cuerpo, su rostro estaba serio y sus ojos me observaban abiertos de par en par, esperando una respuesta. Nuevamente me quedé en blanco, no sabía cómo empezar, y mucho menos qué decir, de modo que de inmediato eché a un lado mi orgullo y observé a Tyler, esperando que pudiera ayudarme de una u otra forma. Sus ojos grises, al conectarse con los míos, entendieron qué era lo que le pedía, y en menos de un minuto habló.

—Dile si recuerda cuando él tenía catorce años y nuestra vecina Sally se negó a ser su novia.

No tuve tiempo de preguntarle ni de fruncir el ceño, ya que sentí cómo las manos de James se instalaban una a cada lado de mi hombro, quedando frente a frente.

—Haley, dímelo de una vez o vas a tener que explicárselo también a Fernando y Roy.

Ni supe de dónde saqué el valor para pronunciar exactamente lo que Tyler me había dicho, y mucho menos me imaginé que la reacción de James fuera dar pasos hacia atrás de inmediato, como si ese recuerdo fuera una pesadilla para él.

—¿Quién mierda te contó eso? ¿Mark? ¿Martha? Ah, ¿Tyler cuando salían juntos?

Negué con la cabeza. Tyler, que ahora estaba al lado derecho de James, me sonrió a medias, dejándome claro que esta era la mejor manera de que nos creyera, y volvió a seguir con el cuento, que yo repetía en voz alta desde mis labios.

—Luego de que Sally te rechazara te pusiste tan triste que lloraste frente a ella, y le rogaste al día siguiente a Mark que fuera a decirle que no se lo contara a nadie, cosa que funcionó. Nunca más nadie supo del tema, y por supuesto la reputación de James Ross quedó intacta.

Mi Ángel Guardián II: La mentira mataDonde viven las historias. Descúbrelo ahora