V

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—Sehun...

—¿Sí, Emma?

—¿Tú mataste al ciclista?

—Sí, ¿por qué no me...? —él fue interrumpido.

—Entiendo, pero dime a dónde lo dejaste.

—No debería decirte, pero como te amo, te diré —dio una pequeña pausa—. Él se escapaba en dirección al río Han, allí lo dejé.

«¡Diablos! Siempre dijo la verdad. Está desquiciado, es un psicópata.»

—O-oye. —tartamudeó ella.

—¿Qué pasa, Emma?

«Me escaparé y no volveré, no me verás nunca más maldito loco.»

—Es muy tarde y-y tengo un poco de frío, ¿podrías pedir varias mantas a alguna enfermera?

—Hum... Pero no hace frío y para eso está la calefacción, amor.

"Amor". No, no era momento para pensar en eso, en esa porquería. El chico se había levantado para prender el aire caliente, pero esta lo detuvo con una palabra.

—No. Me gustan y me siento más cómoda con las mantas.

—Ah, bien, ¿dónde las pido? —se movió hacia la puerta, dispuesto a salir a buscar mantas para su Emma.

—No sé, pero busca por todas partes. —mandó ella.

—Ok, quédate aquí, amor.

Fue lo último que le dijo y él salió.
Luego de lo que haría ella, no se encontraría nunca más con Oh. Pero de un momento, era preocupante; ¿Cómo se topó con alguien así? Solo veía chicos psicópatas y enfermizos en la dramatización de las series criminales que solía ver con su madre —unas veces—, pero no en la vida real.

Emma de inmediato entró al chat de su madre, luego de unos segundos, la señora se conectó:

"Mamá."

"¿Qué pasa hija?"

"No tengo mucho tiempo. Mandé a Sehun que me buscara unas cosas, para que me dejara sola, lo mandé porque necesito salir de aquí. Me voy a escapar."

"Pero, llama a una enfermera que te ayude o un taxi."

"Ya pensé en eso, pero no me van a creer las enfermeras porque Sehun no me ha hecho nada. Y no tengo el número para llamar a un taxi. Por favor ayúdame."

"Entonces yo te mandaré un taxi al subterráneo; al estacionamiento de los hospitalizados para que ese hombre no te encuentre tan rápido. Iría yo, pero me salió trabajo ahora, estoy atrasada y tu papá está trabajando."

"Pero ¿que vaya al subterráneo? ¿Al estacionamiento?"

"Sí, pero no te confundas, se llega por el ascensor al estacionamiento de los hospitalizados y por las escaleras al estacionamiento de los doctores y los funcionarios. Hay hasta el estacionamiento -5."

"Ya mamá, pídelo ahora, yo estaré en ese piso esperando."

"Sí, cuídate y por favor no te demores, le diré al conductor que se apure y que te traiga directamente a la casa."

"Ok mamá, te quiero."

"Yo igual."

Dejó el móvil a un lado. Se puso rapidísimo el zapato de un pie, se sacó la camisa de la clínica y se colocó su polera. Los pantalones ya los traía consigo. Era momento de irse. Con su pierna mala, comenzó a caminar entre jadeos, pero esforzándose a hacerlo rápido, tenía que ser así, era por supervivencia: si lo vemos de alguna manera.
La única suerte: el elevador estaba cerca de la habitación. Ya adentro, hizo clic en el -5 y las puertas se cerraron, dando comienzo a bajar.

***

Oh, en los pasillos, bien tarde buscando a una enfermera para obtener mantas, se dio cuenta de algo que lo paró en seco: Emma ya tenía una manta encima, además, tenía otra en los cajones y roperos, ya que las enfermeras siempre las ponían y en varias cantidades. Ella le había mentido. Sehun no creía. En un milisegundo partió corriendo, dirección a la habitación. Para la mala suerte que siempre lo acompañaba, el ascensor no respondía rápido, en su desesperación, tomó como opción; las escaleras. La adrenalina que llevaba en sus venas era tanta, que no sentía cansancio al correr por las escaleras, subiendo. Parecía que solo había durado un segundo. Entró a la pieza. Teniendo como suerte negativa, que la muchacha no se encontraba.

—¡Maldita sea! ¡Joder! ¡Joder! —se enfureció como nunca antes.

Emma lo había sacado de sus casillas, descarriando completamente el plan que había hecho con tanto "esfuerzo". Todo seguía intacto, pero la cama no. Allí, se encontraba el móvil de Emma.

—Mira, así que se te ha olvidado el teléfono, Emma. Todo lo que pasará, será tu culpa, no te escaparás de mí fácilmente. —se decía así mismo, como todo un desquiciado.

***

Ya iba por el piso 4, pero algo terrible pasó por su cabeza.

—¡Mi móvil! —tocó por todas partes, pero no, nada, se le había olvidado— ¡Maldición!

Ya no podía volver, todo lo que había dejado allí, lo dejó allí y ya. Si volvía, podría estar en peligro. Por lo menos, ya se sentía un poco tranquila en el ascensor. Mas este se detuvo. El corazón de Emma volvió a latir.

«¡Mierda! ¿Ese enfermizo inteligente me encontró?»

Ya estaba dándose ideas alocadas en la mente. No era Sehun, sino que un caballero de edad. El hombre entró con aire inofensivo, y ella dio un respiro al saber que no era el psicópata. Se percató que el hombre llevaba un folleto en su mano.

—Disculpe, ¿ese papel que tiene en su mano es de...? —el caballero se dio media vuelta y la miró amable.

—Ah, ¿esto? Es un mapa de la clínica. Si quiere se lo regalo, yo ya no lo ocuparé.

—Sí, de verdad lo necesito. Gracias, muchas gracias. —el caballero entregó el folleto y Emma lo comenzó a ver.

El ascensor se detuvo y abrió las puertas; el hombre se bajó en el piso 2 dándole un gesto de despido amable a ella con una mano, a lo que esta, cortésmente reaccionó de la misma manera, y las puertas volvieron a cerrarse. Ella no conocía completamente la clínica, ya que era muy grande, con secciones diferentes en cada piso, así que de una u otra manera le serviría el mapa brindándole la información que necesitaba por cualquier cosa, porque, si Sehun seguía dentro del recinto, todavía seguía siendo un peligro y un terror de igual manera. Luego de unos segundos, el ascensor bajó al piso -4 y ya se encontraba en el -5. Las puertas se abrieron. El lugar estaba medio oscuro, solo unas luces alumbraban el lugar casi lleno de automóviles de diferentes tipos. Ella observó detalladamente y salió. Acto seguido que el ascensor cerró sus puertas. No había ningún automóvil ni taxi encendido, dando la idea que el taxista todavía no llegaba. La chica ya comenzaba a asustarse, sus manos sudaban y su frente también. Era un pasillo grande, el ascensor se encontraba lejos de la entrada de automóviles, así que la joven se encaminó lentamente a la bajada, para ver si el taxi se aproximaba, pero parecía que nadie estaba. Era desolado, acompañado de par de ruidos que se escuchaban de alguna parte y cinco focos que alumbraban pero que en cualquier momento podían fallar.

No hasta que el peculiar automóvil amarillo de los taxis se acercaba —bajando—, ya se encontraba una esperanza en Emma. Alto, algo andaba mal. Ella observó el hombre que conducía, y no era cualquiera, sino que era Oh Sehun manejado el taxi.

Oh Sehun apareció de nuevo...

Macabra Obsesión Donde viven las historias. Descúbrelo ahora