Dark Secrets.

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Hi, How are you?

Hace unos días puse una mini encuesta en mi perfil, en donde preguntaba qué fic querían leer y ganó este por unanimidad. Así que aquí lo tienen.

Todo se va volviendo más y más retorcido en este capítulo.

Ah, tercer capítulo. En esta ocasión no hay cambios mayores con respeto a la versión original; prácticamente pude haberla dejado así como estaba pero igual cambié algunos párrafos.

Saben? Estos meses he estado leyendo viejos mangas que tengo y antes de iniciar con cada tomo el autor suele dar comentarios varios: como cositas de su vida, curiosidades de eventos que pasaron en Japón, etc. Y pensaba que tal vez yo podría hacer lo mismo, por lo que desde ahora ocuparé estas notas antes y después de cada capítulo para charlar :D

Disfruten la lectura.

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Misaki abrió el horno y, con mucho cuidado, sacó la tortilla de carne y la dejó sobre la mesa para que se enfríe. satisfecho por el resultado se pasó el brazo por su frente y estaba a punto de irse cuando se encontró con una cara poco agradable para él.

– ¿Cómo estás, Taro? – preguntó Genzo en un tono seductor.

– ¿Qué haces aquí? – respondió con una cara de pocos amigos.

– ¿Qué, acaso no puedo visitar a mi ex novio? – rió.

– En tus sueños – intentó irse del lugar pero el mayor lo tomó del brazo.

– ¿Por qué te molestas? ¿Hice algo malo?

– Pues por tu culpa estoy aquí para siempre.

– Oh vamos, ni que fuera tan malo – aumentó sus risas –. Que yo sepa no pareces tan insatisfecho, sobre todo cuando estás con Hyuga.

– No lo metas en esto – gruñó.

– De acuerdo, de acuerdo.

– ¿Se puede saber para qué viniste?

– Es que necesito que me ayudes con algo.

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Tsubasa corrió escaleras abajo hasta llegar a la recepción, donde vio a Sanae leyendo una revista.

– Disculpe – llamó aterrado.

– Ahora no, niño – le enseñó la mano en señal de alto sin dejar de leer –. Estoy ocupada.

– Pero es importante.

– No importa – lo miró de reojo –. Son las tres de la tarde, y ese es mi horario de descanso.

– Pero...

– Si me quieres decir algo pues espera hasta las cuatro, que es cuando regreso.

– Pero, señora.

– Señorita.

– Señorita, algo pasó, mi amigo... – no pudo terminar la frase ya que la pelirroja se fue del lugar.

– Tsubasa – Katagiri bajó del ascensor –. ¿Qué haces aquí? Pensé que ya te habías ido.

– Es que Ishizaki desapareció – dijo al borde de las lágrimas –. Había acompañado a un chico a su cuarto y cuando volví al mío este estaba completamente desordenado e Ishizaki ya no estaba. Creo... Creo que lo atacó el mismo que trató de violarme.

– Primero, tranquilízate – posó una mano por sobre su hombro –. Y segundo, no te preocupes, seguramente se perdió.

– Pero... ¿Y si lo atraparon?

– Mira, la policía vino hoy y arrestó a la persona que intentó abusar de ti – respondió –. Y este hotel es grande, recuerdo que cuando vine aquí la primera vez me perdí y tardé varias horas en encontrar la salida – contó como si fuera lo más común del mundo –. Si quieres puedo llamar a la policía otra vez para que vea.

– Sí, por favor.

– Bien, hasta entonces regresa a tu cuarto.

– Pero es allí donde todo pasó.

– Entonces puedes...

– Disculpe, señor Katagiri – Yukari llegó de repente –. ¿Interrumpo algo?

– ¿Qué se le ofrece?

– Lo buscan en la habitación 01.

– ¿Habitación 01? – preguntó el castaño.

– Iré ahora mismo – dijo y se giró hacia el de orbes marrones –. Debo irme.

– Pero... – no pudo terminar la frase porque ambos se habían marchado –. ¿Qué se supone que haga ahora?

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