Ella, Anima.

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El tiempo pasaba a un ritmo que no me resultaba relativo en lo absoluto, la mañana, la tarde y la noche eran definiciones bonitas, pero insignificantes debido a mi situación actual, quizá habían pasado horas desde que aquella voz se había ausentado, o tal vez días, pues no distinguía entre sueño y realidad, probablemente haya dormido, pero la oscuridad era igual ignorando el plano en el que me encontrara, la sensación de claustrofobia se hacía presente de manera belicosa, obligando a mi cuerpo a agitarse de manera descontrolada. Una luz relució en una lejanía imprecisa, invitándome a acercarme, me llevé una gran sorpresa al notar que mis piernas respondían a mis ordenes, posibilitando mi camino hacia aquella luz, mientras su tamaño se acrecentaba, mi mente divagó en busca de alguna explicación, planteándome incógnitas que no poseían respuesta, ¿Me aproximo a aquel túnel al que el ser humano relaciona como el más allá?, Estoy... ¿muerto? Me detuve por un momento a considerar mis opciones, pero al dar vuelta atrás, sólo me esperaba una infinita oscuridad, la idea de regresar era evidentemente irracional, por lo que continúe sin miramientos hacía la luz, entre mas grande se mostraba ante mí, mis piernas involuntariamente se movían mas rápido, "mi ser" sentía con todas sus fuerza que aquella luz era sinónimo de alguna emoción trascendente, de la que me declaraba ignorante, cuando estuve por tocarla, jadeando y dolorido, su resplandor me cegó, acto seguido, el mundo dio un vuelco, mi cuerpo se estremeció y mis sentidos advirtieron estar en completo funcionamiento de nuevo cuando los cálidos y resplandecientes rayos del sol tocaron mi piel y deslumbraron mis ojos.

Mi eventual ausencia en el verde campo fue el preludio de mi marcha sin rumbo, el viento que me rodeaba hacía tacto con mi piel, causando en ella un sinfín de estímulos reminiscentes, con la simplicidad de una palabra podía definirse lo que todo mi "ser" se encontraba experimentando, dicha palabra, sin embargo, se encontraba fuera mi comprensión, pues en mi mente no había una consonante, un acento, o una silaba que estuviera en la capacidad de construir aquella figura léxica de la que me seguía sintiendo ignorante. Edificaciones rústicas hechas de piedra y madera, surgieron en el horizonte con una promesa cálida, seguramente de un ambiente de hogar, con comida y agua, el cobijo de un techo me proporcionaba un confort mental del que solo podía imaginar en ese momento; en cuanto crucé un pequeño arco de madera que hacía de "puerta", las risas de los niños se colaron dentro de mis oídos, generando de forma involuntaria una sonrisa en mi rostro, los pobladores eran de lo mas afables, regalando saludos cordiales con amables expresiones, quizá hasta cierto punto, el hostigamiento hacía acto de presencia con tanta amabilidad asfixiante, debido a esto, me vi interesado en una extraña mujer que reposaba junto a una bonita fuente de piedra, su semblante era soso y frígido, desentonando completamente con el ambiente afectuoso que se respiraba, sobre las pedradas calles llevaba un paso tardo, no tenía intención de ocasionar ningún suceso ostentoso, no obstante, la mujer viró su mirada con notoria serenidad, reparando entonces en mi sórdido aspecto, una cándida sonrisa manifestó una belleza cautivadora, cualquier pequeño proceso producido por mi mente fue abolido al instante, dejando mi consciencia en un vacío psíquico, que solo se intensificó cuando me percate que se encontraba aproximándose a mí.

-Hey, ¿Qué tal? – pronunció con suave tono

-H-hola – respondí, haciendo evidente mi nerviosismo.

-P-perdona... - expresó cordialmente – sonará un poco extraño, pero... siento... cierta curiosidad por alguien como tú – terminó acentuando el pronombre arqueando los labios.

- ¿Por mí? – por primera vez en mucho tiempo, escuché palpitar con mas fuerza mi corazón... ¿En donde lo tuve todo este tiempo?, el único sonido que visita mi mente fue el de una máquina emitiendo unos molestos pitidos constantes, como si de un metrónomo irritable se tratase - ¿Qué podría tener yo, que le interese a una... hermosa dama como usted? – a pesar de que mi tonó era tímido y mi voz tuvo poco para temblar, respondió con su hermosa sonrisa.

-Que eres diferente a las demás personas, además eres tú mismo – se acercó a mí, aferrándose a mi torso con un fuerte abrazo, su calor era lejano, como si de un recuerdo se tratase – sonríe, o lo que te acabo de decir habrá sido en vano – su cabeza se hendió en mi hombro y aquella sonrisa que me solicitó se dibujo en mi rostro cual orden real, tomó un poco de distancia con la única intención de mirarme a los ojos, en lo que cabía de mis vagos recuerdos, sus ojos tenían el mismo matiz de los míos, arqueó una vez más sus labios antes de juntar su suave boca con la mía, fundiéndose en un beso... efímero.

El mundo de las mentes mudas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora