¡Me ganaré tu corazón!

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El Grand Line, un sendero legendario en altamar, famoso por dos cosas: El peligro que corren todos aquellos piratas que tienen las agallas de navegar por sus aguas y por la creencia de que el antiguo rey de los piratas dejó su mayor tesoro en este mismo lugar. Por esta razón fue que nació la gran era pirata, con miles de aspirantes sedientos de riqueza y poder buscaban con desesperación el tan anhelado One Piece.

Entre los tantos navíos que recorrían estos mares, se encontraba una carabela solitaria que aparenta no tener nada en particular más que esa cabeza de oveja, era en realidad la última oportunidad de sobrevivir para el reino de Alabasta, pues su princesa, la única con la información para ponerle freno a una guerra civil, estaba siendo escoltada por la tripulación de los sombrero de paja en un peligroso viaje con la meta de frenar a la banda de asesinos Baroque Works, junto con su líder y la mente maestra de toda una conspiración para terminar con un país, Crocodile.

Y sin embargo... A pesar de estar en una situación así, todas las mañanas el cocinero de la tripulación se levantaba a primera hora, se asegura de tener su traje de siempre bien arreglado y va directo a la cocina antes de que su glotón capitán despierte montando un escándalo en el barco. Prepara todo un banquete de múltiples alimentos que sabe será devorado en cuestión de pocos minutos para los varones del barco, pero para las dos mujeres del barco era una historia completamente distinta, elegía con sumo cuidado cada ingrediente del platillo, se aseguraba de darle una presentación acorde y perfecta para consentir a las damas, de poder escoger cada grano de arroz que ellas comerían para que fueran todos de primera categoría, lo haría. Pues a pesar de la situación, la mayor preocupación del rubio era preparar un desayuno nutritivo y delicioso que hiciera felices a sus compañeros.

Sanji terminó finalmente de preparar el banquete y se detuvo por un instante, dio un paso hacia atrás y contempló su obra con orgullo como si de un artista se tratase, para luego sonreír de oreja a oreja emocionado. Un montón de preguntas empezaron a azotar su cabeza.

"¿A la bella Nami le gustará?

Aún no conozco los gustos de mi adorada princesa, por eso busqué algo especialmente refinado...

¡Se que mi cocina es de primera! ¡Pero nada se compara a la sensación de que una belleza halague tu comida! Ah si, y el resto de idiotas pueden hacer lo que se les de la gana mientras no desperdicien."

- Mgh... ¡Ya no lo resisto más!!! -Gritando de manera estridente, despertando al resto de sus compañeros (salvo por cierto espadachín) y tras esto, salió corriendo a toda velocidad, con una bandeja en cada mano, con un platillo para cada una de sus jóvenes camaradas hasta llegar delante de la habitación designara para las mujeres, usando la punta del zapato para golpear la puerta de madera con cuidado- ¡Nami, Vivi, salgan por favor! ¡Les he preparado un manjar digno de toda su hermosura!

Entonces, la puerta fue abierta poco a poco, dejando al rubio a la expectativa de lo que ocurriría, preguntándose: "¿Cual de las dos abrirá? ¿Cómo se verán recién levantadas? Será como ver su belleza en su estado más puro... ¡Nami, Vivi, no torturen mi corazón con esta intriga!"

- Sanji... -Una somnolienta voz sonaba mientras la puerta se abría lentamente, el cocinero rubio sonreía con inocencia y emoción, pero esta fue borrada por un bastonazo directamente sobre su cabeza- ¡¿QUÉ MIERDA HACES GRITANDO TAN TEMPRANO?!!! -Nami fue la que abrió la puerta, por si quedaban dudas.

- ¡Agh! N-Nami... -El golpe fue lo bastante fuerte como para derribarlo, cayendo hacia atrás, con los platillos que preparó con tanto esmero cayendo al suelo, pero fue precisamente eso, la idea de que la comida para sus dos damas tocase el sucio suelo, lo que lo llevó a apoyar una mano sobre el suelo para girar y atrapar las bandejas con la suela del zapato, mirando a la pelirroja con una amplia sonrisa enamorada de cabeza, observando la belleza de esa mujer. Sus largas piernas, como solo llevaba puesto un camisón de manga larga a modo de pijama, su cabellera desarreglada le daba un encanto casual, y finalmente, su cara. Ese ceño fruncido y esos ojos hirviendo de rabia le parecían tan condenadamente sexy -¡NAMI! ¡Tu belleza supera mis expectativas cada día! Aún con este frió, siento que tu pasión me derrite.

Por mi NamiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora