#2 Tragame tierra.

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Ya es sábado en la noche, al fin logré terminar de ordenar, todo ha quedado como quería,solo me resta sacar la basura y san se acabó.

Miro mi aspecto y estoy un poquitin desaliñada, esta bien muy desaliñada,llevo solo un mini short de pijama, una blusa corta de tirantes, estoy descalza y llevo un moño a medio hacer, pero si no me he topado con nadie en estos días menos lo haré un sábado a las once treinta de la noche, el que no este dormido debe de andar de fiesta.

Me decido a bajar como estoy, serán lo mas diez minutos en el elevador y ya.

Entro en elevador con mis dos bolsas de basura y presiono el botón del sótano que es donde se encuentran los recipientes para basura. Voy tan distraída en mis pensamientos que no me percato de que han solicitado el elevador en el piso seis hasta que las puertas se abren, levanto mi cabeza y me encuentro con la imagen mas bella que mis ojos han visto.

Un hombre de aproximadamente 1.90 m, tez morena, pelo castaño, ojos verdes, pero no cualquier verde es verde musgo, que wao! y un cuerpo de infarto, va enfundado en un pantalón pinzas azul oscuro, una camisa blanca con las mangas enrolladas hasta la mitad de sus brazos, y que brazos, y los primeros botones abiertos, su cabello es corto y va peinado hacia atrás, lo observo de pies a cabeza descaradamente hasta que escucho un grito que me hace volver a la realidad.

--¡Detenga el elevador!-- Se escucha una voz de hombre, el castaño voltea y detiene la puerta con su mano izquierda.

--¡Muchas gracias!-- dice el hombre que grito anteriormente, el castaño se hace a un lado para darle entrada y es ahí cuando lo veo, ¡Oh, por Dios! ¡Los ángeles se han caído del cielo! Es un poco mas alto que el castaño, piel nívea, pelo negro como la noche más oscura y unos ojos como si fueran de chocolate derretido, voy bajando mi vista poco a poco y me encuentro con unos labios carnosos y humedos- quiero probarlos- sigo bajando llegando a un muuuy musculoso tórax- quiero morder esos pectorales- lleva una camiseta negra que deja ver sus muy bien tornados brazos- En definitiva, este chico va al Gym-su pantalón es de chándal gris, y le cae sobre las caderas. Cuando subo nuevamente mi mirada encuentro un pequeño sonroso en sus mejillas-¡ El chico es tímido!- Escucho un carraspeo que me saca de mi inspección, volteo hacia el sonido y es el castaño que extiende su mano hacia mi.

--Carlos Férrer, ¡Mucho gusto!--correspondo su saludo y me pierdo en la calidez de su tacto--¿Y tú nombre es?

Idiota te has quedado muda--Elena Carrillo, encantada-- Al fin suelto su mano volteo hacia el pelinegro y lo encuentro repasandome tan descaradamente como lo hice yo, solo entonces recuerdo la facha de indigente que llevó puesta ¡Tragame tierra!, ahora soy yo la que carraspeo--¿Y tu eres?--El me mira a los ojos y extiende una sonrisa de medio lado que me deja ver el pequeño hoyuelo que se forma en su rostro, extiende su mano y yo le brindo la mía, la toma, la lleva hasta su deliciosa boca y deposita un beso en el dorso de esta.

--Miguel Duarte, para servirte en lo que gustes-- baja mi mano despacio hasta soltarla y yo siento un leve cosquilleo. Se posicionan a cada uno de mis costados, y yo siento que éste sitio se ha vuelto muy pequeño.

--¿Eres la nueva chica del siete?--pregunta Carlos.

--Si me mude este miércoles, pero hasta hoy estoy terminando de organizar.--aclaro para que sepan que no soy una desasiada--¿Y ustedes viven aquí o están de visita?-- por favor que vivan aquí.

--Yo vivo aquí y es una lástima que no me haya enterado de tu mudanza antes y así poder ayudarte...--habla Miguel-- de esa forma me podrías acompañar a la fiesta a la que me dirijo en éste momento.

--Si es una lástima, púes son los primeros a los que conozco en éste edificio--y que suerte he tenido--además de don Julian, claro.

--Si tu quieres, te puedo presentar al resto de los vecinos...-dice Carlos- veras mi abuelo es el dueño del edificio y estoy seguro que si te acompaño no abra ningún inconveniente.

--Eso sería genial, ¿te parece mañana en la tarde?- parece pensarlo

--Ok, paso por ti a las dos, mi departamento es el 6G para lo que quieras- volteo hacia Miguel, para ver si él también me da su número de apartamento.

--Lo siento, preciosa, pero aun no te conozco bien para darte el número de mi departamento, pero puedo darte mi número de teléfono--saco mi cel de la cinturilla de mi short y se lo entrego, el marca su número, lo guarda en mi agenda y se realiza una llamada--listo ahora yo también tengo el tuyo- me dice con una sonrisa.

Me regresa el cel y yo lo guardo en el mismo lugar, suena la campanilla del elevador indicando que hemos llegado al sotano--Te ayudo--dicen al unisono y cada uno toma una de mis bolsas, que ya ni me acordaba a lo que iba.

--¡Gracias!--les digo a ambos.

Carlos sale del elevador, se despide con la mano, yo le respondo de la misma manera y me dice--Nos vemos mañana--se da la vuelta y camina hacia la salida del sótano.

Miguel me queda viendo como dudoso, de repente se inclina y deposita un beso en mi mejilla.--Llámame cuando quieras, que yo llegaré donde sea que estés.--se da la vuelta y camina también a la salida y yo me quedo ahí como boba, viendo como las puertas del elevador se cierran.

El hombre de abajoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora