dos

5.3K 824 126
                                    

Jimin y Yoongi dejaron que los Lobeznos durmieran. La próxima vez que despertaran sería la hora en la que el Beta les daría de comer en su forma de lobo, su Alfa estaría acompañándolo para velar que todo estuviera en orden. Pero primero debía «platicar» con él, o más bien, hablar él y ser escuchado por Yoongi. Lo hacían en la oficina del Líder y Beta, el lugar donde su Alfa trabajaba —laboraba en casa— y donde a veces Jimin manejaba los temas de la seguridad de los terrenos. Cada uno tenía su papel importante en casa.

—La caldera está reparada. Me llevó alrededor de cinco horas fijarme en que no hubiera fugas. Fue tedioso, Alfa. Y por último, el Guardia Namjoon me dio el aviso de que las rejas de la frontera se encuentran en buen estado. Quiero suponer que no hay nada de que preocuparnos durante esta temporada —finalizó Jimin su discurso. Le había informado sobre lo que sucedió en las 48 horas en las que él no estuvo presente. No hubo mucho qué decir en realidad pero importante que Yoongi lo supiera. El Alfa lo miró un largo rato y de pronto Jimin se sintió expuesto—. ¿Pasa algo? —se atrevió a preguntar al mirar a su Alfa ladear la cabeza. Ante ese movimiento, su flequillo cayó sobre su frente hasta casi tapar sus ojos.

“Quiero que sigas hablando.”

El Beta no entendía a qué se refería Yoongi y este notó su confusión así que le dio una sonrisa tranquilizadora.

—Continúa hablándome —murmuró—. Me gusta escucharte, amor.

Apretando sus labios, Jimin esquivó la mirada hacia otro lado. ¿Cómo lograba Yoongi sonrojarlo tan rápido? Diez años juntos; tres de novios, siete de matrimonio y meses siendo padres. Aunque pasara el tiempo, ambos seguían sintiendo lo mismo el uno por el otro. Jimin todavía se ponía nervioso por las pocas palabras que el Alfa soltaba, y no era necesario una oratoria de amor, un sencillo «te amo» lo derretía. Yoongi por otro lado, solo con ver a su pareja Beta estar ahí alegraba su día y aliviaba sus tensiones, le hacía olvidarse de las molestas reuniones en el consejo de Galadohm. Adoraba tanto ver que aun era capaz de colorear las mejillas bonitas de Jimin.

—Jihoon… —empezó, luego de recomponerse—. Nuestro bebé está aprendiendo a levantarse en sus cuatro patas, sus hermanos lo ven y lo intentan también, a excepción de Jungjae. Él todavía se siente inseguro. —“Les iremos enseñando correctamente.” —¿Qué otra cosa…? ¡Oh, claro! Se acabaron las reservas, esas botellas eran las últimas que tenían. Necesito guardar más, ocuparé tu ayuda, Alfa. —“Claro, estoy dispuesto.” —Hum… Creo que ya no tengo nada más que decir.

Yoongi se levantó de la silla y rodeó el escritorio para sentarse en el borde del mismo frente a Jimin. Cruzó los brazos sobre su pecho y una expresión pensativa estaba en sus facciones. Parecía que iba a decir algo cuando un aullido ligero inundó el sistema auditivo de los dos, Jimin saltó de su asiento y se dispuso a correr a la habitación de los bebés, pero Yoongi lo detuvo al tomar su brazo suavemente.

—Afuera —susurró sereno.

Y Jimin comprendió qué quería decir. Era el momento de salir, transformarse y alimentar a su camada en el área libre.

Fue Yoongi quien cargó el cesto con los bebés adentro. Era grande y pesada, pero podía con ello. Salió al jardín y entró un poco más al interior del bosque, buscando un espacio donde todos pudieran estar cómodos. Dejó la canasta en el suelo y se puso de cuclillas para abrirla y sacar a los Lobeznos con cuidado. Los cinco reaccionaban a su toque, reconociendo sin problema a quien era su padre Alfa. Cuando los cachorros tocaron el césped, intentaron equilibrarse en sus cuatro patas pero seguían inseguros de hacerlo, ocupaban la motivación adecuada que solo sus progenitores podrían darle.

Así que Yoongi no tardó en quitarse la ropa, dejarla en un tronco y emerger su lobo. Era una criatura de pelaje oscuro que a simple vista se veía salvaje y agresiva, pero sus Lobeznos no lo veían así. Lo miraban imponente, eso era seguro, pero no le temían, solo encontraban en su padre Alfa un profundo respeto y seguridad. Sabían que se trataba de un Líder, desde que estuvieron en el vientre de su padre Beta lo supieron. No se acercaron a él pero se mantuvieron silenciosos y quietos, esperando una orden suya.

Sin embargo, el Alfa no ordenaría nada hasta que su compañero Beta apareciera. No pasó mucho para que eso ocurriera, los seis lo vieron, tanto el Líder lobo como los Lobeznos apreciaron al lobo de pelaje blanco que se asomaba entre los árboles. Venía de la mansión, el Beta caminaba tranquilo en sus cuatro patas hasta llegar a ellos. Primero juntó su hocico con el del Alfa en un modo de saludo y permitió que su pareja lamiera su oreja. Luego olfateó a sus Lobeznos y aulló para ellos. El Alfa le siguió y de pronto los siete aullaban a la esplendorosa luna Celyn en el cielo; los cachorros lo hacían de una manera débil y pequeña, pero podían.

El primer aullido lo soltó la hembra Naeun a las tres semanas de haber nacido, luego le siguieron los demás con el pasar de las horas y disfrutaban hacerlo en manada.

Era la ocasión perfecta para que aprendieran a caminar, pero eso sería más tarde. La comida les esperaba. El lobo Beta se acostó en el suelo de forma que los bebés pudieran acercarse a él, y el lobo Alfa le acompañó a ser expectante de un bonito momento familiar mientras los cuidaba. La lactancia en los lobos era un acto íntimo, los Lobeznos se concentraban en alimentarse y ser molestados les hacía llorar. Además, se trataba de algo que solo el Beta y Alfa tenía derecho de ser parte; como manada no permitían que otros se acercaran. Les enfadaba las interrupciones.

Pero no pasó nada así esa tarde. El lobo Beta de Jimin estuvo tranquilo de tener paz, los bebés se sentían mejor al estar más cerca de sus padres en un sitio donde permanecían juntos, y al lobo Alfa de Yoongi le alegraba haber mantenido a la manada cómoda y protegida.

Minutos después, los Lobeznos estaban bien alimentados. Tenían las barrigas redondas y ahora buscaban morderse entre ellos juguetonamente. De vez en cuando el Alfa les seguía el juego, grueñéndoles suave y perdiendo a propósito las ligeras luchas que dos de sus bebés se tenían con su hocico. Jimin por otro lado, lamía el lomo de los otros tres Lobeznos para limpiarlos hasta que sus pelajes quedaran nítidos. Entonces de pronto Hyunjin intentó levantarse, capturando su atención. Lo hizo, pero no lo suficiente para reafirmarse. Los padres se vieron por un instante antes de empezar a alentarlo a que lo hiciera.

Y ahí tenían a su primer bebé en sus cuatro patas, caminando algo torpe hacia adelante sin alejarse mucho. Sus hermanos lo miraron y quisieron intentarlo también. Los cuatro Lobeznos mayores pudieron equilibrarse luego de esforzarse y anduvieron alrededor de los lobos adultos. Quien aún tenía dificultades para andar era el menor, Jungjae.

Jungjae había nacido de último y resultó ser un Lobezno distinto a sus hermanos. El único de pelaje gris, el que tuvo problemas para soltar su primer aullido, el que estuvo cerca de morir por no comer adecuadamente en las primeras lactancias. Era un bebé inseguro por tales razones, y los padres lobos no podía evitar preocuparse. No obstante, el Beta decidió que debía hacer algo al respecto y su Alfa apoyó su idea.

Se alzaron de su lugar, dejando Jungjae en el suelo, y empezaron a caminar. Los cuatro Lobeznos que ya correteaban los miraron curiosos, deteniendo su juego, y también miraron a Jungjae; pero despacio y dudosos, optaron por seguir a sus padres. Aunque no se veían convencidos, así que le aullaron a Jungjae para que se levantara de su lugar. Los lobos adultos volvieron a mirarse y fingieron no haberlo notado. Tampoco se detuvieron, caminaban lento porque esperaban mientras sus pequeños aullaban desesperados al ver a uno de sus hermanos ser «abandonado». Entonces ocurrió algo que el Alfa y Beta no imaginaron que pasaría, algo que en realidad no era parte de sus planes.

Los cuatro Lobeznos se detuvieron, retrocedieron inseguros puesto que tenían la sensación de que los Alfas adultos se enojarían, pero aún así se aproximaron hacia Jungjae para animarlo a levantarse. Para ser unos bebés eran muy inteligentes y gentiles, sus padres no podían estar más que orgullosos. Jimin y Yoongi veían impresionados el comportamiento de sus hijos, los pequeños peludos auxiliaban a su hermano menor para que tomara la valentía de apoyarse en sus cuatro patas. Fue un trabajo difícil, dos caminaban alrededor de él, brindándole seguridad, en tanto los otros dos empujaban su trasero para que se alzara. Finalmente Jungjae se mostró fuerte y trató de hacerlo hasta que lo logró. Era débil y temeroso, pero también demostraba valentía y decisión.

Bien hecho” felicitó su padre Alfa. Yoongi tenía su pecho inflado de felicidad y orgullo. A su lado, el Beta Jimin le hacía compañía en esa alegría. Estaban haciendo un buen trabajo con sus crías.

-Niny♡

❝내 천국❞; You're my Heaven |Yoonmin|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora