Jane solo se quedó parada esperando a que dijera algo más, pero eso no parecía suceder.
—Entonces, ¿no lo harás? —ella preguntó ahora cruzada de brazos.
—Después lo hago. —el chico le contestó sin darle importancia.
—Bueno, estaré por allá. —Jane añadió algo decepcionada.
Gabriel la volteó a ver directamente a los ojos; abrió la boca, parecía que iba a decir algo, pero se arrepintió y la cerró sin añadir nada más a la conversación.
—De acuerdo, te veo luego. —el castaño se despidió simplemente.
Ella regresó a su banco donde Fred no tardó en voltearla a ver. Entonces, se dio cuenta de que seguía la clase de Deportes y recordó lo que había acordado con Fred sobre jugar basquetbol. Le daba algo de pena recordárselo, sin embargo estaba dispuesta a hacerlo para jugar con él; a punto de hablarle, fue interrumpida.
—¡Hey! Sí jugaremos basquet hoy, ¿verdad? —Fred inquirió con timidez acompañado de una carita muy linda de curiosidad y entusiasmo.
El corazón de Jane empezó a palpitar rápidamente; le había leído la mente. Lo recordó, la rubia pensó mientras una sonrisa se le escapaba.
—Claro, vamos. —confirmó mientras lo esperaba a que guardara sus cosas.
El día se había tornado algo soleado como lo pronosticaban, las nubes se habían alejado y ya no hacía tanto frío. Ambos muchachos bajaron junto con su grupo y llegaron a la cancha de basquetbol. Mientras el maestro traía los balones, Jane y su grupo lo esperaban sobre las gradas.
—Jane, ¿jugamos voleibol? —Ariana, una de sus mejores amigas, soltó de la nada.
—Lo siento, Ari, hoy jugaré basquet. —contestó la paliducha sonriéndole, ya que de igual forma estaba agradecida por la petición.
—Oh, ¿jugarás con Vale? —inquirió curiosa, mencionando a una de sus amigas que suele jugar ese deporte.
—No, con Fred, de hecho. —mencionó tratando de no darle tanta importancia.
—Ahh, ya veo. —la castaña le dedicó una sonrisa pícara y la otra se limitó a sonreírle tímidamente; Ariana rió por su conversación de miradas—. No te preocupes, ya jugaremos otro día; diviértete. —repuso para después irse corriendo hacia el patio con las demás de sus amigas.
Al principio, ella se sintió un poco mal por cancelar el ir con sus amigas a jugar, pero era lo justo, Fred le había dicho primero. De pronto, escuchó la voz de Elliott a lo lejos; parecía provenir de por debajo de las gradas.
—Oye, ¿vendrás a jugar fut? —la voz ronca tan característica del chico se hizo presente.
—Eh... No, hoy no podré; voy a jugar basquet con Jane. —le siguió la voz de Fred.
—Ah, no pasa nada, sé que estarás bien acompañado. —dijo el otro en tono molestoso acompañado de una risita.
—Cállate. —musitó el rubio entre risas.
Ella rió al haber escuchado su absurda conversación y ya no se sintió tan mal al saber que no era la única que cancelaba el ir con sus amigas. Llegó el maestro y trajo el balón de basquet, el cual Jane tomó al instante para separarla. Los chicos se fueron a la cancha de fútbol y las chicas al patio a jugar voleibol.
Fue entonces que notó que su amigo no se encontraba por ningún lado, y se empezó a preocupar; buscó por las gradas para ver si estaba ahí, pero fue en vano. Empezó a creer que se había ido a jugar con sus amigos o que se había olvidado de lo que-
—¡Bú! —Fred exclamó para asustarla mientras le tocaba la espalda.
Jane soltó un gritillo algo agudo.
—¿Qué te pasa? —preguntó espantada mientras lo empujaba suavemente.
—Hubieras visto tu cara. —el rubio estaba atacado de la risa.
Al verlo reír, ella también empezó a reír, a pesar del gran susto que la había hecho pasar. La chica empezaba a sentir confianza para reír natural y abiertamente con él.
—Estás bien menso. Vente, vamos a jugar. —Jane añadió para después salir corriendo mientras botaba el balón.
Llegaron a la cancha de basquet, la cual estaba vacía y ya que estaban ahí, Jane miró a Fred preguntándose en voz alta la siguiente pregunta.
—¿Sabes jugar?
—Algo. —respondió el chico sin especificar.
La rubia comenzó a botar el balón otra vez.
—Bueno, como ya sabes, tienes que encestar canastas y tienes que evitar que el rival logré ences-... —explicaba.
Sin previo aviso, Fred corrió y le robó el balón.
—Ah... Con que así quieres jugar, ¿eh? —Jane arqueó una ceja de forma retadora.
—Ven por mí. —la retó mientras una media sonrisa no tardaba en aparecer.
En seguida, corrió detrás de él y el otro comenzó a huir. Empezaron a jugar ellos solos, sin darse cuenta de lo buenos que eran botando y dominando el balón, al igual que defendiendo su canasta.
—No me alcanzarás. —alardeó el rubio mientras le sacaba la lengua de forma boba.
Ella corrió y le robó el balón arrancándole esa sonrisa victoriosa.
—¿Decías? —la chica interrogó y ambos soltaron una risotada.
Empezaron a encestar canastas, pero en una de ellas el balón rebotó y se fue hasta el lado contrario de la cancha. El que corriera más rápido lo iba a alcanzar y era cerca de la canasta de Jane. Ambos se vieron al mismo tiempo por unos segundos y, un instantes después, se echaron a correr tras la pelota. Corrieron y corrieron, para entonces darse cuenta de que alguien ya la había cachado antes que ellos: Elliott, y Carmen se acercaba a lo lejos.
—¿Podemos jugar? —Elliott soltó refiriéndose a los dos.
—Claro. —dijeron Jane y Fred al unísono.
Comenzaron a jugar ahora los cuatro: Fred y Elliott contra Jane y Carmen. Para su suerte, el equipo estaba muy bien equilibrado y ambos equipos no paraban de reír y de divertirse. Jane se decidió por sentarse en una banca para "recargar" energía; hacía mucho tiempo que no jugaba basquet. Sorpresivamente, Fred la imitó, sentándose a un lado de ella y dejando que Elliott y Carmen siguieran con el amistoso partido.
—Es muy cansado, pero muy divertido. —comentó Fred recuperando aire.
—Lo sé. Oye, eres muy bueno en esto. —hizo una pausa para recuperar su aliento—. Deberías meterte a clases; mejorarías rápido. —Jane lo motivó.
—¿Tú crees? —el chico se sorprendió.
—Claro que sí: tu estatura, tu fuerza, tu rapidez... Eres perfecto. —la rubia añadió admirándolo—. Para ser basquetbolista. —aclaró al darse cuenta de que sonó algo raro.
Fred le sonrió de lado por un segundo.
—Merco. —contestó con acento francés haciendo sonar la "c" como "s".
—¿Merso? —Jane arqueó una ceja ante la inesperada respuesta.
—Sí, merco: gracias. —explicó cómo si fuera lo más obvio del mundo.
—Creo que la palabra correcta es "merci". — ella lo corrigió riendo.
—"Merco" es mejor. —Fred murmuró fingiendo ofensa a lo que ella había dicho antes.
—Tú y tus palabras. —la rubia negó su cabeza sin poder esconder la sonrisa que se le estaba formando en los labios.
—Tú también deberías entrar a la clase de basquet, por cierto. —el paliducho la animó de pronto.
Jane se sintió halagada al escuchar eso y dejó el pensamiento guardado para considerarlo después.
—Gracias... O merco. —contestó Jane para después reír junto con su amigo.
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El Secreto de Aquella Chica
Romance¿Por dónde comienzo? La historia de aquella chica de ojos miel, tez pálida y cabello rubio cenizo seguramente no era la más bonita, tampoco la más triste, pero se podía decir que sí la más importante e inolvidable de su corta vida. Ésta comienza un...