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Los tres salieron de aquel estrechó y obscuro lugar hasta tocar la hierba cubierta por la luminosidad que del mismo modo chocaba con sus rostros.

El demonio gruñó al sentir la calidez y luz en su cuerpo entero cubriendo su cara con ambas manos.

Creía que iba a quemarse.

—Llévalo al auto— indicó o más bien ordenó posterior a arrojar las llaves al aire, el teólogo atrapó y obedeció de inmediato llevando de la mano tomado al arisco a la luz.

Apenas abrió las puertas traseras del automóvil dejo adentro al ajeno que se posicionó en el medio de los asientos donde menos luz llegaba.

Fred subió a su lado con una mueca de preocupación observando las facciones con detalle

Su cabello no era negro, era castaño.

Su piel no era pálida, era trigueña.

Sin embargo

Sus ojos azules se mantenían iluminantes.

—¿Estás bien?— preguntó viendo como se recogía las prendas que caían por ser de una talla desproporcional a su actual cuerpo. —¿Quieres otra ropa?— el espectro lo miro con un rostro sereno asintiendo. —Solo espera— el azabache sonrió ante la aceptación y abrió la puerta bajando del coche para dirigirse hasta el portaequipajes.

Mientras.

Shkatërrim observaba el alrededor, no conocía nada de este estilo en persona, los había visto y conocía gracias a otros demonio, pero jamás pensó en estar en unos de ellos.

Todo lo resultaba extraño.

Demasiada modernidad, en especial para alguien que murió más o menos hace 500 años.

Qué decir de los objetos que estaban por los alrededores, no eran agradables.

Libros, rosarios, botellas con contenidos desconocidos, mapas y objetos que no conocía como certeza.

—Mm..— un gruñido escapó de sus labios al tiempo que sus brazos recolocaban la ropa caída. —«Me duele..»— sus pequeñas manos tocaron con delicadeza su espalda extrañando la falta de sus alas.

Lo más preciado.

«ᎪᏞᎪՏ ᎠᎬ ႮΝ ᎠᎬᎷϴΝᏆϴ» |Golddy/Goldred|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora