Siento que me desvanesco pero rápidamente vuelvo en si cuando el se levanta de arriba mío para darme vuelta y levantar mi trasero dejando mi mejilla y pechos pegado a las almohadas.
Pafff. Me da una nalgada
—Ahh— Me quejo adolorida.
—Shhh....Todavía no hemos terminado.— dice mientras siento su enorme verga pasearse de mi ano a mi coño.— Nos queda mucho que practicar.— dice en un susurro bajo mientras me da un beso en el inicio de mi espalda y apoya sus brazos a cada lado de mi cabeza, no sin antes aver sacado mi cabello de mi cuello, dejándolo despejado y sin previo aviso se adentra en mi entrada sacándome un grito.
Sus penetraciones son extremadamente rápidas parece un animal en celo, su respiración en mi cuello es errática. Puedo sentir como sus enormes bolas chocan continuamente contra mi clitoris haciendme sentir más placer. Grito, grito más, grito tanto de placer que la garganta me empieza a doler, pero él no se detiene podría jurar que aumenta más el vaivén de sus caderas mientras su pecho de aprieta contra mi espalda y gruñe en mi oído.
—Ahhh, Jesús, María y José, Ahhhh vaaas a lassss...tttimarme..eee,
ee-stás muy graan-nde y duro, y vassss dee-emasiado rápidooo.— es lo que puedo decir en medios de tantas embestidas desenfrenadas, no sé si es posible pero siento cómo si se me acalambrara la vagina.—Aggg, T-Tu aceptaste— parece que hasta a él se le dificulta hablar, ya que lo dijo en un tono muy bajo y ronco con la respiración muy agitada.
Estoy tan perdida en el placer que me proporciona que no sé cuánto tiempo pasa lo único que me trae a la realidad es la explotación del orgasmo que me lleva a desplomarse en la cama. Pero él no se detiene sino que levanta mi trasero y continua con las embestidas rápidas hasta que siento su semen expeso y caliente salir en abundancia llenarme y salirse de mi vagina. Él aún dentro de mi suelta mis caderas y queda suspendido sobre mi con los brazos aldaos de mi cabeza. Eso es lo que recuerdo antes de caer profundamente dormida con todo mi cuerpo hormiguiando.
******
Puedo sentir como algo es colocado en mi ano y después siento una presión ahí mismo, abro lentamente mis ojos y me encuentro entre sábanas azules y me tardo unos segundos en entender dónde estoy. No sé a ciencia cierta cuanto tiempo llevó durmiendo pero algo me dice que no mucho debido al cansancio que aún siento en mi cuerpo.
Siento cómo más de esa cosa se coloca en mi orificio trasero y se exparse por mis muslos y entrepierna, cuando llevo la mano hacia allí y la miro me encuentro con una sustancia que jamás había visto pero pareciera .....
—Es lubricante.— escucho su ronca voz detrás de mí y antes de que pueda levantarme y enfrentarlo para poder decirle que ni loca práctico sexo anal; el me gira dejándome boca arriba.— Tu aceptaste no te olvides.— es como si me leyera la mente. —Ahora tienes que relajarte o puede ser aún más doloroso para ti, por eso el lubricante en abundancia para que pase todo más rápido—.
—¿Aún más?— pregunto con miedo, tengo entendido que el sexo anal duele, pero con su enorme miembro y mi pequeño cuerpo, tengo sabido de ante mano que no podré sentarme nunca mas. Pero todo será por el bien de mi familia y la estabilidad de mi hermano.
Él me mira con una pequeña sonrisa y algo que en sus ojos parece ternura por mi voz tan ahogada y chillona al preguntar.
—No te dolerá si están relajada, confía en mí.— dice él mientras lleva mis piernas a sus hombros dejando toda mi entrepierna a su entera disposición y con mayor entrada a el agujero que nunca pensé que iba a ser penetrado.
Veo como esparce un poco más de lubricante que tiene en un frasco el cual deja en la mesita alado de la cama.
El sostiene su miembro en su mano y lo acerca a mi ano, primero sólo ejerce un poco de presión que no duele en lo absoluto, se la pasa un rato sólo punteando mi ano mientras yo cierro los ojos y respiro tratando de relajarme.
Un grito sale de lo más profundo de mi ser cuando Connor agarra mis caderas y deja ir la cabeza de su miembro en el orificio. Es muy doloroso y extraño, Connor empieza a trazar rudamente círculo en mi clitoris que me hacen no pensar en el dolor, llevándome a un nuevo orgasmo.
El empieza meter todo su pene en mi canal hasta lograr tenerlo adentro por completo, realme el lubricante ayudó a que su pene se deslizara mejor y no causará tanto dolor luego de su introducción.
Luego de unos segundos donde solo se dedicó a lamer y modisquerar mis pezones mientras yo solo jadeaba porque ya no tenía fuerzas para gemir o gritar, empezó a moverse de dentro hacia fuera despacio soltando gruñidos parecidos a lo de un animal. Su pene estaba más grande y duro como una columna de hierro, mostrando cuan exitado estaba y lo mucho que le gustaba el sexo anal.—Ohhh, intreible, total mente increíble.— dice muy bajo casi inaudible largando pequeños gemido que son extremadamente sexis y son acompañados de sus profundas y lentas embestidas a mi pequeño ano. — Tu apretado coño es malditamente perfecto, pero tú ano pequeña niña, es el puto paraíso.— dice con la vos tan ronca y rasposa que la excitación crece en mi nuevamente y nuevos choros de mis jugos salen de mi coño, a Connor no le pasa desapercibido eso y mojando sus dos dedos los lleva a ahí para penetrar también mi coño con sus dedos.
A medida de pasa el tiempo mis jadeos quedan en segundo plano y son tapados por los roncos gemido de la bestia que está sobre mi con su cabeza en mis pechos chupandolos dejándome marcas y sosteniendo mis piernas fuertemente en sus hombros, mientras me penetra mi ano con su enorme verga, y mi coño con sus largos dedos hasta llevarme a otro exquisito orgasmo en medio de jadeos y gemidos, mientras él se corre en mi ano y su semen se exparse hacia fuera de mi canal.
No se cuántas posiciones distintas hacemos ni cuántos orgasmos llegué a tener en esas cuatro paredes, sólo sé que cuando calló la noche caí terriblemente cansada en su cama jadiante y con todo el cuerpo entumecido mientras él estaba a la orilla de la cama mirándome fijamente.
—Deuda pagada Niña— fue lo último que escuché antes de caer en un sueño profundo.
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|Deuda Que Pagar| -1ra Parte Completa-
Historia CortaBrenda Que pensarían si les dijera que entregué mi virginidad al hombre más temido de la ciudad, sólo por una Deuda que Pagar de mi hermano. Sin nadie saber sobre esto. Que pensarían si supieran que después de que esas cuatro paredes fueron testigos...