La ciudad ardía de barullo. Las calles estaban abarrotadas, era lógico, era día de mercado. Y en un rincón le vi a él. Intentaba esquivar cualquier mirada indiscreta de los transeúntes que pasaban por allí. Buscaba a alguien,y ese alguien era yo. Se acercó a mí para decirme algo. Me dijo que tenía que entregarme algo muy importante, su corazón. Me quedé perpleja. No me lo esperaba en absoluto.