«Déjala en la cama y vete», se decía a sí misma Lisa.
Seguro que Jennie confiaba en que hiciera justamente eso. Lisa estaba gratificando al ser primitivo que había en ella llevándola en brazos. No era culpa suya que el roce de sus pechos acelerase su corazón, ni que su aliento fuera una caricia irresistible. Quería sentir el calor de sus labios y con cualquier otra persona no lo habría dudado, pero con Jennie…
«Márchate y deja que descanse después de su éxito».
Lisa se obligó a sí misma a dejarla suavemente sobre la cama, pero Jennie no apartó los brazos de su cuello. La rubia miró su cara, seductoramente enmarcada por las ondas de cabello castaño sobre la almohada blanca. Estaba despierta, inflamando el deseo que intentaba contener, que ya no podía contener.
Cuando rozó sus labios no fue un beso suave. No fue un beso de buenas noches. Su boca cayó sobre los labios de Jennie con una pasión abrasadora, el deseo contenido durante semanas empujándola a tomar todo lo que Jennie pudiera darle.
Y la respuesta de la morena fue igualmente fiera, enredando los dedos en su pelo, sujetando su cabeza mientras aceptaba y devolvía su beso.
Lisa ni siquiera fue consciente de cuándo se tumbó a su lado en la cama, pero la envolvió en sus brazos y sintió que Jennie le pasaba una pierna por encima. Se besaron con una locura enfebrecida que consumía cualquier pensamiento racional.
—Quítate la ropa —dijo Lisa con voz ronca, apartándose un momento para buscar aire, su mano bajo la blusa para desabrochar el sujetador de la morena.
—Tú también —respondió ella.
Se lo quitaron todo, tirando cada prenda descartada al suelo, la necesidad de verse libres de barreras sin dejar sitio para las inhibiciones. Luego volvieron a abrazarse, piel con piel, las suaves curvas de Jennie moldeándose contra el cuerpo de Lisa.
Tan pronto como pudo, Lisa comenzó a besarla de nuevo mientras sus manos recorrían su cuerpo hasta posarse en uno de sus pechos. Lentamente, fue dejando un rastro de besos húmedos por la mandíbula, el cuello y la clavícula de Jennie hasta llegar a sus pechos. Chupó y lamió su pezón derecho mientras masajeaba el izquierdo. Unos minutos después, su boca abandonó el maltratado pecho derecho para centrar su atención en el izquierdo.
Jennie dejó caer su cabeza hacia atrás e incapaz de aguantar tanto placer, comenzó a mover sus caderas para sentir como el duro miembro de Lisa rozaba su sexo.
—Lisa…
Su nombre salió en forma de quejido de los labios de la morena. Jennie estaba lista para ella. Húmeda y caliente.
Lisa volvió a besarla mientras, con cuidado, agarró su erección y se hundió dentro de ella, disfrutando al sentir cómo el sexo de Jennie se apretaba a su alrededor. Cuando por fin estuvo totalmente dentro de ella, ambas soltaron un sonoro gemido. Jennie rodeo el cuello de Lisa con sus brazos mientras la rubia empezaba a salir y entrar de ella con un suave movimiento de sus caderas.
—¡Ah, Lisa…!
Los gemidos de Jennie no hacían más que excitar cada vez más a Lisa, que por todos los medios trataba de no ser demasiado brusca con sus movimientos, pero era difícil controlarse cuando había deseado tener así a la morena durante tanto tiempo.
Después de un momento, Jennie envolvió sus piernas alrededor de la cintura de Lisa, levantándose y arqueándose un poco para recibirla mejor, e incitando a la rubia a que fuera más rápido y llegara a lo más profundo de su ser.

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Weekends
FanfictionA muy temprana edad, Lalisa Manoban se vio obligada a marcharse de la casa de su padre por culpa de su ambiciosa madrastra. Pero Lisa no había olvidado ni perdonado... como tampoco pudo olvidar a Jennie, una de las hijas adoptivas de su padre. Años...