Capítulo 3: Lionetta

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Después de que él se fuera del despacho decidí salir para comer, aunque no tenía ni idea de dónde ir. Mientras bajaba en el ascensor entraron algunas chicas de la otra vez, que volvieron a mirarme de arriba a abajo, incluso cuando bajé a la primera planta y me dirigía a la salida. Las mujeres me miran mal y algunos hombres parece que hacen todo lo contrario. Estoy saliendo por la puerta cuando escucho mi nombre.

— ¡Valentina! — me giro

— Lionetta, ¿qué pasa?

— ¿Quieres que vayamos a comer juntas?

— Me encantaría. Me viene genial porque no conozco la zona.

— Pues decidido, hay un restaurante internacional a la vuelta de la esquina.

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La comida de este sitio está buenísima, como su nombre indica, hay comida de diferentes países.

— Bueno, ¿qué tal es trabajar para el señor Lazzari?

— Pues solo llevo un día, y después de que volviera de la reunión con el señor Bellini estaba muy borde.

— Christopher también, no sé de qué habrán hablado pero será serio. Antes de hablar no parecía tan serio. Por cierto, ¿quieres que te ayude a buscar a tu padre?

— No sé si estoy lista aún — miro mi plato — prefiero buscarlo yo cuando esté lista o que sea el destino el que lo ponga en mi camino. Estoy segura de que si me cruzara con él, no sabría ni quien soy.

— ¿Cuántos años tenías? Si puedo preguntar

— Por supuesto que puedes, estoy acostumbrada ya, y tu eres lo más parecido a una amiga que tengo aquí. Tenía 7

— Apenas te acordarás, que tienes ahora, 21?

— 22 — me río — ¿Y tú? No tendrás muchos más

— La verdad es que no, 25, ¿no parece a que no? — nos reímos juntas

— Ojalá ser tan segura como tú — la miró directamente a los ojos — tan segura de ti misma.

— Eso se adquiere con el tiempo supongo — se encogió de hombros — deberíamos irnos ya, yo invito a la comida.

— Podemos partir la cuenta.

— A la próxima invitas tú.

— Está bien. — Nos marchamos del restaurante y aún son las 2:30

— ¿Quieres hacer algo ahora o volvemos?

— Yo creo que está bien por hoy, voy a ir adelantando trabajo.

— Está bien, te acompaño a tu oficina, el señor Bellini seguro que no ha llegado aún, siempre llega tarde.

Para mi sorpresa no hay nadie en la empresa, solo algunos miembros de seguridad. Lio lo nota y me comenta que hay una cafetería en la que suelen comer algunos de los empleados. Por fin llegamos al último piso y me siento en mi escritorio, ella se sienta en un sillón que hay. Mientras charlamos voy adelantando trabajo cuando oímos unos pasos.

— Ven, aún tenemos media hora — Es el señor Lazzari con una mujer, rápidamente Lio y yo nos miramos y abrimos los ojos muchísimo. Cuando el señor Lazzari abre la puerta y nos vio allí se alejó de la mujer antes de hablar.

— Señorita Seward, su descanso terminaba en media hora — mira el reloj, en verdad quedan 15 minutos.

— Lo lamento señor Lazzari pero acabamos antes de comer y decidí venir a adelantar trabajo — agacho la cabeza, apuesto que estoy mas roja que un tomate.

LazzariDonde viven las historias. Descúbrelo ahora