La guerra de agua había comenzado. Me tiraron un globo que esquive con facilidad. Fui a rellenar un globo para tirarselo a alguien y lo encontré, fue un flechazo inmediato. Los segundos en los que nuestras miradas se cruzaron fueron mágicos, fantásticos. Un globo que aterrizó entre los dos nos devolvió a la realidad. Todo el mundo nos miraba atónitos a lo que pudiéramos hacer después. Estábamos incómodos. Pero ninguno nos arrepentimos de la decisión que tomamos más tarde. Nos besamos. Sentí las típicas mariposas en el estómago. No me importó que la gente nos mirara. Disfrutamos del momento al máximo. Al separarnos la gente que estaba mirándonos nos aplaudió. Yo me ruborize. Nos cogimos de la mano, ilusionados. Y así fue como comenzó nuestra mágica historia de amor, que sigue a día de hoy. Ese momento fue uno de los mejores de mi vida. Y seguirá siendo siempre. Aquel verano fue el mejor, en el que encontré la verdadera magia del amor y a mi amor verdadero.