CAMBIOS

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Caminé por el pequeño bosque, pensando en todas las cosas que habían sucedido. Las hojas secas tronaban con cada paso, y de vez en cuando una raíz me hacía tropezar.

El aire fresco y puro me llenaba el alma, el ambiente había dejado de ser pesado y gris, me sentía limpia y feliz, todo lo contrario a lo que producía la mansión.

Me senté en un tronco que había bajo un árbol, saqué unos dulces y comencé a comerlos. Unas hojas crujieron detrás de mí, dejé los envoltorios de los dulces a un lado asegurándome de lo que había escuchado. Unos cortos pasos sonaban cada vez más claros, me levanté e hice a un costado del árbol.

- Soy yo, no tengas miedo. - la voz del inmundo enano sonó detrás de mí.

- ¿Porque le estás dando esos poderes a mi prima?! - lo enfrenté.

- Porque ella me los pidió, podría dártelos a ti también. - Sacó un cigarro marrón y lo encendió.

- No, y no quiero que le concedas esos poderes. - Grité.

- ¿Celosa? - Su pregunta me sorprendió. La verdad no me había puesto a pensar en eso.

- Yo, no lo sé... - Un pequeño sentimiento de culpa se agregó a mis pensamientos.

- Ya, es eso... - Se metió el cigarro a la boca mientras buscaba algo en una pequeña bolsa de cuero, sacó un papel y una pluma y me las entregó. - Firma, mañana tendrás el poder que deseas. - dijo soltando una bocanada de humo.

- ¿Está seguro? - pregunté ahogada por el humo.

- Si... ¿Que te gustaría obtener? - Su sonrisa se agrandó volviendo a meter el cigarro a su boca.

- Mover cosas con la mente... - Fue algo que salió sin más, quería saber que se sentía.

- Mañana podrás disfrutarlo, pero recuerda, el poder sólo durará 24 horas.

- Si. Tengo que irme. - me despedí de Cocotero y me dirigí a la mansión.

Después de la cena, fui corriendo a dormir, quería despertar lo más pronto posible para poder disfrutar de mi poder.

En la mañana, al despertar, quise coger mi teléfono, pensé en el movimiento y el objeto se acercó a mí flotando. Estuve moviendo cosas en mi habitación toda la mañana, era divertido y entretenido.

Cuando bajé a desayunar, mi prima era un pequeño gato que se estaba revolcando en la alfombra, al verme volvió a su apariencia humana tras unos chasquidos con su lengua.

Su poder era impresionante, tanto que decidí obtenerlo para la próxima muestra, comencé a mover cosas ante la mirada aterrada de mi familia.

Mi tía estaba en el laboratorio, siempre estaba allí ya que era temporada de trabajo.

Susi y yo apenas intercambiamos palabras en el día, yo me meto en la piscina y jugaba a hacer olas en el agua con mi mente mientras que ella, se había convertido en un bello y elegante colibrí que danzaba de flor en flor.

En la cena, manejaba con mi mente cualquier plato o alimento que estaba expuesto, haciendo algunos cambios o formas con ciertos productos.

- ¿Al fin te decidiste? - Preguntó Susi a mi derecha.

- Si, es genial. - admití.

- Lo ves, te lo dije.

Al subir a mi habitación me di cuenta de una pequeña sombra, la sombra se movió y apareció el duende inmundo que me había concedido las habilidades.

- ¿Que vas a pedir mañana?

- Yo... - la verdad aún no me decidía totalmente, habían tantas cosas y no era capaz de elegir alguna. - prefiero pensarlo... Mañana te lo diré.

El pequeño hombre asintió y desapareció en una pequeña nube azul.

Todos los pensamientos y deseos atacaron mi conciencia, que pediría, que pediría...

La noche estuvo en silencio, pude dormir en paz como la noche anterior, estaba cansada gracias a las actividades que había ejecutado en el día.

El día siguiente lo pasé pensativa, escogiendo un buen poder. Pero Susi, ella tenía un semblante malo, sus ojos eran perdidos y sus manos no podían quedarse quietas un segundo.

Tenía una ansiedad notoria, se reía nerviosa y comenzaba a balbucear cosas sin sentido. Mi miedo siguió creciendo, cada vez que podía le preguntaba que le pasaba, pero ella negaba y decía que nada.

Todo el día estuvo así, y en el atardecer la vi sentada frente a la piscina jugando con las manos en su regazo.

- ¿Que pasa?

- Nada. - negó sin mirarme a los ojos.

- No es cierto, estoy segura de que pasa algo. - Aseguré.

- Yo... No lo sé, necesito un poder. - Una lágrima rodó por su mejilla.

- ¿Se lo pediste?

Asintió. - Me lo negó, ya los había gastado todos.

- Lo lamento.

- Estoy mal, me siento miserable... No puedo seguir con este sentimiento... ¡Me está carcomiendo la cabeza! - las lágrimas no cesaron y en sus pequeños ojos pude ver la desesperación.

La tomé del brazo y la lleve conmigo por los arbustos hasta llegar al túnel. La ayude a bajar y caminé con ella decidida hasta llegar a la puerta "105".

Como la vez anterior, la puerta estaba abierta, me acerqué decidida y entré.

- ¡Oh! Ya te decidiste... - sonrió.

- ¡¿Que le hiciste?! - Grité.

- ¿Yo? Nada, cumplí. - Sonrió y tomó una taza que estaba sobre la mesa.

- Cumplir con el trato, si ella quiere sus poderes para siempre tendrá que darme su alma y su corazón. - Una sonrisa de malicia lo adornó por completo.

- ¡Nos engañaste! - gritó mi prima.

- No, no, Susi, el no nos engañó, el nos dijo que eran tres pruebas... Nosotras no preguntamos de que.

- ¡Exacto! - Sonrió.

- Necesito que le quites eso.

- No. - Dijo severamente.

- Te cambio mis pruebas...

- No es posible aquel deseo. - Sonrió con más maldad.

Lo agarré del cuello y lo aplasté contra la pared.

- Mira enano inmundo, le devuelves a mi prima su paz y tranquilidad.

- No. - lo solté de la ira que me provocaba y miré el baúl.

El contrato...

Le hice señas a Susi para que lo sostuviera y poder romper el contrato. Ella lo agarró con fuerza pero el enano se soltó y se acercó.

- Aún si quisieras, no podrías romperlo. - Sonrió.

- No puedo verla así...

- Le devolveré la tranquilidad si tú me das el alma y el corazón de alguien, es decir, me das el nombre de una víctima. - me miró pensativo. - antes de tomar una decisión, quiero que pienses en el daño que podrías hacer.

- ¡No lo hagas! - Gritó mi prima llorando desesperada por su angustia y ansiedad.

- La coordinadora de mi colegio, puedes tener su alma y su corazón... Será tu próxima víctima. - Sonreí, la venganza es algo un poco dulce.

El duende chasqueó sus dedos y automáticamente Susi dejó de llorar y se calmó.

- Entonces... ¿No quieres las otras dos pruebas? - Me miró inquisitivo.

- No, gracias.- miré a mi bella y calmada familiar. - Vámonos.

Salimos de la habitación "105" y comenzamos a caminar por los pasillos directo a la salida.

- ¿Que habrá en los otros cuartos? - Preguntó Susi.

- No lo sé, son intrigantes... ¿Los investigamos?

Asintió.

LA PUERTA 105Donde viven las historias. Descúbrelo ahora