—¿Q-Qué?
—Lo que te dije, o tomas esto y abortas a la criatura antes de que se desarrolle y te coma por dentro, o mueres. Si estás embarazada, eso es lo que ocurrirá contigo, si no lo estás, entonces nada te pasará.
—Pero Eraztek, sería nuestro hijo, no puedes pedirme que haga eso —le dijo llevándose una mano a su vientre, caminando a él—. Yo doy vida, no puedo quitarla.
—Es tu decisión, si lo llevas te mueres.
—N-No quiero hacer eso —pronunció bajo—. No está bien quitar una vida, y mucho menos de un inocente. No está bien matar, no está bien-
La tomó del rostro, tomándola por sorpresa, haciéndola callar y la miró serio. Por algún motivo, sus ojos se veían rojos sangre, no naranja oscuro como ella los había conocido.
—Yo tomo vidas, muchas vidas, asesino y como humanos —pronunció indiferente—. Somos muy diferentes, Tifay, y si llevas mi descendencia en tu vientre, ten por seguro que hará lo mismo. Y su primera víctima serás tú.
—E-Es un bebé —le dijo con las lágrimas en los ojos—. ¿Has visto alguna vez un bebé? ¿Lo pequeño y frágiles que son? No puedo hacer eso, no me lo pidas.
La miró a los ojos, luciendo serio.
—Yo no te estoy pidiendo nada, te estoy dando la opción de vivir. Tú decidirás que hacer, pero ten en cuenta que si mueres, el pacto con tu raza se termina. Y si la criatura nace, y vive, no pertenecerá a mi casa real, no quiero híbridos en mi reino.
—¿Me obligarás a hacerlo?
—¿Te estoy metiendo el líquido en la boca?
—No, pero no me estás dando opciones tampoco, y tal vez-
La soltó girándose para irse.
—Haz lo que quieras.
—Eraztek —lo llamó en un sollozo.
Él siguió caminando, hasta salir de la sala, dejando desecha a la jovencita. Ella no podía hacer algo así, iba en contra de su naturaleza, era cruel.
Y él... Estaba actuando de un modo tan frío con ella. ¿Por qué? Si cuando habían estado juntos se había portado tan atento, hasta había llegado a creer que él le tenía cierto cariño.
Pero no, su actitud había cambiado completamente luego de que hablara con ese tipo.
"-"-"-"
—No pensé que ibas a volver en el día, creí que te quedarías con tu... Esposa —pronunció con cierto desagrado Deik.
—No, mi lugar, mi reino es éste, no allá.
—¿Y le diste la fórmula?
—Sí, pero no quería hacerlo, así que escribe una carta al reino de Hermíferas, que los reyes estén al tanto de la decisión de su hija.
—Tal vez lo aborte cuando empiece a sentir los malestares.
—¿De qué malestares hablas, Deik? Si literalmente se la devorará por dentro cuando empiece a desarrollarse. Si ella quiere suicidarse, es su elección.
—Supongo que tienes razón, tú eres el rey después de todo. Iré a escribir la carta a los reyes ¿Deseas algo más?
—No —pronunció el joven dirigiéndose a sus aposentos.
Cerró las grandes puertas, y se quitó la corona y el cráneo de calavera, dejando todo sobre una mesa. Se pasó una mano por su azabache cabello, y luego se sentó en la cama, mirándola.
Era imposible no sentir nada cuando la recordaba.
Tal vez cambiaría de habitación, no quería pensar en esa hada.
"-"-"-"
—Perdóname pequeñito, debo obedecer sus órdenes —lloró con angustia—. En otras circunstancias te habría tenido, pero... No puedo hacerlo si mi vida corre peligro.
Se sumergió en el agua, y llorando tomó el frasco, observando su contenido.
—Hija de Hermíferas ¿Qué es lo que estás por hacer? —preguntó una mujer de piel café y cabello verde.
—Asesinar a mi hijo —pronunció entre lágrimas, antes de romper a llorar con tristeza, cubriéndose el rostro con una de sus manos—. No quiero hacerlo, no puedo hacerlo, esto está mal.
—¿Y por qué le obedeces? A ese hombre no le interesas, si fuera así, él estaría aquí contigo. Es un cobarde al pedirte que asesines a su propio hijo, y no tener el valor de quedarse a tu lado.
El espíritu observó a la jovencita, y luego le tendió una de sus manos.
—¿Quieres tenerlo?
—S-Sí.
—Haré que tu hijo sea más grande, que lo que su progenitor deseó alguna vez y tendrá en toda su vida.
.
.
.
