CAPITULO III

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El reloj despertador que traje desde mi casa sonó fuerte haciendo que brincara en mi cama. Miré la hora, 9.00 de la mañana. Justo a tiempo a lo acordado.Me dirigí al baño con los pies pesados. Anoche me costó dormir por los cambios de horario, pero nada que no pueda ganar.

Vi mi reflejo en el enorme espejo lujoso justo frente a mí. No sé cuánto dinero gastó la empresa sólo para conseguir una entrevista que ni siquiera se sabe si se va a dar. Con mi mano derecha hecha puño rasque mi ojo derecho. Pude notar que mi cabello negro estaba algo enredado y mis ojos estaban un poco cansados por el viaje y el cambio de horario. Mis ojos son extraños, son de un morado muy intenso al igual que los de mi hermano, mi sobrino y... mi primo. Nunca los entendí y tampoco me carcomeré la cabeza por eso.

Me di una ducha helada para despertar. Me vestí con una polera blanca simple y mis jeans junto a mis botas especiales para las investigaciones especiales. Creo que debería usar alguna casaca media formal, para que el mangaka me tome en serio y sepa que soy una periodista de verdad. Bueno, a medias.

Ya lista fui a la habitación de Massimo. Golpee varias veces su puerta hasta que salio con su cabello desordenado.

-¿Aún en pijama?¡Van a ser las 10.00 de la mañana!-

-¿Qué?-

Rodee los ojos y respiré profundamente.

-Ve a cambiarte- Me miró fijamente -¡Rapido!- Eso lo hizo reaccionar

Fui al comedor central del hotel para ya comer mi desayuno. Al rato apareció Massimo con la camisa al revés.

-Traes mal puesta tu camisa-

-Buon giorno, Rosetta- Dio un bostezo

Decidimos llevarnos nuestros desayunos, al final y al cabo era un simple café con una donut.

-¿Traes la cámara? ¿Verdad?-

Asintió mientras sostenía la donut con su boca y subía sus pantalones. Negué con la cabeza, mire a mi derecha y vi al tipo de ayer. Estaba vestido completamente de blanco ¿Será un angel?.

.¡Rosetta!- Di un brinco ante el susto que me dio aquel grito -¡Llevo hablándote hace media hora!-

-Disculpa, ¿Qué era lo que me estabas diciendo?-

-¿Que a donde vamos?-

-Ah- Suspiré -A la plaza central de esta ciudad, supongo-

Después de tantas vueltas y preguntas a desconocidos y un casi golpe al tonto de Massimo de parte de una anciana por no añadir el "san" a su oración, llegamos a lo que sería el mercado central. Recordé las palabras de aquel señor del taxi, que Morioh brindaba una rica cantidad de gastronomía japonesa.

Nos sentamos en una banca cerca de una plaza. Padres e hijos compartían sus juegos, estaba todo tranquilo. Sonreí, esta tranquilidad me hace recordar mi barrio de pequeña.

-Este lugar es muy cómodo- Habló Massimo. Levanté una ceja

-Sí, solo que algo muy ruidoso perturba el ambiente-

-¿Que cosa?- Reí un poco

-Iré por algún helado ¿Quieres?-

-Si quieres puedo ir yo-

-Ni pensarlo, ni siquiera manejas bien el idioma- Massimo cruzó sus brazos

-Lo dice la que se estudió el diccionario japonés de adelante hacia atrás-

-Tenía que asegurarme, ya te lo dije-

Me fui sin antes preguntarle que quería. Le traere mi sabor favorito, vainilla. Si no lo quiere, mejor para mí. Los japoneses son amables, claro está cuando no les faltas el respeto. Aquel japonés que me atendió y me dejó a un precio baratisimo por ser extranjera y comprar en su local, lo que me halagó mucho, al llegar noté que Massimo estaba nervioso por la forma en la que movía su pierna izquierda de arriba hacia abajo.

Open Your Heart, Kishibe Rohan ¡ACTUALIZANDO!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora