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Mi papá me ayudó a entrar a casa, en mi mente rondaban todas las palabras que se me habían dicho, todo lo que se pensaba de mi y el hecho de ser un fantasma en la ciudad, muchas veces me aprisionaban mis pensamientos. Llegue no dije nada y subí a mi cuarto, me encerré. No quería hablar con nadie, ni comer solo quería dormir y no podía.

-señor, que bueno es una alegría tenerla de regreso- dijo Elias el mayordomo.

-no viene inspirada del todo- respondió.

-Vio pasar su vida delante de sus ojos, es normal- mencionó Alicia el ama de llaves.

-y no creo que sea algo lindo para ella estar en un hospital cuatro días lejos de su casa y batallando con el sol- mencionó Elias.

-Debo hablar con ella- mencionó mi padre.

-le haremos una comida digna de ella- mencionó Alicia.

-no se esfuercen, no va a comer nada- mencionó para que no gastaran energías en algo que no iba a funcionar.

-si tan solo nosotros hubiéramos estado con ella en su cumpleaños, no se porque tuvimos que aceptar el día libre- mencionó Elias culpándose.

-no es nuestra culpa, nunca se sabe que nos deparará el futuro, pero si podemos cuidar el presente- comentó Alicia, ambos eran muy parecidos mediana estatura, piel blanca, ojos color café, solo que el cabello de ella era color rubio largo y lacio, mientras que el de el era corto y negro ambos de 43 años de edad, el había estudiado jardinería y gastronomía tenía dos carreras mientras que ella tenía en diseño de modas y pedagogía. solo que mi madre les dio una oferta de trabajo imposible de rechazar y ahora viven felices con nosotros.

Mi padre los dejo y ellos se pusieron a hacer otras cosas, el fue a mi cuarto y tocó la puerta.

-hija tenemos que hablar- dijo fuerte como para que yo lo escuchara.

-no pretendo hablar con nadie- le respondí molesta.

-abre la puerta, vamos a jugar, ¿te parece ajedrez?- propuso y no le conteste nada -está bien, pero mañana hablamos- dijo y se separó de la puerta, pasaron varios días y yo no salí para nada, por ende nunca me dijo lo que pretendía decirme, lo bueno que había cancelado las clases por dos semanas hasta que me terminara de recuperar.

-señor, me preocupa su hija. No ha salido para nada y solo se ha comido el postre de lo que le llevo, y eso es muy poco- mencionó.

-¿solo se ha comido yogurt, galletas con chispas de chocolate y gelatina  por cuatro días?- preguntó mi papá extrañado.

-conociendo bien a su hija si, no la he visto porque se esconde cada vez abro su puerta. Ha limpiado su habitación ella sola por estos días así que solo le llevo la comida y saco su plato- explicó -tengo miedo que planee hacer una tontería- añadió preocupada, el no respondió nada y subió a mi habitación, toco la puerta muy fuerte.

-Cleo Layla Alejandría Gil Herrera abre la puerta y es una orden- ordenó molesto, no hice ni un solo ruido -Bueno no respondas pero hoy en la noche te voy a llevar con unos chicos que hicieron un club de ayuda y no esta discutible- mencionó gritando.

-no voy a ningún lado- respondí.

-ya dije no está discutible, te arreglas y si no abres voy a entrar por ti- grito y se separó de la puerta, me quede maldiciendo al aire por un rato, comencé a alistarme puse música a todo volumen, me duché, vestí y peiné. Me puse un vestido blanco con una chamarra de mariposas azules muy claro que tapaba mi marca de nacimiento ya que toda mi ropa lo hacía, zapatos blancos con un pequeño tacón, una coleta alta y una bolsa de mano pequeña color negro.

Lazos de poder: Los Herederos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora