Un golpe (parte 2/2)

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La pelirroja sentía como si el mundo le diera vueltas, se sentía mareada y por más que tratara de mover su cuerpo, no conseguía hacerlo reaccionar. Ni siquiera tenía las fuerzas suficientes como para abrir sus ojos, así que solo le quedaba cerrarlos y volver a dormir... sin embargo, comenzó a escuchar algo, un suave sonido desde la distancia que poco a poco se volvía más nítido y comprensible, eran dos voces, la de un hombre y la de una mujer.

"¿Quien anda ahí...?"

Su mente aún estaba algo difusa por la bebida y su pelea contra los bandidos, por lo que no era capaz de recordar lo sucedido en aquella noche, aunque si que pudo recordar algo, el inconfundible aroma a tabaco.

- Tú... ¿te encuentras bien, Vivi? 

Nami escuchó la voz del varón a tan corta distancia, que no tardó en comprender que era Sanji quien la estaba cargando en su espalda.

- S-si, solo me desmayé por un instante, si no hubieras llegado tú... no se lo que hubiera pasado -Respondió Vivi con cierta incomodidad en su voz.

"Es verdad... Sanji fue quien nos salvó..." 

- No fue nada... -Respondió este sin demasiado animo.

La falta de entusiasmo en la voz del rubio le resultó extraña a la pelirroja, este siempre se mostraba alegre al recibir los cumplidos de una mujer hermosa, pero ahora, su voz se escuchaba afligida, intentando camuflar un sentimiento de culpa que Nami y Vivi no podían comprender.

- Sanji... No deberías preocuparte tanto por mi, Nami la pasó bastante peor... -Murmuró la peliazul con cierta timidez, teniendo miedo de preguntar acerca en la relación de esos dos.

- Lo hago Vivi, aunque dudo que a ella le guste que lo haga... -Dijo volviéndose hacia Vivi con una sonrisa amarga.

- No los entiendo... de verdad que no entiendo... ¡¿Qué pudo haber pasado para que ambos se lleven tan mal?! -Preguntaba esta harta de no enterarse de nada, cansada de ser una mera espectadora mientras que sus compañeros sufren.

- Vivi... -El rubio la miró con sorpresa de que lo confrontara de esa manera, meditó en silencio durante unos momentos antes de exhalar una melancólica nube de tabaco- Parece que por más que me esfuerzo en pretender que no pasa nada, más gente lastimo.

Se lamentó sin detener sus pasos, pero sus palabras solo intrigaban más a la princesa y a Nami que seguía haciéndose la dormida, ambas ansiosas de descubrir por fin la "verdad" detrás de las acciones de aquel cocinero pervertido.

- Sanji, yo solo quiero saber precisamente porque los he visto, no son felices, ya no sonríen como antes. ¡Apenas entran en la misma habitación y el otro se va! Entiendo que nunca se entendieron del todo, pero eran un grupo de piratas unido como ningún otro... -Reclamaba la peliazul, demostrando el enorme cariño que sentía hacia la tripulación del sombrero de paja, así como la añoranza de esas cenas alegres donde todos gritaban y reían.

"Es verdad... ¿Cómo es que dejé que una tontería así nos separara? Si lo que quería evitar era hacer un escándalo como este..." Pensaba la pelirroja con un nudo en la garganta al observar por fin el daño colateral de su disputa.

- Lo sé Vivi, lo entiendo y te pido perdón... -El fumador caminaba cada vez más lento con la cabeza agachada mientras una densa nube cubre la luna, dejando el fuego de su cigarrillo como la única fuente de luz- Es solo que no sé que más hacer, creí que apartándome de Nami le haría un favor, que era lo que ella quería... pero luego de lo que pasó esta noche me doy cuenta, estaba equivocado. Lo hice todo mal...

Nami escuchaba todo desde la espalda del rubio, pero carecía de fuerzas para contestar. Su mente se encontraba en un limbo entre quedarse dormida o mantenerse consciente, la pelirroja quería escuchar sus palabras hasta el final, sabía que estaba a punto de decirle a Vivi la verdad que tanto le ocultó a ella, pero no podía. La cabeza le daba vueltas y las jaqueca se volvía más intensa, los oídos le zumbaban y solo podía cerrar los ojos con fuerza en una esperanza de que se detuvieran. Antes de darse cuenta, volvió a dormir y esa verdad tan anhelada volvió a escaparse, como agua entre sus dedos.

Por mi NamiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora