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Escuchar el vibrar del móvil le hizo abrir los ojos con molestía, busco el aparato debajo de la almohada pero en lugar de una cómoda almohada se encontró con el brazo de una persona, dio un pequeño salto en su sitio despertando de inmediato.

Tomo el móvil que se encontraba en el suelo, ese que fue causante de su despertar y con el, iluminó el rostro de aquella persona a su lado, sonrió con picardía al recorrer con la mirada aquel cuerpo, esa persona fue la responsable de hacerle pasar una noche memorable.

Salió de sus pensamientos al sentir el aparato en sus manos vibrar nuevamente, observo la pantalla, era una llamada entrante, salió de la cama en silencio dirigiéndose al sanitario dentro de la habitación, una vez dentro cerro la puerta a la vez que encendió las luces y entonces respondió.

— ¿Que sucede? —

— ¿Dónde estás? — por la pregunta de la persona al otro lado de la línea telefónica cerro lo ojos, sabía que había sido atrapado y por ello se sentía como niño atrapado al cometer travesuras.

— Salí a despejarme.

Hubo un suspiro en respuesta.

— No me opongo a ello, pero ¿ Saliste solo? —

— si.

— ¿Crees que te puedes pasear por ahí como una persona normal?— nuevamente un suspiro fue escuchado — deja de jugar y envíame tu dirección, tienes una reunión en los túneles.

Sin más conversación la llamada finalizó, el castaño suspiro alzando la mirada, aquel espejo frente suyo mostraba su rostro

“ Una persona normal ” pensó en esas palabras y observando su reflejo bufó, dio media vuelta y salió del sanitario.

Tomo su ropa del suelo y comenzó a vestirse en medio de la oscuridad, tras tener sus prendas puestas observo a quien aún dormía plácidamente sobre el colchón, rió y antes de marcharse se sentó en la cama, acerco su rostro al de esa persona, en despedida y agradecimiento por la noche anterior le beso deseando un futuro encuentro.

El olor a motores y aceite de auto invadía el lugar, las luces de los vehículos iluminaban el interior de aquel inmundo lugar olvidado por todos, hecho un vistazo a la persona sentada en aquellos viejos asientos de auto, esos con manchas de grasa o aceite vehicular.

— ¿Porque nosotros? No somos tan valiosos cómo un pez gordo— pregunto quién permanecía sentado.

Los ojos del castaño le examinaron a detalle —No, no lo son pero, hay más valía en ti y tus hombres que en cualquiera de esos peces. En esta ocasión aquel par de orbes oscuros le observaron indicando continuar con sus palabras —No son tus medios y gente lo único que me interesa, eres quien también me es de interés.

El llamado señor del subterráneo le observo con duda, su mente se dividía entre aceptar o declinar la oferta del afamado traficante, por una parte desconfiaba pues no era lógico ni coherente que alguien de los grandes le ofreciese tal trato como, el aceptar a su gente a cambio de recompensa monetaria además del uso de sus túneles, pero también estaba la presión al aceptar, pues, no habían muchos ingresos y su gente moría de hambre.

— ¿Que dice el señor del subterráneo, acepta? —  pregunto el pequeño rubio que se mantenía apoyado en el capo del vehículo deportivo.

Los ojos oscuros le clavaron la mirada, lanzando un suspiro se puso de pie, trago con fuerza — ¡Chicos del subterráneo!— grito llamando la atención de aquellos habitantes de las sombras, en un instante un gran número de personas hicieron actos de presencia rodeando a su señor y aquel par de invitados del exterior —Hoy en día se vuelve complicado sobrevivir en este mundo donde somos vistos como lo peor y nos complica llevar el pan a la mesa, por ello, he decidido darles algo mejor, protección y estabilidad a cambio de servir y proteger a un nuevo señor. Desde aquellas palabras los presentes comenzaron a debatir entre susurros y negaciones cosa captada por el peli largo y su allegado — Jeonsa es quien nos toma bajo su ala, seremos quienes ayuden en sus viajes de transporte y seremos quienes callaran su identidad.

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