Cierta noche...

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01:30 AM.

— Hola, cariño. ¿Estás despierta? — tecleó el peliverde.

— Qué haces... ¡Pueden descubrirte!

— Se fue de rumba con sus amigas, estoy solo...

— Entonces pueden descubrirme...

— Es temprano. No me digas que ya duerme...

— El brillo de la pantalla lo despertará... Te escribo más rato

— Mira, hagamos algo. Levántate despacio, no hagas ruido, te escapas a mi departamento y después inventas una excusa...

— Espera... Es difícil huír mientras te escribo

— Esa es mi chica... — se acomodó en la cama —. Te invito a ver Netflix

— No seas payaso... — él colgó un sticker con una sonrisa de oreja a oreja.

02:00 AM.

Hola, cariño — ella entró de prisa hablando en susurros.

— Qué bien te ves — respondió. La besó en los labios dando un pequeño mordisco.

— Traje algo... — de su pequeño bolso sacó una bolsita —. Huele...

— Huele bien... ¿Quieres hacerlo bajo los efectos de eso?

— ¡Claro que sí! También deberías probar...

— Eres una tentación ¿Lo sabías? — le tomó una de sus nalgas dando un pellizco —. Claro que lo sabes... ¿Tú la rolas? — ella sonrió y señaló el televisor.

— Apaga eso, pon música — el peliverde hizo caso, además, bajó las luces hasta convertirlas en un leve resplandor rojo en la habitación.

— Aprende a hacer esto y vendré más seguido... — mientras preparaba el souvenir, él la contemplaba de pies a cabeza con el deseo en los labios.

— Tú, eres mi droga, Robin

— No te pongas cursi... — soltó una carcajada casi insonora mientras prendía el cilindro humeante —. ¡Mierda! Esto está bueno... — le dio al hombre un poco para fumar.

— ¡Rayos, Robin! Tienes razón, esta mierda esta buenísima...

— ¿Sabes por qué me gusta tanto?

— No, nunca me lo has dicho

— Me pone más ardiente de lo normal — pasó su mano sobre los bóxer del chico notando su erección casi inmediata —. ¿Hace cuánto que no venía?

— Hace ocho días, Robin. Te extrañé

— No te enamores de mí, cariño

— No, no me estoy enamorando, es sólo que el sexo contigo es... ¡Ahhh, Robin! Y teniendo en cuenta ésto — le mostró el resto que quedaba —. Ya, quiero hacértelo. ¿Quieres? ¿Me permites?

— ¿Es enserio?

— Mira, estoy listo — la tomó con firmeza y la sentó sobre él.

— ¡Shhhh!  Tranquilo, vaquero ¿Crees que voy a montarte así como así? Tienes que convencerme...

— ¡Ven aquí, mujer! Te voy a devorar a besos...

— ¡Para! ¿Sabes lo delgadas que son estás paredes? Malditos departamentos modernos...

— ¿Qué más da? Has estado casi media hora aquí y aún no se ha percatado que no estás a su lado

— No seas hiriente

Directo y Fugaz [One-shot]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora