Capitulo IV

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Miami

-Alan Kreilovksy, quién iba a decir que te iba a encontrar por acá?- Levantó la mirada para encontrarse con Lorenzo Kirgyakos el mejor ingeniero civil de Grecia

-Enzo, cómo estás? Ha pasado mucho tiempo desde la última vez que te vi, siéntate por favor-

Hablaron animadamente un rato, Lorenzo era de las pocas personas con las que Alan se abrían con facilidad, primero hablaron de asuntos personales, algo difícil para Alan, sobre todo a la hora de contarle que Regina había fallecido.

-Hombre, lo lamento muchísimo, si noté que habías cambiado, pero eres extremadamente reservado y no quise meterme…-Pidió una copa al barman y continuó- Yo sigo soltero, disfrutando de mujeres hermosas, deberías de invitarme a la constructora a ver con quién me encuentro.

Para no hablar más de Regina un tema que seguía siendo doloroso, aceptó la oferta

-voy a estar dos días aquí ,después debo viajar a Australia, pero regreso en tres semanas más o menos, iré en seguida a la constructora- Tomó un sorbo pequeño de su copa- Hablando de mujeres hermosas, aún recuerdo a esa hermana sexy que tienes-

Alan al escucharlo Frunció el ceño de inmediato.

-Mira, sé exactamente de quién estás hablando y de una vez te digo que no-trató de controlar su enfado- sabes que tienes que pasar primero sobre mi cadáver antes de que la enamores, te puedo regalar a Sophie, a ella no le dolería un amorío como los que tú tienes, pero Eli no merece algo así, merece un hombre de verdad- Reprimió una sonrisa al ver que su comentario le había dolido a Marcelo.

Sin poder evitarlo Lorenzo gruñó por lo bajo, le dolía el comentario de Alan por la sencilla razón de que Elizabeth siempre le había gustado, y aunque no la hubiera visto hacia años, por una mujer como esas era capaz de recapacitar.

-Sabes que siempre se puede cambiar- Se encogió de hombros.

-Tú? Cambiar? Enzo te conozco hace mucho, nunca has tenido una relación seria, te las tiras a todas y las deshechas, y vuelvo a repetirlo, Elizabeth no merece algo así- Pidió otra copa al barman y guardo silencio.

Cambiaron a temas más diversos como los negocios que ambos tenían, tiempo después Alan se retiró a su reunión, pero quedaron de encontrarse en la noche.

***
Rachel se quedó mirando a Andrew con detenimiento era idéntico a Alan, a diferencia que sus ojos eran un poco más claros, algo que no había notado en todo el día, estaba tan enfadada que no sabía si darle una bofetada por haberla engañado de esa forma, o echarse a reír por haber caído en su broma.

Suspiró con fuerza, se dejó caer en el asiento, continuo mirándolo detenida y fijamente durante un rato

-No vas a decir nada?- Preguntó incomodo, raras veces se sentía así, pero al ver la reacción de Rachel, se incomodó muchísimo.

Al escucharlo tomó el bolso y se lo lanzó con fuerza, al ver que no había fallado y le había dado en la cara, empezó a reírse con fuerza.

Al sentir el golpe Andrew se quedó anonadado era lo que menos esperaba, pensó que se iba a enfadar, y no le volvería a hablar, pero…¿Un golpe con un bolso? Eso era insólito, jamás le había sucedido.

-Oyeee- se quejó mientras se acariciaba donde el bolso le había golpeado con más fuerza- Creo que me lo tenía merecido-hizo una pausa mientras la miraba – Debemos ir a la reunión, aunque si estás cansada puedes ir a otra.

Al ver su amabilidad, y la forma en que la miraba, por más cansada que estaba prefería mil veces aprender a su lado, que con Alan.

-No hay problema, puedo aguantar un poco más- Sonrió ampliamente cuando Andrew le ofreció el brazo, salieron juntos de la oficina y al pasar junto a la secretaria Andrew giró el rostro con brusquedad para mirarla

Tres son multitudDonde viven las historias. Descúbrelo ahora