Pequeñas Historias De Muchas Parejas. [Pedidos cerrados y terminada]

El trap sexy.

— ¡No! No me pondré eso.

— vamos Iruma, haz lo por mi y por todas las personas que lo desean — insistió.

— y-ya te dije que no, mejor has que se lo ponga alguien mas, no yo, yo soy un hombre.

— No — dice seriamente, para luego cambiar a una sonrisa — por favor Iruma.

Sabia que Iruma no se podía negar a un “por favor”

— bien... Esta bien, si lo are....

El de enfrente sonrió, había ganado, tal vez con trampa, pero había ganado.

Iruma sabia que esto no terminaría bien, solo le quedo suspirar y rogar para que nada malo pasara.

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— Ameri ¿haz visto a Iruma? — abrió la puerta de la oficina.

— No ¿algo paso? — No miraba a la persona que tenia enfrente, solo se concentran en terminar de firmar los papeles que tenia en el escritorio.

— pues... Digamos que no ha aparecido desde el receso.

— ¿Que? — dejo lo que hacia y lo miro directamente — ¿como que no ha aparecido desde el receso Asmodeus?

— sí, nada más de repente desapareció y... Ya no volvió al salón.

Ameri rápidamente se paro y se dirigió a la puerta.

— ¿ha donde vas?

— ¿No es obvio? Iré a buscarlo, las clases han acabado y la escuela cerrará en cualquier momento ¿no vienes?

— Sí — afirmo y salio.

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Han pasado 20 minutos, Asmodeus y Ameri han buscado por roda la escuela, mas no encuentran a su objetivo.

— No... No esta... — susurro Azz, ya se encontraba algo cansado de tanta caminata pues desde antes que le avisara a la peli roja, el ya había buscado por si solo.

— Por cierto ¿y Clara?

— No lo se...

1....

2...

3....

— ¡Clara! — gritaron al mismo tiempo.

— ¿Que tal si ella se lo llevo? — hablo con temor Ameri.

— sí, ella esta demasiado enamorada, puede que tal vez se lo haya robado — le siguió Azz.

Por la cabeza de ellos dos, pasaban diferentes situaciones donde Clara tortura cruelmente a Iruma.

Una pensaba en que Clara ya se había casado con Iruma y ya tenían hijos.

Mientras que el otro pensaba que tal vez Clara ya había vendido los órganos de su mejor amigo y los había vendido en el mercado negro.

— ¡hola chicos! — La tercera voz se hizo presente.

— ¿Clara?