Taking Off [#DazAku Week]

Day 3: Castigo // Alabanza

"CREO QUE EN LA VIDA DEBES TENER UNA ÚLTIMA PERSONA QUE TE ALABE"

— Dazai Osamu (Un nuevo Hamlet)

* * *

Jadeó despegando la columna, en seductor arco, del colchón. Sus piernas a los costados de quien empujaba a ritmo constante el placer. La piel cubierta de alabanzas rojizas y moradas, besos y mordidas, pleitesías a las heridas al descubierto, las marcas de una vida cruel atenuadas por el deleite de un amor... más cruel.

—Osamu —murmuraba su antiguo discípulo, asediando uno a uno sus sentidos. Del gusto de sus besos al tacto en su interior, de la fascinante vista de su dominio al aroma del sexo y los sonidos húmedos de su pacto—, te amo —le recordaba. Gesto dulce y disculpa amarga.

Akutagawa suplicaba eternamente perdón, convirtiendo el jardín divino de los besos, las caricias y el orgasmo, en espinas. Crisis disfrazada de entrega.

Verlo así, un demonio herido, era insoportable. Dazai se maldecía, incapaz de darle lo único que necesitaba: la paz de su estabilidad.

¡Basta!, pensó.

Invirtió posiciones colocándose encima, llevando las manos delgadas del hombre a su cuello, clamando lo dejara sin aire. Que por un segundo le hiciera sentir, a través de la cercanía de la muerte, la vida que anhelaba pasar a su lado aplastando el desorden de sus emociones.

—Por favor, Ryunosuke...

Un segundo. Intercambio de miradas. La inseguridad ante la petición. La seguridad de la petición. El cumplimiento del capricho desde la culpa.

El aire se cortó, el dolor reinó, la sangre se detuvo y el color rojizo de su rostro asustó a su amante, quien lo soltó permitiéndole toser.

—¡Osamu! —Akutagawa hizo el amago de levantarse.

Dazai lo detuvo, moviendo las caderas.

—Para de castigarte —imploró sobre sus labios—. Yo acepté sufrir. No es fácil, ni malo por sí mismo. A veces es necesario, aunque lastime —una sonrisa acentuó la ironía de que él, precisamente él, dijera eso—, y siempre termina. Y mientras pueda terminar a tu lado, me destruya o no, quede algo menos humano de lo que era o más; estaré bien.

Hasta el final, se dijo Akutagawa, aferrado a una esperanza perversa.

Mutuamente se agradecían el abandono total a sus sentimientos, rozando la locura y la tortura, y cada uno se mortificaba por no alejarse, por necesitarse.

En tal caos de contrariedad y complementación no había mejor camino que ceder y continuar, sostenerse y sufrir, bregar contra la tempestad confiando en alcanzar juntos la gloriosa luz, o en hundirse unidos en la basta oscuridad.