El pequeño polaco se encontraba recostado en el suelo, siendo masturbado y penetrado por el alemán. Lloraba y gritaba pidiendo piedad, a cambio, recibía mordidas en cada parte de su sensible cuerpo.
»¡Solo quiero estar muerto! ¡Duele! ¡Duele!«
Sus lágrimas aumentaron ante la intensidad que provocaba cada movimiento, realmente dolía, quemaba.
—¡P-Por favor!. .¡A-AHH! ¡BA-BASTA!
—Shh...esta bien cariño, aquí estoy.
Siempre estaría para él, hasta el final de sus días.
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