Los recuerdos del subconsciente.

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Todo se desintegró una vez que las hondas emitidas por mis gritos desaparecieron cualquier indicio de silencio, no percibía mi cuerpo, se sentía lejano, como si de un recuerdo se tratase, flotaba en una nada absoluta, ausente incluso de color, tornándose en un blanco apagado, no era agradable, pues mis nervios no respondían, mis extremidades estaban paralizadas, pero mi oído, el lo sentía todo... escuché un piano... Fa... Mi... Do#... ¿Porqué recordaba aquellas notas?, seguido de ellas, un fuerte golpe retumbó junto con un pequeño quejido agudo.

- ¿Cómo es posible que mi hijo sea tan inútil? – exclamó una voz que me pareció familiar, de la cual mi mente era indiferente – Eres una desgracia para esta familia, jamás serás nadie en la vida, ¿Me entiendes?, ¡Nadie!

Percibí algo húmedo en mi rostro, una gota de agua descendía por mi mejilla, ¿Una lágrima? La ausencia, irónicamente, volvió a estar presente, hasta que unos tarareos hicieron acto de presencia, pero no sólo en el ambiente, si no en mi corazón, que volvió a emitir fuertes latidos que me golpeteaban los tímpanos.

- ¿Qué te parece? – interrogó la voz, tan suave como el viento de verano - ¿No crees que es una hermosa melodía?

Los músculos de mi rostro formaron una sonrisa que irradió como una gota en un manantial, creando una ola de calor que recorrió todo mi cuerpo, sin embargo, mi ignorancia se manifestó para recordarme que desconozco aquel sentimiento que me abordaba, posterior a eso, un frío me atacó violentamente, y a su vez, un sonido detonó dentro de mi cabeza con una fuerza abrumadora que provocó que mis extremidades se sacudiesen involuntariamente.

- ¡Soldados!, ¡Espero se hayan despedido de sus familias!, ¡Esa pudo ser la última vez que las vieran! – exclamó una potente voz que hería mis oídos - ¡Ahora lárguense!, ¡y asegúrense de no morir!

El estrepitoso ruido de aquellas palabras se fue disolviendo lentamente, alejándose para introducirse en aquella nada absoluta que me rodeaba, no obstante, la falsa paz volvió a ser hostil para mí, convirtiendo aquella ausencia de todo en una cortina de humo para la presencia de destellos que cegaban mi mente y la desgarraban, como chispas de miles de luciérnagas que se iluminaban en un trágico espectáculo de caos, el ambiente se llenaba de dolorosas demostraciones auditivas que quebrantaban mi voluntad.

El mundo de las mentes mudas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora