Capítulo VI.

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Sábado, mayo 4 del 2019

11:00pm

Juan Pablo Villamil

Revisé mi teléfono por cuarta vez mientras esperaba por Isaza. ¿Por qué tardaba tanto en llegar? Normalmente era impaciente, pero en estos momentos sentía que un minuto era una hora. Tal vez se debía al hecho de que tenía a una mujer inconsciente, y completamente desconocida sobre mi regazo. Intenté moverla un poco para que reaccionara, pero no obtuve éxito alguno. ¿Por cuánto más tiempo estaría dormida? Justo cuando estaba al borde del colapso, pude divisar a Isaza atravesando el jardín.

- ¡Uy papo! ¿Pero tan aburrido estaba que la durmió y todo? - soltó Isaza con una pequeña risa.

- No sea perro, Isaza. - rápidamente le conté sobre todo lo sucedido en la última hora ganándome unas cuantas muecas de diversión de su parte. -¿Entonces qué, qué se le ocurre?

- Pues averigüemos donde se está hospedando y la llevamos. No es tan complicado. Me extraña Villita.

- Esa no es una opción, su teléfono no tiene batería. Además, ¿no cree que eso fue lo primero que se me ocurrió? - exclamé acompañado de un gran suspiro. La irritación empezaba a consumirme.

- Déjeme pensar. - dijo Isaza mientras se cruzaba de brazos. - llevémosla al tour bus que está cerquita, allí no más; cargamos el teléfono y miramos el nombre del hotel.

- Sería demasiado sospechoso. Dos hombres y una mujer inconsciente caminando por ahí...- no pude seguir hablando ya que fui interrumpido por la risotada de Isaza. - ¿y ahora qué le causa tanta gracia? - pregunté exasperado.

- Relájese, Villamil. Es que no más mírese cómo está, sospechoso ya es. - soltó señalándome junto con una gran carcajada a la que me fue inevitable unirme. Al parecer nuestras risas fueron tan escandalosas que lograron hacer que nuestra nueva "amiga" comenzara a despertar. La observamos detenidamente mientras volvía a su posición inicial.

- ¡Señorita! ¿Ya se siente mejor? - pregunté inmediatamente.

- Todo me da vueltas. - comentó mientras masajeaba su sien. Al menos tenía mejor aspecto que antes de quedar inconsciente. - ¿y tú quién eres? - preguntó observando a Isaza con curiosidad.

- Mi amigo. - respondí rápidamente, ganándome una extraña mirada por parte de Isaza. Simplemente quería terminar con todo esto lo más pronto posible. - ¿ya recuerda el nombre del hotel? ¿Quiere que la acompañemos a tomar un Uber? No más diga qué necesita y la ayudamos.

- Mmm ya. - dijo con un tono serio mientras se ponía de pie. - ya recordé el nombre del hotel; y no te preocupes, puedo irme sola. Gracias por todo. - sentenció mientras caminaba con velocidad en dirección al bar. ¿Y ahora qué le picó? Giré en dirección a Isaza, pero éste se veía incluso más confundido que yo.

- ¿Deberíamos seguirla y ver que está bien? - preguntó mi amigo rompiendo el silencio que se había generado.

- Olvídelo Isaza. Ya hice eso y vea como terminé. Mejor vámonos que después de esta noche necesito dormir por lo menos un día entero.

Sin nada más que decir, nos dirigimos al tour bus. Afortunadamente ya todos estaban dormidos cuando llegamos; no tenía ni las ganas ni el humor para responder las preguntas de mis compañeros de banda. A pesar del cansancio que me invadía, una pregunta rondaba en mi cabeza impidiéndome dormir. ¿Habrá llegado a su hotel? Sólo esperaba que aquella chica estuviera bien.

Domingo, mayo 5 del 2019

12:00pm

María Cristina

Desperté por el rayo de luz que entraba a través de mi ventana. El dolor de cabeza era tan fuerte que sentía como si estuviesen taladrando mi cerebro. No recordaba nada de la noche anterior. Ni siquiera sabía cómo había llegado a mi habitación; sólo recordaba haber estado en el bar con Sam y nuestra discusión. Sinceramente no quería preocuparme por eso en estos momentos; el sólo intentar pensar en los hechos de la noche anterior provocaban que mi dolor de cabeza aumentara.

Después de tomar un largo baño en la tina de mi habitación, decidí alistarme y salir en busca de aspirinas y algo de comer. Necesitaba sentirme bien para el concierto de esta noche. Incluso en mi resaca, sólo podía pensar en Morat y su música; quizá Sam tenía razón y estaba cegándome por ellos. Durante mi recorrido hacia el centro comercial le envié un mensaje de texto a mi amiga para saber cómo estaba; no esperaba una respuesta inmediata ya que sabía a la perfección que se encontraba en Universal, y probablemente su enojo seguiría intacto. No me gustaba discutir con ella ni mucho menos; y aunque darle su espacio me parecía la mejor opción en estos momentos, quería dejarle saber que, sin importar las discusiones, me seguía interesando por ella. El resto de la tarde pasó con extrema rapidez. Volví al hotel para descansar un poco más y terminar de arreglarme para el concierto.

7:55pm

Busqué mi asiento mientras caminaba por los pasillos del House of Blues. Para mi suerte, y a diferencia del concierto en Nueva York, estaría ubicada en la tercera fila. En el momento en que las luces se apagaron y los instrumentos empezaron a sonar, una extraña corriente recorrió mi espina dorsal; no encontraba palabras que pudieran describir las sensaciones que Morat provoca en mí, y la conexión que sentía con cada una de las canciones. Al transcurrir el concierto, no podía creer lo cerca que estaba del escenario; pude detallar a cada uno de los integrantes de la banda y apreciar la pasión que demostraban al tocar y cantar.

Mi parte favorita, sin duda alguna, era cuando los chicos relataban las historias detrás de las canciones; ese corto momento que dedicaban a hacerlo causaba que me conectara más con su música. Durante una de esas ocasiones, era el chico del banjo quien tenía la palabra. Mientras hablaba, sentí una horrible punzada en mi cabeza a la vez que las imágenes de la noche anterior se reproducían lentamente en mi mente. Poco a poco comencé a recordar todo lo que sucedió después de mi discusión con Sam en el bar; los cócteles que bebí, cuando choqué con aquel chico, cuando me siguió hasta el jardín y me acompañó mientras pasaba el efecto del alcohol en mi cuerpo, cuando prácticamente se quería deshacer de mí... aquel chico... ¡es el chico del banjo! ¡no podía ser posible! En ese momento, sentí como toda la resaca de la noche volvía a mi cuerpo. Mi cabeza estaba a punto de reventar y mi respiración empezaba a entrecortarse; mi sudor era frío y las náuseas aumentaban. Sentía como mi cuerpo pesaba y mi visión se volvía borrosa. No podía reaccionar, ¿qué estaba pasando conmigo? Quería pedir ayuda a gritos, pero mi cuerpo lo impedía, ya no podía resistir más, respirar se hacía cada vez más difícil. Escuché como las personas que estaban a mi lado llamaban por ayuda, sin embargo, lo último que recuerdo es como sus voces se alejaban hasta que no pude escucharlas más.

Cosas del Azar (Juan Pablo Villamil y Tú)Where stories live. Discover now