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En serio eres lo que más quiero, prometo que no te empujaré a la tierra.

Lo conoció gracias a los Vengadores, es el “hijo” de Tony y Steve, es Spiderman, tendría que pasar tiempo con él quiera o no.

Convivir con ese chico fue... no había palabras para expresar todo lo que ese niño le hacía sentir, Peter siempre encontraba la forma de hacerle sonreír, ya sea con una simple broma o siendo él mismo hablando sin parar.

Hiciste que todos mis planes se fueran al caño.

Los meses ya habían pasado, cuatro exactamente, y hace dos semanas que no seguía con su plan: arruinar a Tony Stark; tenía todo a su disposición, los chicos comenzaban a ser un poco más abiertos con él, bromeaban más, ya era parte de la familia... pero no se sentía como él mismo.

Y todo era culpa de Peter Parker.

El chico siempre lo jalaba a todas partes, si él iba a una tienda de comics Quentin también tenía que ir con él, Peter iba al centro comercial, el mago tenía que opinar sobre el color de la camisa.

Ese chiquillo lo había cambiado por completo hasta el punto de abandonar su plan, sólo por él.

Cada vez que me sonreías sentía mi corazón latir rápidamente.

Vamooos Quentin, por favoooor.-le suplicaba Peter mientras le jalaba la manga de su playera.

—No Peter, no lo haré.

El chico se puso en frente de él, mirándole suplicante, con esos ojos bonitos de cachorro abandonado.

Habían ido a una pequeña feria sólo por los caprichos de Parker, el ilusionista había aceptado ir con él simplemente para cuidarlo y pasar un tiempo afuera, pero ahora el ya no tan adolescente quería que se subiera con él a un carrusel, juntos, en el mismo caballo.

Y eso era algo que Beck tal vez aceptaría si no hubiera tanta gente a su alrededor.

¿Por mi?

Y con esas simples palabras, Peter ya lo tenía comiendo en la palma de su mano.

No tuvo de otra más que aceptar y, junto con un sombrero de Mickey Mouse que le quedaba una talla más pequeña, se subió junto con él al caballo.

Lo que no sabía era que al subirse al juego los encargados del mismo te tomaban una foto. Cuando ambos bajaron un señor de no más de treinta años les dió dos fotos, una para cada uno donde Peter salía con el mismo sombrero que él, alzando los brazos con los ojos cerrados y una gran sonrisa que mostraba sus perfectos dientes blancos y Quentin... bueno, él salía con el estúpido sombrero, agarrándose de la cintura del niño mirándolo con ternura y una pequeña sonrisa, la foto era perfecta.

Pero Peter no notó lo que se verdad demostraba esa mirada.

Siguieron por todo el lugar hasta que todo estuvo cerrado y se tuvieron que ir.

Llegaron a la Torre totalmente cansados, pero felices. Peter se despidió de él con un beso en su mejilla agradeciéndole por lo que había hecho por él, yéndose a su habitación dejando a un sorprendido Quentin sin que se diera cuenta.

Estaba acostumbrado a que lo abrazara, le agarrara de la mano, pero nunca le había besado.

Y fue ahí cuando supe que me habías enamorado, porque amo todo lo que haces, cuando me dices que soy tonto por las estupideces que hago.

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