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Mi miércoles comenzó con el pie equivocado. Encontré en mi celular algunas notificaciones extrañas de mensajes eliminados, por Margot. Hallaba ésto inusual teniendo en cuenta como se comporta últimamente con respecto a mi. Se digna a hablarme luego de dos días sin responder mis mensajes y posteriormente decide me manda mensajes solo para borrarlos. Me exaspera, pero logro esquivar cualquier señal de tristeza en mi, concentrandome en tener un buen día, disfrutando que me quedan dos días para el fin de semana junto a mi madre.

Al entrar al aula me encontraba con rostros de puro estrés por los finales, sintiéndome bien porque me estaba yendo excelente academicamente. Fuera de la amistad que tengo, o tenía, con ella, sentía que mi vida estaba equilibrada.

Al pensar en eso durante toda la clase al salir dirigí rápidamente mis ojos al lugar en donde se encontraba casi siempre esperándome, encontrándome de nuevo con el vacío espacio en la escalera. Me acerqué lentamente y apoyé mi cabeza en la pared mirando melancólica el lugar.

Me costaba discernir entre hablarle, y tal vez molestarla, o darle su espacio, que podría ser lo que estuvo necesitando todo este tiempo. Me torturaba la idea de haber causado problemas en nuestra relación, por la que habíamos trabajado durante tantos años y que cada vez estábamos dando más de nosotras para fortalecer.

Nunca me había sentido sola si la tenía a mi lado, siendo para mi el ángel y el demonio en mis hombros, quien siempre me decía lo que estaba bien y mal, que estaba ahí para hacerme comprender las cosas, demostrandome cada día que gracias a ella soy quien soy y estoy en constante cambio para mejorar.
Al no tenerla a mi lado sentía un hueco en mi corazón, siento que algo falta en mi para estar completa de nuevo.
Tener a mi madre, y ahora a Brad, era una cosa diferente, cada uno aporta cosas diferentes en mi vida. Mientras que mi madre es el motor de mi vida, Brad se convirtió en mi alegría y Margot... Ella era la que iluminaba mis días, trayendo hacia mi esperanza.

Un toque en mi hombro me hizo saltar en mi lugar y me di media vuelta para verlo sonreír como hacía todos los días. Ahí estaba la alegría en la que estaba pensando, la que me proporcionaba últimamente el ser más hermoso que he conocido.

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Los días pasaban y nada parecía cambiar con respecto a ella, tan distante y tan lejana se había vuelto que ni siquiera en la lejanía podía reconocer un indicio de lo que fue nuestra preciada amistad.

Cerré mis ojos y me dejé invadir por aquellos recuerdos teñidos de colores brillantes, recordando aquel fervor que nos inundaba cuando estábamos en contacto una con la otra.

Un extraño dolor se hizo presente en mi sien, trayendome de nuevo a los pasillos poblados de la secundaria. Los observé a todos con un rostro impasible mientras invadía las miradas curiosas, preguntándome que estaba sucediendo en sus perturbadas mentes.

Y ahí estaba otra razón por las que mis pensamientos se inclinaban de vez en cuando. Cabizbaja, analizando unos papeles y extrañas cosas en las que sus manos vagaban con ansiedad.

Las personas a mi alrededor estaban actuando de maneras contrarias y muy extrañas, me preguntaba que había hecho como para que sucediera algo como eso.

Comencé a vagar en mis recuerdos y me perdí de nuevo en aquellos ojos marrones que habían sido los únicos que han estado para mí últimamente, con su inusual brillo y acompañados de unas hermosas sonrisas.

Lo veía acercarse con pasos acelerados y mi corazón iba al compás.
Su colonia me dejó embriagarme gustosa y lo miré deseosa de acariciar su rostro.

—¿Qué tal?—preguntó alegremente mientras sus ojos me miraban con complicidad— ¿Cómo la pasaste ayer?—su sonrisa se ensancho.

—Bien, supongo... —respondí con obvia confusión.

—Me alegra que la hayas pasado bien.—lanzó una risa socarrona.

—¿Te sucede algo?—pregunté— Estás actuando extraño.—puse mis brazos en jarra, intentando mostrarme con molestia fingida, aunque si me hallaba confundida por su pregunta, lanzada con evidente sarcasmo.

Estaba intrigada por la reacción que había provocado en su mirada, la cual se encontraba escasa de cualquier pizca de diversión. Me preguntaba que era lo raro de mi respuesta.

—¿Por qué me miras así?—mi pregunta parecía descolocarlo, eso me hizo sentir enojada, era una respuesta totalmente fuera de lugar, él solía tomar mis reacciones con humor.

—¿Estás de broma?—respondió a mi pregunta con otra, lo que me hizo removerme en mi lugar, hallando total incomodidad en nuestra conversación. Cuestiono ahora si ésto es parte de una broma mala que me está jugando o habla totalmente en serio.

—No logro encontrar una razón para tu comportamiento, para el comportamiento de ninguno.—dije con honestidad, me sentía demasiado exasperada a este punto—. Todos están actuando demasiado raro.—comencé a nombrar—. Margot está cada vez más embarcada en alejarse de mi, Wynona parece totalmente fuera de la venganza que supuestamente planeaba en nuestra contra y tú...—lo señalé con la mirada mientras mi voz comenzaba a disminuir—. Pensé que todo estaba bien contigo.

Cuando él pronunció sus primeras palabras en respuesta sentimos la presencia de alguien más cerca de nosotros, la tensión era palpable y lo único que quería en ese momento era irme de ahí cuanto antes. A unos pasos de nosotros, observandonos con un rostro bastante lejano a la felicidad que mostraba siempre, se encontraba Wynona y su séquito de "amigables". Con una mirada suya ellos se esparcieron por los pasillos, saludando a Brad y dándome una mirada inexpresiva, o tal vez con notable molestia por mi presencia, era difícil saberlo ya que no tenían definida alguna emoción en sus fríos rostros.

—Necesito hablar contigo.—dijo mientras su mirada iba de mi a Brad.

—Me voy entonces.—hablé, pero fui interrumpida por ella.

—No le hablaba a él.—señaló a Brad con la mirada—. Te hablaba a ti.—me miró fijamente.

—Será mejor que te alejes.—Brad me tomó del brazo y me llevaba a rastras lejos de ella.
Lo miré preguntándome que hacía. Decidí no sólo observar sus movimientos y lo tomé del brazo para que parara.

—Estoy grande como para que me deje mandar por ti.—abrió sus ojos con sorpresa y sin despedirse, o pedir perdón, se fue.

—Genial.—dijo Wynona mientras soltaba un sonoro suspiro—. Ahora que estamos solas pode...—la detuve cuando me pare delante.

—Que estemos solas no quiere decir que hablemos.—me fui sin mirar atrás y sus pasos se sintieron a lo largo de la escuela, siguiendome de cerca mientras esquivaba sus venenosas palabras.

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¡Gracias por leerme!

❁— Luxx

Hermosa coincidencia©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora