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Sostenía las flores pintadas de un precioso y reluciente amarillo. Le había costado conseguirlas, principalmente porque no solían estar a la venta durante esas frías épocas, pero valía la pena gastar cada centavo.

El sol se ocultaba con lentitud y las estrellas se asomaban con timidez, quizá también se encontraban tan ansiosas como aquel joven enamorado, porque todos sabían que ellas al igual que la luna eran los seres más románticos.

—Vendrá— Susurró en un intento de reconfortarse.

Probablemente fue acto del destino o del atardecer que se había cansado de esperar que sus palabras se hicieron escuchar, pues a unos cuantos pasos la silueta de la persona a la cual había citado se aproximaba en lentitud. Eso lo incitó a re acomodar su camisa y a alzar la mano en un amistoso saludo.

— Llegaste — Exclamó sintiendo sus mejillas arder y su corazón palpitar.

— Sería descortés de mi parte no haberlo hecho, ¿Verdad? — Y ambos se sonrieron con dulzura. — ¿Para qué me citaste, Alemania?

— Polonia... — Se relamió los labios en un intento de alejar la ansiedad. — Me gustas, me atraes, estoy profundamente enamorado de ti desde que éramos apenas unos niños... — Apretó el ramo de flores, esperando una respuesta en silencio. Cuanto detestaba el silencio. — Y es por eso que te he citado, porque finalmente he tomado valor para confesarme.

Y el silencio continuó rodeando a ambos individuos. La noche fue la única testigo de cómo ambos cuerpos se acercaban y se fundían en un cálido abrazo. Las flores quedaron atrás y los dos jóvenes enamorados aceptaron su destino uno al lado del otro.

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𝘼𝙡𝙡𝙚𝙨 𝙞𝙨𝙩 𝙜𝙪𝙩 | 𝘈𝘭𝘦𝘮𝘢𝘯𝘪𝘢 /𝘗𝘰𝘭𝘰𝘯𝘪𝘢Donde viven las historias. Descúbrelo ahora