ENCADENADOS [PCC]

Capítulo 2

Castle Peak Hospital, Hong Kong; China - 02:48 am

Las peores penurías de las cuales ninguna persona desea pasar es en los hospitales. Tristes, sofocantes, angustiantes. Por lo tanto, nadie quiere terminar ahí, ni siquiera morir o peor aún, vivir una vida artificial conectado a una máquina, midiendo tus pulsos vitales mientras duermes durante años entre la vida y la muerte. Definitivamente, es una agonía.

Los únicos testigos que enfentan la dura de tarea de dar esperanzas o lo contrario, la defunción de un paciente a sus respectivos familiares, son aquéllos que viven con la consciencia intraquila de que cada día es un nuevo reto profesional. Nunca ha sido fácil cuando en ocasiones se vuelve una paradója la vida y la muerte de un ciudadano, que por consiguiente del contrario trabajador debe apelar al perjuicio de la impaciencia del hombre, quien juzga por el labor y no felicitada por el esfuerzo.—

Todos los días son las mismas rutinas monótomas para el servicio médico de Hong Kong, en especial la sala de Emergencias, albergada por gente que necesita atención por cualquier tipo de necesidad especial y urgente. Casos difíciles de accidentes, lesiones por armas de fuego o blancas, problemas de salud de cualquier índole, entre otros casos. No hay horario fijo para determinar el límite de entrada y salida de los médicos.

En una noche, todo puede suceder...

El sonido de la sirena alerta a quienes yacen sentados en la bancas de espera, aturdidos por las cegadores luces rojas que se encuentran fuera del hospial, traspasando las puertes de cristal es visible ver a los paramédicos bajar una camilla con prisa y con ellos, un joven; y no es cualquier sujeto.

—¡Abran paso, por favor! —gritó un paramédico entrando con una camilla quien yacía una mujer joven— Tenemos un código azul. Avísenle al doctor Gao que es urgente.

Una de la enfermeras de la recepción salió a paso rápido perdiéndose entre los pasillos del lugar acatando la petición de su compañero. En cambio, otra de las enfermeras que estaban de paso fue hacía su compañero a auxiliarlo en lo que podía, siguiéndoles el paso de un lado para no estorbar el camino. El joven quien acompañó a los paramédicos en el trayecto igual les seguía detrás, con intentos fallidos de intervenir para estar junto de la joven mujer de la camilla. Parecía que no era de paciencia, sin embargo, no quería parecer descortés con una actitud imponente. Su presencia tampoco es que fuera bien vista para el resto de los médicos. No es imprudencia, sino preocupación.

—¿Qué le sucedió a esta joven, Jian? No encuentro indicios de una lesión física —comentó con consternación la enfermera. 

—Tuvo un accidente automovilístico. No tuvo ninuna lesión, sin embargo empezó a convulsionar minutos después, dentro de la ambulacia. Al parecer había perdido la conciencia durante el accidente pero hasta el momento no había gravedad en su estado sino hasta la mitad del camino al hospital. No se sabe aún si consumía fármacos sin autorización médica o haya consumido alguna sustancia ilícita causante de su estado —explicó—. Sea la causa, no puedo intervenir en más. Le diré a Lixue que cubra tu turno, no es necesario que apoyes por esta noche Yun —le recomendó el paramédico a su compañera de trabajo, siendo comprensivo.

La enfermera sólo asintió, angustiada. —Desmedido control de sustancias noscivas. Pobre señorita —lamentó. Quedándose en el pasillo, observó el traslado de la joven mujer, sin percatarse de que no estaba sola.

De un momento a otro, el joven que iba detrás de los médicos, caminó metros más adelante de la enfermera, con una insistencia en dirección a una puerta donde fue conducida la joven en camilla, hasta que una voz cansada lo detuvo en seco, parándolo de su objetivo.

—No puedes pasar, joven. No tienes acceso autorizado para entrar.

—¿A dónde se la han llevado? —preguntó directo aquél joven, sonando más como exigencia que pregunta.