Creo que no tendría más de siete años cuando mi vida empezó a cambiar. A esa edad perdí a una de las personas más importantes de toda mi vida. Y cuando hablo de perder me refiero a que sé que no van a volver porque es imposible. Lo recuerdo como si fuese ayer; estaba en mi casa, jugando. Ese día terminó parte de mi infancia; me dijeron que no habían podido hacer nada por ella, que ya era tarde y que nunca más volvería a verla y en ese momento creí morir, saber que nunca más la abrazaría, que no le diría te quiero. Nunca se lo decía porque aun siendo pequeña era muy orgullosa, creía que no era necesario recordar a la gente que te rodea lo mucho que le quieres. Hasta que es tarde... es tarde y te arrepientes de no haberlo hecho ahora que no está. Con siete años me preguntaba por qué coño se había tenido que ir ella y no yo, no era justo. No pude despedirme de ella y decirle lo mucho que echaría de menos que me regañara cada vez que cruzaba la carretera sin mirar o que echaría de menos el olor de ese shampoo que utilizaba para bañarme o quizás ese perfume que hacía volar a todos, que por cierto, ahora uso para recordarte.

No lloré, la gente se sorprendió. Lo que no saben es que lloré como nunca al llegar a casa y encerrarme en mi habitación... creo que nunca en la vida he llorado tanto una pérdida como esa. A día de hoy aún la gente piensa que no me dolió perderla pero ahora mismo, justo ahora, las lágrimas que estoy derramando no muestran lo mismo.

A veces, me gustaría volver tiempo atrás para que todo estuviese como antes, quizás así podría haber sido más feliz, haber crecido de diferente forma, como todos los niños normales que crecen en una familia feliz. Y ahora miro alrededor y me doy cuenta de que me siento igual de sola que me sentí en ese momento cuando tenía siete años, como si me hubiese quitado mi peluche favorito sabiendo que no me lo van a devolver.

Desde entonces, a lo largo de mi vida he ido perdiendo a más gente, unas pérdidas más dolorosas que otras, unas las he llorado más y otras menos pero solo hay una pérdida a la que sigo llorando, mi mamá... y así sabemos que, nunca se está preparado para perder a alguien a quien quieres.

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