Al abrir los ojos, una sonrisa maloliente y descuidada me esperaba a pocos centímetros de mi rostro. Mi corazón amenazaba con salirse del pánico que sentía y me era casi imposible respirar. Unas garras aparecieron de la nada arañando cada parte de mi, gritando obscenidades e insultos hacia mi persona. Era horrible, ese fue el único momento en el que sentí miedo... Miedo de verdad.
Volví a cerrar los ojos intentando olvidar a desagradable imagen, Y al abrirlos la figura había desaparecido. Me senté como pude y estaba en el cuartito con el hombrecillo y mi prima mirándome con alivio.
-¿María, estás bien?- mi prima fue la primera en romper el silencio.
- Si, creo que sí. - me puse en pie con dificultad mientras miraba hacia todas partes buscando la extraña figura.
- Pensamos que habías muerto. - bromeó el duende dando cortos pasos hacia la mesa.
Mi prima no sentía comodidad en lo absoluto y yo menos. Agarré a mi Susi del brazo y a arrastré conmigo hasta la salida.
- ¿Ya se van? ... ¿Tan pronto? - se lamentó.- hace mucho no cuento con visitas, por lo menos déjenme agradeceros vuestra compañía.
- No hace falta... Nosotras...
- Por favor.- me cortó.
¿Que podríamos perder?
- Está bien.- me acerqué al hombre y mi compañera me siguió muy callada.
- Ok...- abrió el pequeño baúl y sacó una hoja. Se aclaró la garganta y comenzó a leer.- "Cada una de ustedes podrá pedir tres habilidades, poderes, deseos o acciones, las cuales durarán solo un día. Utilicenlas sabiamente".
Las dos nos miramos atónitas ante el discurso. Mil posibilidades de deseos pasaron por mi mente y por la expresión de Susi su cabeza pasaba el mismo trance. Pero algo me detuvo, me despedí y salí corriendo con mi prima hacia la salida de los pasillos.
Mi prima gruñía y refunfuñaba por haberme negado a las ofertas.
- ¡Tienes idea de la oportunidad que perdimos!- me reclamó poniéndose la manos en la cara frustrada.
- Y si nos hacía daño?. - rode mis ojos con ironía.
- ¿Qué daño podría hacernos? ¿Eh? - arrugó la nariz con furia y por un momento la niña dulce se había perdido.
- No voy a discutir, Susi. - seguí caminando seriamente hacia la salida de los pasillos.
- ¡Te odio! - gritó ¡Auch! - ¡siempre lo arruinas todo!...¡Crees que tengo cinco años!... ¡Crees que no me puedo defender sola!...¿Me equivoco? - Mis cachetes se pusieron rojos de la ira pero me controle.
- Eres muy inmadura... - Continué caminando.
- ¡Esto no se va a quedar así! - gritó.
- Si, si claro (sarcasmo) - ignoré su comentario
Ella seguía gritando y peleando pero yo no le presté atención, solo seguí adelante hasta que la luz de los faroles se filtraba por el piso y las paredes a mí alrededor. Me agaché caminando con cuidado por el agujero mientras mi prima seguía detrás de mí, de vez en vez decía algo con alusión a la oportunidad que se nos había presentado.
No había transcurrido mucho y, al parecer, nadie había notado nuestra ausencia. Entré a la casa cautelosamente evitando encontrarme con alguien, necesitaba procesar todos los sucesos ocurridos con tranquilidad.
- ¡De esto a nadie! - advertí a Susi.
- si, si, no diere nada. - dijo irónica.
- ¿Qué no pueden decir? - la voz de mi tía nos sobresaltó a ambas.
- Nada!! - Me giré hacia ella sorprendida.
- Pues confío en mis oídos, por lo menos más que en ustedes.- Se cruzó de brazos.
Me reí nerviosamente. - E... Estábamos, en... Eh...
- Jugando. - Mi prima miró a su madre fijamente. - Entonces cuando entramos pensamos que sería muy tarde y que ustedes nos Iban a regañar.
- Pues para la próxima, espero que lleguen más temprano. - Nos miró inquisitiva.
- ¡Si señora! - dijimos al unísono.
En la cena, todos estábamos hablando de algunas cosas divertidas del pasado, menos mi prima, estaba perdida en sus pensamientos. Apenas lograba meterse un bocado cada dos minutos, luego, una sonrisa pícara y maliciosa atravesó su rostro.
- Quiero una habitación separada.- Me dijo cuando subíamos al dormitorio.
- ¿Porqué? - Claro, tal vez yo tenía mas miedo que ella.
- Porque sí, ¿No puedo o qué? - Su grosería me sorprendió.
- Claro, puedes hacer lo que se te dé la gana. - Dicho esto, me adelanté en las escaleras.
Saqué mi colchón y lo acomodé en mi habitación.
Ella no me miraba fijamente, solo sonreía.Algo no está bien...
En la noche no pude evitar escuchar algunos ruidos extraños, pasos y algunos susurros indescifrables. Quise levantarme para investigar, pero el miedo fue más fuerte que el deseo y opté por quedarme donde estaba.
Al día siguiente me levanté con poca energía, no había pasado la mejor de las noches en aquel lugar, y menos con los pensamientos y sensaciones que este transmitía.
Escuché una dulce y afinada voz cantando en la planta baja. Pensé que estaban celebrando y decidí bañarme antes de bajar a disfrutar.
Los aplausos retumbaban en la casa, la encantadora voz entonaba una canción de SIA a la perfección. Bajé todas las escaleras y me encontré con una familia aplaudiendo histérica a mi prima, quién era la que estaba cantando...
Sus dulces ojos me miraron y un suave rubor acompañó sus mejillas; jamás había visto una mirada de culpa tan clara, y lo peor, yo no sabía a qué se debia.
Todos le aplaudieron de nuevo, menos yo, que aún intentaba descifrar el porque de su voz y de su mirada.
La tarde transcurrió aburrida, pero ¡Hey! ¡Las canciones no faltaron! Yo estaba impresionada, mi prima tenía un talento oculto.
"Esto no se va a quedar así" aquellas palabras retumbaron en mi cabeza haciéndome caer en cuenta.
La angustia llenó mi corazón y me hizo reaccionar de una manera un poco desesperada. La busqué por varios pasillos de la casa hasta que la vi camino hacia el baño.
- ¡Susi! - La agarré con fuerza y la giré hacia mí.
- ¡¿Que?!
- Tu, tu aceptase la propuesta de los poderes... ¡Te dije claramente que no lo hicieras!
- Tu no eres mi mamá como para venir a darme órdenes... - Su rebeldía fue impactante.
Se giró y entró al baño de nuevo.
La noche pasó tranquila y llena de cantos, halagos y aplausos. Pensé en decirle a alguien sobre Cocotero, pero sabía que no me lo creerían.
Cuando estaba intentando dormir, escuché de nuevo voces y ruidos extraños, el miedo estaba creciendo en mí cómo un gran monstruo que tarde o temprano me destruiría totalmente.
Mi descanso fue nulo y en la mañana parecía zombie, esta vez, los bellos cantos no estaban, en su lugar una chica que podía volar.
Mi sorpresa era gigante, y me dió mucha curiosidad. Mi prima volaba, volaba en serio y todos estábamos muy impresionados con aquella hazaña.
Mi prima volaba para aquí y para allá con estilo y alegría, a veces me miraba con una expresión que yo no era capaz de descifrar mientras que mi decepción salía a la luz sin moderación.
Al atardecer, decidí tomar un camino, un camino equivocado...
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LA PUERTA 105
ParanormalUna misteriosa mansión en el campo, donde mis tíos y mi padre realizan su trabajo, un trabajo misterioso pero al parecer escencial para el mundo. Mi prima, compañera de aventuras y yo nos adentramos el la misteriosa labor que llevan a cabo nuestros...