prólogo

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el día estaba soleado, los habitantes de karmaland hacían sus tareas diarias, el cartel de karmaland era iluminado por el radiante sol y ahí, era donde estaba el fruto del caos.

habían ocho de los nueve que en teoría se iban a mudar a karmaland.

reían y se pegaban de forma amistosa entre ellos, hasta que se separaron y cada uno corrió hacia un lado del lugar, dispuestos a construirse un hogar.

roxanne miró la bola de la profecía con aburrimiento mientras las doncellas la peinaban.

estar encerrada en palacio era un aburrimiento, solo podías montar a caballo, o pasear por los centenares de jardines, o simplemente quedarte mirando la bola de las profecías, que venía a ser una televisión para las deidades.

aunque todo eso estuviese bien, hacerlo todos los días durante veinticinco años, era un auténtico coñazo.

se levantó del diván de golpe dejando a la doncella sorprendida y salió de su habitación dispuesta a hablar con su padre.

irrumpió en la sala del trono donde se encontraba su padre con sus tíos y tías hablando animadamente.

-padre.

-cariño, ¿necesitas algo?

en ese momento se acobardó, con sus tías y tíos delante le daba algo de corte, ¿y si se reían de ella?

-nada, solo pasar tiempo contigo.- una de sus tías sonrió enternecida. su padre rio suavemente y palmeó una de sus piernas para que la joven se sentase.

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roxanne suspiró cuando el salón del trono quedó totalmente vacío a excepción de ella y de su padre.

-¿qué pasa, rayito?- preguntó su padre.

-bueno...- venga roxanne, es tu oportunidad. pensó- papá, me gustaría hacer algo más que solo cabalgar o pasear.

zeus suspiró, sabía que ese momento llegaría, que su pequeña niña querría abandonar el nido.

se tronó los dedos, estiró el cuello y su espalda, roxanne lo miró con la ceja alzada.

-esta bien.- la mirada de la chica se iluminó, ¿enserio? ¿estaba pasando?- últimamente karmaland esta lleno de vida, ¿te apetece ir a vigilar a esos chicos?

roxanne dio un pequeño grito de emoción y abrazó a su padre con efusividad.

-mañana, ahora ve a dormir, cielo.

lo había conseguido.

corrió a su habitación y abrazó su almohada con alegría, brincó por su habitación y gritó como si se tratase de una adolescente.

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cuando roxanne despertó la mañana siguiente, se dio cuenta al instante de que no estaba en su habitación, si no que estaba en una más pintoresca y sin tantos lujos.

tenía un armario lo suficientemente grande como para que su ropa entrase sin preocupaciones, y hablando de la ropa, abrió el armario y vio que los vestidos que solía usar no estaban, al contrario, habían sido cambiados por pantalones, camisas y alguna que otra falda pero nada que hiciese notar que era una diosa menor.

se acercó al baño para arreglarse y hacer sus necesidades y cuando subió a la cocina ( debido a que su habitación y el baño estaban bajo tierra, como si estuviese en un bunker ) se encontró a un hombre con una extensa barba y a un muchacho a su lado era castaño y tenía una estatura media.

-uy hola... ¿qué hacéis en mi casa?

ambos hombres la miraron, uno más sorprendido que otro.

-te estaba esperando.- dijo el anciano dejando la taza de té en la mesa, a su vez, el otro chico la miraba sorprendido, había entrado en casa de alguien sin su permiso.

-soy luzu, un gusto.- luzu le tendió la mano a roxanne y ella la tomó con una sonrisa amable.

-roxanne- se acercó a la alacena y sacó lo primero que vio- os ofrecería algo, pero veo que ya estáis servidos.

frente a luzu se hallaba media taza de café, todavía un poco caliente.

el chico estaba sorprendido, ayer por la noche cuando entró a la casa gracias a merlon no se imaginó que iba a ser la de una vecina del pueblo.

estaba algo avergonzado por haberse colado en una casa ajena, pero la primera noche en karmaland había sido una auténtica pesadilla.

en la sala de estar se escuchó un jarrón rompiéndose y las tres personas miraron hacia la puerta.

-¡mierda! mierda, mierda, mierda, mierda.- otro chico muchísimo más alto que luzu entró a la cocina con un trozo de un viejo jarrón que roxanne tenía en su habitación de palacio.

-¡mí jarrón!- la castaña se acercó al chico y tomó los pedazos.- ¡tu sabes lo viejo que es este jarrón! bueno, era.- tomó los pedazos del jarrón y luego miró al chico.- ¿¡y tú quien demonios eres!?

el chico se rascó la nuca incómodo.

-rubius, soy rubius, siento lo del jarrón.

-roxanne.- la chica cogió las piezas del jarrón de las manos de rubius y las dejó en la encimera de la cocina.- ahora si, qué hacéis en mi casa.

-la primera noche en karmaland es dura.- comenzó luzu- no sabiamos que vivías aquí, no volverá a pasar.

roxanne asintió y miró a rubius, luego le ofreció la taza de café que ella estaba apunto de beber.

rubius susurró un "gracias" y dio un sorbo.

pasados unos minutos en completo silencio, incómodo a decir verdad, alguien habló:

-muchachos- merlon se giró hacia ambos- será mejor que se vayan, hagan sus hogares nos veremos otro día.- luzu y rubius asintieron, miraron a roxanne una última vez y se fueron.- siéntate jovencita.

roxanne le hizo caso.

-bien, tu padre a hablado conmigo, y no te voy a mentir, quiere que te eche un ojo,- la chica asintió incitando al hombre a continuar:- también me ha dado unas indicaciones que debes seguir si quieres quedarte aquí. la primera es nada de chicos.- roxanne quiso reír sabiendo que probablemente no cumpliría eso.- aunque a eso puedo hacer la vista gorda.

>>también dijo que debías vigilar a esos muchachos, que no se monte mucho lío y que por supuesto, pases desapercibida tampoco debes decirle a nadie lo que eres. por último, te conseguiré un puesto en la guardia de karmaland, pero al contrario que los guardias comunes, tu tienes total libertad para pasear por el pueblo. tienes tus cosas en tu armario.

roxanne asintió convencida.

el anciano se levantó de su sitio arrastrando la silla haciendo algo de ruido.

-si necesitas algo avísame.- dicho eso, salió de la casa brindándole a la joven una sonrisa amable.

-que buen sujeto.

roxanne rió, tomó sus cosas de la guardia y salió a dar una vuelta.

eden - karmalandDonde viven las historias. Descúbrelo ahora