Prólogo

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—No lo hagas…— Murmuré, apenas audible —Dijiste que era para siempre, dijiste que jamás te separarías de mí.

Todo se quedó en silencio.

Satoru, no hagas esto más difícil. Entiéndelo, se acabó—Sus ojos marrones me penetraban el rostro. ¿Qué era lo que había hecho? ¿Por qué justamente ahora se tenía que separar de mí? ¿Por qué ahora que por fin estábamos en todos los aspectos juntos?

—Tú dijiste que era para siempre…— Susurré y bajé la mirada a mi regazo. Una ráfaga de viento azotó mi rostro y despeinó mis cabellos plateados.

—Sí…pero las cosas cambiaron— Contestó y suspiró con cansancio.

—Yo pensé que después de lo de ayer…— Sentí como sentía un nudo en mi garganta.

—¿Que lo de ayer qué? ¿Cambiaría el hecho de que esto ya no está funcionando? ¿Me haría verte de diferente manera? ¿Qué Satoru? ¿Qué pensaste? —Preguntó, y su mirada de escrutinio hizo que un estremecimiento me recorriera el cuerpo. Éste no era el hombre del cual yo me enamoré… él era otra persona, una que jamás había visto antes.

Una que me estaba partiendo el corazón.

—Pensé que eso nos uniría más…— Susurré y me levanté de la banca de aquel parque.

Él me observó en silencio por algunos minutos. A pesar de aquella mirada cansada que tenía en el rostro, seguía siendo perfecto; su cabello color rosado y despeinado se mecía con las fuertes ventiscas de ese Diciembre en Japón. Sus labios carmín, rojos por el frío, estaban entreabiertos, juraría que, si me acercara un poco, su aliento cálido golpearía contra mi rostro y me haría perder en la magia de su persona. Su nariz perfecta, igualmente roja, lo hacía ver como si un fuese un Dios griego…estaba seguro que inclusive, el mismísimo David de Miguel Ángel estaba celoso de que existiese belleza tan inigualable.

Y aquí estaba yo…el chico enamorado de aquel monumento a la perfección. El chico que estúpidamente se enamoró y entregó el alma, el corazón y el cuerpo por estar con él… y aún, con todo lo que había dado, no había recibido lo que esperaba.

Ese chico a el cual le estaban destrozando el alma.

—Satoru…— Murmuró y sus manos enfundadas en guantes negros tomaron mis hombros apesar que era un poco más alto que el. Por supuesto, como en cada ocasión que eso sucedía, las chispas que recorrían mi cuerpo no se hicieron esperar— Yo…no te amo. Jamás lo hice y me temo que jamás lo voy a hacer. Lo que pasó ayer fue lindo. Fue mágico…pero entiende que eso no cambia las cosas— Su mirada estaba clavada en la mía y me maldije internamente. Las lágrimas que ahora me inundaban los ojos no me dejaban apreciar aquellas dos joyas marrones que, aunque fuese el final, seguirían siendo igual de bellas…igual de mágicas y exóticas. Igual de perfectas.

—Pero ayer… cuando dijiste que me amabas…—Sus manos abandonaron mis hombros y mi cuerpo extrañó su presencia.

—Ayer cuando lo dije fue para hacerte sentir mejor. ¿No lo entiendes? –—Una sonrisa ladina se formó en su rostro— Yo le digo a todos lo que quieren escuchar. Satoru ¡Te engañé mil veces con mil chicos! ¡Con un demonio! ¿Crees que las personas que realmente aman se engañan? ¿Crees enserio en los cuentos de hadas? — Metió las manos en su chaqueta de cuero y dejó salir aquel cálido aliento que al instante se convirtió en un suave humo blanco—, ¡Sólo estuve contigo y te dije todo lo que hace latir ese pequeño corazón tuyo para poder tenerte en mi cama! ¡Por fin, ayer lo cumplí! ¡Entiéndelo, carajo! ¡Tú ya no me importas! — Gruñó… pero yo ya no lo escuchaba. Estaba más ocupado escuchando como mi corazón se iba rompiendo poco a poco, pieza por pieza…centímetro a centímetro.

Y todo volvió a caer en aquel silencio mortal al que tanto le había huido. ¿Cómo el amor puede lastimar tanto y a la vez ser tan necesitado? ¿Cómo lo que en momentos parece perfecto, termina siendo destrozado por unas simples palabras?

"Yo no te amo…" Esa oración se quedó flotando en mi mente como flor otoñal cayendo en el agua de un río. Ahí…se quedo flotando y envenenando todas aquellas ilusiones que, hasta hacía menos de veinticuatro horas, habían ahogado mi mente y hecho latir mi corazón.

Fue esa oración la que terminó matándome en vida.

El silencio se extendió, llenando así con su dolor todo lo que me rodeaba. Aquellos ojos que hasta hace minutos parecían vivos con fuego, se volvieron fríos como la nieve y oscuros como un día grisáceo. La vida perdió el color, el cuerpo perdió energía. Todo se borró.

—Entiéndelo…—Murmuró y sentí un suave toque en mi frente. Aunque, en estos momentos, no sabía que era realidad y que era mentira—No vales la pena…

Una lágrima solitaria se escapó de mi ojo. El aire se fue de mis pulmones y todo alrededor desapareció.

—Buena suerte, Satoru…—Sonrió burlonamente y dio media vuelta caminando tranquilamente hacia la salida de aquel parque.

Yuji Su nombre resonó en mi mente y un dolor gigante recorrió mi cuerpo. ¿Todo lo que había pasado no le había importado? ¿Ayer, cuando entre besos y caricias me había dicho que me amaba, había sido una mentira?

¿Toda mi realidad había sido ficticia?

Un golpe en el corazón respondió a mis preguntas.

Yuji.. —Volví a susurrar… pero él ya estaba demasiado lejos como para escucharme.

"Yuji…" Retumbó en mi mente, pero las palabras ya habían perdido sentido.

Todo había perdido sentido …




Broken Heart [Goyuu ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora