Me desperté muy temprano mientras los abrumadores pensamientos sobre la casa se estaban adueñando de mi cabeza.
Un poco después sentí que Susi se levantó y salió de la habitación cerrando la puerta de golpe, seguramente donde mis tíos. No puede verla bien ya que tenía los ojos cerrados.
Por fin me decidí a levantarme e ir a desayunar.
Mi alma se cayó al piso cuando noté que mi prima seguía durmiendo plácidamente en la cama, y que no había rastro de qué se hubiese levantado.
Algo no anda bien...
Mejor dicho,
Algo anda mal...Mis piernas temblaban y mis manos sudaban, no era capaz de dejar sola a Susi, pero tampoco quería quedarme sola. Me encaminé dando pasos largos y rápidos hacia la cama sin dudarlo ni un momento.
La sacudí fuertemente mientras ella luchaba con abrir los ojos, parecía que el sueño se la estaba tragando y no la dejaba reaccionar ante los bruscos movimientos.
Se incorporó con dificultad intentando descifrar el motivo de mi alteración.
-¿Que pasa?- preguntó bostezando.
- Nada...Vámonos de aquí.- Oculté la razón con cuidado mientras mi cabeza era un desorden total.
-¿Porque?- murmuró.
-¡Vamos! ¡Ahora!
No tuvo más remedio que seguirme afuera de la habitación. ¿Quien había salido de la habitación? ¿Quien tiro la puerta? ¿Qué pasa en esta casa?.
Una pequeña explicación recorrió mi mente, pudo haber sido mi papá o mi tía que querían pasar para ver cómo nos encontrábamos. Si, pudo haber sido eso.
El desayuno estuvo delicioso y al terminar mi prima y yo nos pusimos el vestido de baño y nos metimos en la piscina.
- Estas algo extraña hoy.- Rompió el silencio.
- No pasa nada, Susi, tranquila.- recosté mi cabeza contra la pared de la piscina.
- No te creo.- Me tiró agua con a mano.
- Este lugar no me agrada.- dije sin prestarle atención al agua que me había arrojado.
Bajó la cabeza disimuladamente y comenzó a jugar con el agua.
- A mi tampoco me gusta... Tengo miedo, María, tengo mucho miedo.
La abrace y me puse a jugar con ella. Solo salimos del agua para almorzar, y cuando lo hicimos definitivamente eran las seis de la tarde y estábamos muertas del frío.
Un movimiento llamó nuestra atención mientras nos envolviamos las toallas, un hombrecito, muy pequeño, entro por unos arbustos que se unían con uno de los muros de la Mansión. La vista no fue clara, se sabia que era un hombre pero no lo pudimos detallar gracias a la pocos luz que quedaba.
Susi se quedó paralizada unos momentos y luego sus ojos me buscaron desesperadamente.
- No pasa nada, debe de ser uno de los científicos que trabajan con ellos.
- Ya esta tarde, es muy peligroso.- ella se convenció de que nos podrían raptar y luego hacernos cualquier otra cosa.
- Vamos - le dí una sonrisa- Estás conmigo, yo soy tu escudo humano.
Esa noche ella se pasó para mi cama y se quedó dormida en poco tiempo. Yo siempre me he demorado en dormirme y ahora con todos estos acontecimientos mi sueños se va a perder por más tiempo.
Susi me despertó algo confundida, no dejaba de mirar hacia la ventana nerviosa.
-¿Qué pasa leoncita?- me burle de su alborotado cabello, pero ella no se rió.
Sus ojos brillaban de una manera distinta y sus movimientos se volvían más bruscos pero no hablaba. De pronto me miró fijamente perforando cada parte de mí.
- Sal de aquí.
Un fuerte movimiento me tragó...
Y entonces desperté...
La dulce figura de mi prima me recibió con una sonrisa y sus ojos fijos en mi. Fingí una sonrisa, y ella me jaló para que me levantara.
Y no tuvo que hacer mucho esfuerzo. Para explicarme que ya habían servido el desayuno.
No quisimos volver a la piscina, el clima, la pereza y que no sabíamos cómo entretenernos, estos factores no ayudaban.
Decidimos jugar mientras que mis tíos y mi papá estaban haciendo sus investigaciones en el laboratorio.-¿qué quieres jugar?
- escondite.- le propuse.
- No... Juguemos otra cosa.
- Dale Susi... Juguemos escondite.- le rogué poniéndome de rodillas.
Accedió dudosa.- Pero no muy lejos.
- Está bien.
Estuvimos jugando toda la tarde y a eso de las cinco me dió por esconderme detrás de los arbustos donde había desaparecido el hombrecillo.
Mi prima al encontrarme se acercó y me dió un empujón que hizo que resbalar y rodará por un túnel. Era un largo pasillo blanco lleno de puertas rojas cada una con un número, parecía un hospital.
Los gritos de Susi hacían eco por los pasillos y luego decidió bajar donde yo estaba, comenzamos a caminar hacia el fondo del túnel, pero nunca llegábamos. En ocasiones el pasillo doblaba pero era un callejón sin salida. La idea de abrir una puerta nos consumía, pero a la vez nos asustaba, así que optamos por dejarlas quietas.
Estábamos tan aburridas que decidí jugar lleva con mi prima, la toqué y empecé a correr por el pasillo. Llevaba corriendo un largo tramo y me di cuenta que ya no me perseguía nadie, entonces entré en pánico y me devolví buscando a Susi mientras gritaba su nombre desesperadamente.
Llevaba unos minutos trotando cuando vi una luz muy tenue que salía de uno de los tantos callejones. Me sorprendí al ver una de las puertas rojas con el número "105" abierta de par en par.
- ¡Oh, siquiera viniste! - exclamó una pequeña voz desde la puerta y luego se asomó un pequeño y rechoncho hombre de una barba raspada y ojos naranja.
- Disculpe, busco a mi prima...
- Oh, sí claro, está adentro.- sonrió invitándole a pasar dentro de la habitación.
Me asomé dudosa y efectivamente, Susi se encontraba allí sentada en una pequeña silla mirando asombrada al enano.
- No os preocupéis, no voy a haceros nada.- Sonrió de nuevo. - Soy Cocotero. Pero mis amigos me dicen "Coco".
- Nombre peculiar ¿eh?.- solté una risita y mi prima me lanzó una mirada de desaprobación.
- Un poco.- el hombrecito soltó una carcajada muy irritante.
Entré de lleno en la habitación, la cual era pequeña, cabía un cofre algo extraño y retro, una camita, una mesita, una neverita, lo que parecía una puerta a un baño, dos sillitas y un estantito. Todo era minimi.
-¿Quieren tomar algo?- ofreció el hombre.
Ambas negamos con la cabeza, el enano se encogió de hombros y comenzó a servir una bebida la cual parecía chocolate. El embriagante olor del chocolate entró por mis fosas e hizo que la cabeza me comenzará a dar vueltas.
Y luego.
Estaba en el piso.
Todo era negro.
No podía respirar.
No podía moverme.
Y lo peor.
No sabia que sucedía.

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LA PUERTA 105
ParanormalUna misteriosa mansión en el campo, donde mis tíos y mi padre realizan su trabajo, un trabajo misterioso pero al parecer escencial para el mundo. Mi prima, compañera de aventuras y yo nos adentramos el la misteriosa labor que llevan a cabo nuestros...