V.

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SAN MUNGO




White despertó oyendo a los medimagos pasarse por la habitación.

Le costó salir de la repentina oscuridad, lo que le obligó a arrugar el gesto y dejar solo uno de sus ojos abiertos mientras se acostumbraba a la intensidad de la iluminación. El costado de su cuerpo ardía de puro dolor, y sus dedos hormigueaban, los huesos de su cuello haciendo ruido cuando intentó girar su cabeza para averiguar donde se encontraba, de donde provenía tanta luz. El olor de las pociones curativas le resultó familiar a White, sintiendo su espalda quejarse en el instante que hizo ademán de enderezarse.

— La regeneración del tejido no ha dado progreso — decía una mujer alta de cabello rizado castaño y piel tostada, un bronceado natural color marrón doradizo que debía verse increíble bajo el sol. A su lado, un hombre de la edad de White anotaba sus palabras en un pergamino de larga extensión, observando el extendido que ella le enseñaba. — Tendremos que mantener examenes constantes por si alcanzó a dañar alguno de los órganos vitales ¿Cómo reaccionó a las últimas pociones?

— Uhm — la vocecita del hombre pareció muy tensa, ahora que acababa de verle despierta encima de la camilla en la que estaba recostada. White tragó saliva, preguntándose si debía pretender desmayarse o esperar a que se distrajeran de nuevo para huir. Por supuesto, sus cavilaciones no llegaron muy lejos, ya que él agregó rápidamente: — Healer Mary...

Healer Mary giró la cabeza casi de inmediato, dándose cuenta de lo que sucedía. El pergamino de resultados se cerró de golpe y cayó en los brazos del hombre, que estuvo más feliz de lo que era normal de escaparse lejos. White parpadeó, sintiendo un mareo repentino al ver la vestimenta de la mujer que se acercaba; los tacones de punta resonaron en el suelo y la túnica blanca cerrada que cubría su ropa muggle se arrastró encima de la cerámica.

— Que bueno que despertaste — le dijo, analizando la pantalla de humo mágica que flotaba cerca de la camilla. White fue incapaz de mirarlo, porque la cabeza le palpitaba de dolor y náuseas, por lo que trató de enfocarse en Mary, que le regaló una sonrisa fugaz. — Creímos peligroso continuar administrando pociones sin que reaccionaras a ellas ¿Cómo te sientes?

— Como si me hubiera arrollado un gigante — respondió, carraspeando al oír su voz tan ronca. Tenía la garganta reseca y se sentía como si no hubiera hablado en meses. — ¿Cuánto llevo inconsciente? ¿Dónde estoy?

— San Mungo — informó, y el estómago de White se enrolló y dio volteretas por la horrible confirmación de su temor. Odiaba estar aquí otra vez. Hubiera preferido que le capturaran mortifagos, lo que asustaría a alguien cuerdo si lo decía en voz alta, pero actualmente no le importaba. San Mungo fue parte de sus pesadillas, de los peores años de su vida, recordándole lo que había ocurrido sólo porque era tan mimada que no podía aceptar no tener una fiesta de cumpleaños. Mary debió notar al menos una parte de sus pensamientos, ya que añadió: — Sí, leí tu historial. Ha sido un milagro que la maldición que te golpeó no activó algún residuo del accidente en ti, lo que nos preocupaba eran las pociones.

INFINITY ━━ james potterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora