-No estoy llorando- dije escondiendo la cara entre mis manos.

-No soy tonta- se agachó delante de mi y me apartó las manos de la cara-¿Que te pasa?

-Que estoy harta- admití.

-¿Harta?- me miró arqueando una ceja- ¿De qué?

-De todo- me sequé las lágrimas que seguían cayendo- Harta de ser tan insegura y vivir con miedo como lo hago.

-Pero si tu no eres insegura- me miró frunciendo el ceño-Eres muy fuerte.

-A eso le llamo yo aparentar- me reí con lágrimas en los ojos-Me merezco un premio por fingir tan bien.

-No parece que estés tan mal-me miró.

-Pero lo estoy- dejé de mirarla, no me sentía segura hablando de estos temas- Es horrible levantarte cada mañana y odiarte al mirarte al espejo, ¿sabes? Si por mi fuera rompería el espejo pero solo me faltaría que el dicho ese de los años de mala suerte fuera verdad y con la mala suerte que ya tengo, paso.

-Pero si eres preciosa- me cogió de la mano.

-Eso es lo que tú ves- admití- Yo solo veo a una chica asustada, con complejos, frágil, sola. Estoy harta de salir a la calle y compararme con todas.

-No deberías hacerlo.

-Pero lo hago, es inevitable- tenía muchas ganas de seguir llorando- Intento quererme, te lo juro, pero siempre fallo. Y sé que si no me quiero yo a mi nadie me va a querer. No es fácil, ¿sabes? Muchas veces me han dicho que me quieren y no me lo creo porque... ¿quién coño va a fijarse en mi habiendo las chicas tan guapas que hay?

-Habrán chicas guapas pero como eres tú por dentro te hace preciosa.

-Eso no me sirve- la miré- Para ti es fácil, mírate, a veces desearía ser tú.

-Oye...-la interrumpí.

-No te mates a convencerme, no servirá de nada- suspiré para no llorar más- A veces creo que hasta que no venga alguien que enseñe a quererme, no me querré.

-Deberías confiar un poquito más en ti.

-¿De qué me serviría?- pregunté- De nada. Cada cosa que hago, está mal, cada cosa que digo está mal. ¿Es que hay algo bueno en mi?

-Sí- respondió sonriendo.

-¿A si?- pregunté- Pues no sé el qué- me secó las lágrimas.

-Tienes un corazón que no te cabe en el pecho- respondió- Eso es bueno.

-¿Y de qué me sirve tenerlo si está roto?

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