Paraguas

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Uraraka no le tiene miedo a Bakugou. Bueno, tal vez un poco, pero no de la manera en que las cosas son entre un corderillo y un lobo; no, ella tiene más bien miedo a que le rompa los tímpanos o le termine de robar la virginidad auditiva con sus discursos llenos de palabras altisonantes. Sin embargo, Uraraka nunca se ha rehusado a hablarle, es sólo que no hay tema para debatir entre los dos o alguna razón especial... hasta este día.

Resulta que los dos viven en la misma dirección, no muy lejos de U.A., eso lo saben ambos bastante bien porque en ocasiones se topan por las mañanas o al salir de la escuela. No caminan junto al otro porque no hay razón para ello, ambos lo tienen bien asumido y realmente no les importa, pero esta vez Ochako necesita de verdad hablarle a Katsuki y caminar a su lado: es que se le ha olvidado el paraguas y le urge, de verdad le urge, volver a casa.

Lo espera en la salida, resguardada todavía por el techo, lo para tomándolo del hombro y Bakugou le gruñe y le dice un muy rudo "¿qué quieres?" a cambio, como cabría esperar de él. Uraraka no se intimida, no se pone tímida ni se echa para atrás, aunque el perenne ceño de su compañero la invite a salir corriendo de allí.

—Compartamos paraguas —pide—. De verdad necesito llegar a casa y llueve demasiado. ¡Demasiado! —hace aspavientos para demostrar su punto y señala hacia los charcos frente a ellos.

—¿A mí qué me importa? Debiste traer tu maldito paraguas —espeta. Una respuesta que Ochako ya esperaba de antemano.

—Bueno, lo olvidé. No pensé que llovería... tanto —explica un tanto apenada, sabiendo que fue demasiado ingenua al salir de casa esa mañana.

—Pues eso es tu jodida culpa, no me metas en tus asuntos.

—¡Pero vivimos en la misma dirección! ¡No te hará reprobar ni te reventará un riñón por compartirlo!

Bakugou masculla un par de groserías y vuelve a rechazar, pero, por su tono, Uraraka sabe que está a punto de ceder.

—Sigue siendo tu problema. Ve y pídele el paraguas al baboso de Deku y deja de molestarme.

—Deku no vive en la misma dirección —razona—. ¡Tú sí! No debería molestarle. No es he-ró-i-co.

Completamente a su merced con su deletreo cuasi hiriente, Bakugou le lanza el paraguas en las manos y se precipita a la lluvia con las manos bien metidas en los bolsillos y, probablemente, odiándola un poquito más. Pero Uraraka no estaba allí para hacerlo mojarse, claro. Abre el paraguas y camina a su lado, apresurada, intentando cubrirlo lo más que puede.

—¡Compartamos paraguas! —grita antes de cubrirle lo más que puede para evitar que se moje.


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Originalmente publicado: 18 de septiembre de 2016


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Nota: esto es todo lo que tengo del Kacchako, a diferencia de mis otras colecciones, esta la doy por concluida aquí mismo. Cualquier otra historia, oneshot o no, será publicada de forma independiente. Gracias por leer.

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