libro primero 1

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JULIETA

Los libertinos tal vez carezcamos de moral, querido lector, pero no de suntuosidad.

-Julieta.

Mi hermana Justina y yo nos fuimos educadas en Panthémont, el famoso convento a través de cuyas puertas han pasado algunas de las más bellas e inmorales damas jóvenes de Francia. Era un antro de depravación, una cloaca deliciosamente obscena de iniquidad, y aun cuando Justina pudo permanecer inmune a sus atractivos, sinceramente confieso que yo no pude.

Tal vez al tropezar conmigo en las páginas del libro de Justina, te haya asombrado que una joven de tan cortos años abrigaba preceptos morales del tipo indicado, quizás te has preguntado cómo fueron plantadas en mi alma las semillas del vicio, cómo crecieron y florecieron hasta convertirse en licencia y voluptuosidad desenfrenadas. En las páginas siguientes intentare decírtelo.

Por supuesto, al igual que en el libro de Justina, será necesario describir aquí las escenas del más horrendo libertinaje, desenfrenados carnales de lo más lascivo y refinado. El bien, como se ha dicho, sólo puede apreciarse plenamente cuando se examina frente al mal. Sin embargo, no he de pedir escusas y por mi conducta; nunca he hecho nada de lo cual me avergüence, y aun cuando tal vez mis acciones hayan sido malas -por lo menos de acuerdo con tus normas, las cuales, como pronto verás, difieren considerablemente de las mías-, esas acciones me proporcionaron grandes placeres; pues bien el placer e la única recompensa que yo siempre he buscado, y por lo tanto, no lamenta nada.

Y ahora sin más preámbulos, he aquí mi historia...

Julieta o El vicio ampliamente recompensadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora