#3 Conociendo a los vecinos

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Estaba tan cansada que no me di cuenta cuanto tiempo dormí hasta que en mi teléfono empezó a sonar Californication y eso sólo podía significar una cosa, mi mejor amiga Vanessa me está vídeo llamando. Salte de mi cama para tomar el teléfono que estaba en mí buró y conteste.

-¿Cómo está la segunda mujer mas bella del planeta? - típico de Vanessa, es que está medio loca, pero a mi me encanta seguirle el juego.

-¿Como que segunda y quien se supone que es la primera?- Le digo con una sonrisa en mi rostro, púes ya se la respuesta.

-Obvio que yo, cariño- lo sabia tiene el ego más grande - llamaba por que no te has reportado.

-Vane, no tengo ni una semana aquí y además hasta anoche logré terminar de organizar todo.- a veces es algo paranoica.

-Si, lo sé. Pero es que te extraño, creó que es la primera vez que nos separamos -nuestras madres trabajan juntas y por eso somos amigas de embarazo como decimos nosotras - además creí que al fin habías conocido a tu princeso azul y te había raptado en su caballo alado.

- Púes... princeso azul todavía no, pero ayer conocí a un par de bellezas que ni mandadas a hacer de encargo - le comencé a contar lo de la noche anterior, mientras ella solo se reía.

- ¡Ay, Elena! Sólo a ti te pasan esas vainas, mira el lado bueno al menos tienes el número de uno y una cita con el otro. Picarona.- lo último lo dice en tono de burla, en ese instante me fijo en la hora y ya son las doce y media, y yo ni me he bañado.

-Vane te dejo, es tarde y debo alistarme para ver a Carlos, te quiero mucho, saludes a tus padres y a los míos diles que los llamo en la noche -se me olvidó comentarles que además de amigas, éramos vecinas.

-Yo también te quiero, suerte mañana en tu primer día -me lanza un beso volado y cuelga.

Me levanto de la cama y siento mis piernas dormidas por tanto tiempo en la posición india, me dirijo al baño para tomar una ducha, cuando término escojo un vestido sencillo de tirantes, ajustado en la parte de los senos y hacia abajo suelto, y unas bailarinas del mismo color.
Me dirijo a la cocina y me sirvo un poco de jugo de naranja y una rebanada de budín de almendras, cuando lo término lavo lo que utilicé y lo devuelvo a su lugar, luego cepillo mis dientes y me aplico un poco de brillo labial, me siento en el sofá y listo ahora solo queda esperar.

Cuando pasan diez minutos el timbre suena y me encamino a la puerta mientras aliso mi vestido. Al abrir me encuentro a Carlos, vestido muy diferente a la noche anterior, lleva un pantalón de mezclilla en color azul, una camiseta roja que evidencia su buen cuerpo, aunque no tan bien trabajado como el de Miguel -y yo que hago pensando en Miguel -su cabello se encuentra peinado hacia arriba lo que le da un toque mas juvenil.

-Hola, ¿ Cómo te encuentras?- me dice con una pequeña sonrisa.

-Muy bien, estaba tan cansada que caí como tronco y no desperté hasta hace poco - le respondo también con una sonrisa.

-Te traje esto, espero no te moleste - dice mientras me extiende un pequeño ramo de tulipanes en color lila.

-Oh, ¿Cómo lo supiste? son mis favoritas y no hay ningún problema, esperame un momento las pondré en agua -voy a la cocina busco un jarrón que mamá me regalo y les pongo agua para dejarlas en la encimera. Camino hasta la puerta y tomo mi bolso de la mesita que queda al lado - ¿Nos vamos?

- Vámonos -dice mientras me ofrece su brazo, lo tomo y cierro la puerta - he pensado que empecemos en este piso y vayamos descendiendo hasta el piso número uno.

- Me parece bien, empecemos -Empezamos a tocar puertas y entonces me di cuenta que mi piso estaba casi vacío de no ser por una viejecita que vivía en el 7G, que está al final del pasillo, como la señora esta medio sorda solo pude saber que se llama Hilda.

-Prefieres que vayamos por el elevador o por la escalera.

-Por el elevador -no quiero que se de cuenta de mi problema, no quiero que pregunte, no puedo hablar todavía. -así podemos hablar mientras esperamos.

-Ok -dice y veo en sus ojos un poco de diversión -¿Qué tal si jugamos a las diez preguntas?, Oh, ya llegamos - salimos del elevador en el piso seis- aquí solo están ocupados, cinco departamentos, veremos en cuantos nos atienden.

De los cinco, sólo conocí a Sonia, maestra y madre soltera de una bolita llamada Will y a Tania, una odontóloga recién graduada. Ya frente al elevador retomamos nuestro juego.

-Muy bien yo empiezo, ¿que edad tienes?-yo cálculo que no pasa de los veinticinco.

-¿Cuantos crees?-me dice con una sonrisa y yo lo quedo viendo con los ojos entrecerrados - no te molestes, bien tengo 32- Me toca ¿Estudias o trabajas?

-Mañana empiezo en mi nuevo trabajo como traductora - le digo, cuando entramos nuevamente al elevador- Dijiste que tu abuelo es el dueño, ¿Porqué tantos colores?

-Es una pregunta extraña, pero te lo diré, es por mi abuela...-se quedó un momento en silencio -Ella falleció hace un año, pero siempre decía que el mundo debía estar lleno de colores para así alegrarnos la vida - noté un poco de tristeza en su rostro, pero en seguida lo borró -¿Y a ti que te trae a la ciudad?

-Quería cambiar de ambiente ¿tu has vivido siempre acá?- intento desviar el tema.

-No siempre, hubo un tiempo que estuve en el extranjero por cuestiones de salud. Parece que todos los de este piso han salido- dijo cuando tocábamos en el cuarto departamento, en eso se abrió la puerta dejando ver a una morena seguida de un par de niñas idénticas, son una familia, su esposo Esteban no se encontraba púes es oficial de policía y se encontraba de turno, ella se llama Catalina y sus dos pequeñas Dyna y Dana. Así seguimos nuestro recorrido mientras el me contaba que era el gerente general de una compañía de tecnología de seguridad, al parecer le gustaba mucho su trabajo,por que se extendió hablando de este.

Logré conocer a unos cuantos vecinos más, ya que al parecer por ser domingo la mayoría había decidido a salir, conocí a Rodrigo un universitario estudiante de veterinaria, Don Agustín un anciano un poco cascarrabias, a Carmen quien es niñera, Sofia, ella es Chef de un restaurante italiano, Claud un francés descarado que vino de vacaciones, pero ya lleva casi un año acá, Ignacio un abogado que roza los cuarenta años y Finalmente llegamos al primer piso.

–En este piso sólo vive don Julian y su familia, ellos ocupan dos departamentos y el resto son ocupados como bodegas– me dice mientras tocamos la puerta– El trabajó para mi abuelo desde muy joven y cuando se debía retirar mi abuelo le ofreció éste puesto y el hospedaje.

Don Julian nos recibió con una sonrisa y nos presento a su esposa Nora, a Carla y Stephen, un par de adolescente, a Mayra quien esta empezando en la carrera de Inglés comunicativo, y finalmente Tomás su hijo mayor, quien estudia Ingeniería en sistemas y es el que junto a Carlos se encargan del sistema de seguridad del edificio.

Nos despedimos y al salir nos quedamos en silencio–¿ Te gustaría ir por un helado?– me dijo mientras rascaba con nerviosismo su nuca.

–Me encantaría, pero estoy algo cansada y mañana empiezo en el nuevo trabajo y quiero ir fresca como una lechuga – Si, ya sé que es una excusa tonta, pero el dolor se estaba intensificando y no quería que el notara mi problema.

–Esta bien...–dijo forzando una sonrisa– te acompaño a tú departamento y yo también iré a descansar un rato.

El recorrido del elevador para llegar a mi piso, se me hizo eterno, íbamos en un silencio sepulcral y yo sabía que lo había echo sentir mal y no sabia como remediarlo.

Al fin llegamos y me di la vuelta para despedirme –Muchas gracias por el recorrido –dije y extendí mi mano, el la quedó viendo unos segundos, luego la tomo, se inclinó hacia mi y depositó un beso en mi mejilla provocando me un sonrojó, debido a la sorpresa.

–Fue todo un placer, espero verte pronto– dijo y se dio la vuelta para irse por las escaleras.

El resto de la tarde la pasé viendo televisión, mi canal favorito ID, en la noche llame a mis padres y luego de una hora de reproches de mi madre por ser una hija ingrata, me dispuse a cenar un poco de pasta que me había quedado de la noche anterior y me fui a dormir.

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⏰ Última actualización: Jan 29, 2020 ⏰

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