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Tirada en su cama, escuchando música instrumental tremendamente triste, Rosé miraba el techo, a la espera de que se cayera encima una puta vez

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Tirada en su cama, escuchando música instrumental tremendamente triste, Rosé miraba el techo, a la espera de que se cayera encima una puta vez.

Sé sentía como la mierda y todas las noticias que había recibido en ese día la hacían sentir más y más mierda.

Su teléfono sonó por doceaba vez, pero estaba a un metro y medio de ella y le pareció demasiado lejos.

Fue a la décima tercera vez que se cansó de que sonora y atendió, se fijó en el nombre de "Lalisa manoban" en la pantalla.

-¿Que quieres?

-¿Por qué no estás en la sesión de quimio, Rosé?- Lisa estaba más enojada, furiosa, y necesitaba descargarse con todos los insultos que conocía y dirigirlos todos a la razón de su molestia.

-Decidí que iba a dejarlas...Es una  pérdida de tiempo.

-No, ¿Me escuchas park? Yo te digo no.

-No eres nadie para decirme qué hacer.

-Pues si, no lo soy, ¿Y qué? Te lo digo igual, imbécil, ¿Que problema hay? 

-¿Por qué me insultas? 

-Por que eres una maldita desgraciada, park ¿Tengo razón? 

Roseanne se mantuvo en silencio varios segundos.

-Pues si.

-Y si te quedas allí eres una perdedora de las peores, Rosé, eres una perdedora pero de los que se rinden, idiota.

-¿Puedes parar? 

-No, no quiero, ya me tienes harta y ya empecé está pelea- replico Lisa, sin duda, estaba quedando como una loca frente a sus otros compañeros de quimio, que la miraban con ojos muy abiertos-. Roseanne park, ¿Al menos no vas a venir a despedirte de mi? ¿De todos nosotros? 

-Fue un gusto conocerte, Lisa- 

-Ven y despídete de mi cara a cara, mierda ¿Que ahora me tienes miedo, o qué? Idiota- escuchaba a su linda chica de gorro apretar la mandíbula- Ya sabes dónde estoy, ¿Qué mierda estás esperando?.

-Esta bien.

Rosé colgó, y pensando en ella, se abrigó y salió de su departamento para pedir un taxi hasta el hospital.

Bajó frente al edificio de aquel gran hospital, pasó hasta llegar a la sala de quimioterapia, dónde está vez, había dos personas, una mujer y un hombre, y Lisa, quién estaba de pie, de brazos cruzados, en medio de la sala de quimio.

Su ceño estaba fruncido y en sus ojos contenía lágrimas.

-¿Y ahora qué?- preguntó, su gorro no estaba, estaba acalorada de furia y se había quedado sóla un suéter, su corto cabello  anaranjado estaba a la vista- ¿Por qué lo dejas? ¿Que razón estúpida tienes está vez? 

Rosé la miró un momento, la chica estaba por llorar de molestia.

-Estoy cansada...Mucho, como nunca antes en mi vida, estoy cansada de todo y no quiero hacer nada.

- ¿Leíste el folleto de los efectos secundarios de la quimio?

Rosé asintió.

-Depresión está entre esas cosas, Rosé, pero no es excusa para dejarte estar.

-Y después...La mujer, que estaba aquí,- señaló un asiento vacío-. No lo logró, ¿Y sabes que es eso? Un recordatorio de que tampoco lo lograremos, ¿Por qué estar aquí de todas formas? 

-Por qué tú no eres ella, nadie de aquí lo es y nadie dice que no podremos salvó tu misma Rosé, te estás arrastrando sóla.

Rosé sorbio su nariz, sintiendo las lágrimas.

-En mis últimas pruebas...Todo salió igual que cuando empecé con esto, nada cambió, y solo me estoy sintiendo como la mierda para que al final resulte en nada ¡Nada! 

-¡La quimio funciona así!- Lisa estaba roja de furia- ¡El que estés igual es señal de que está actuando!- suspiró de forma pesada-...Si fuera nada seguiría creciendo, pero ahora eso no ocurre, está igual que antes y es luego que empieza a reducirse, que da la casualidad que eso pasaría ahora ¡Ahora! ¡Y vas a dejarlo ahora! 

Rosé lloriqueo, dejo que las lágrimas corrieran por sus mejillas porque no tenía fuerza para limpiarlas, se sentía horriblemente vacía por dentro y supuestamente todo lo hacía esa quimioterapia.

-L-lisa…-murmuró su nombre, bajo su rostro con vergüenza.

La nombrada se acercó a ella con pasos rápidos, juntó sus labios en un inesperado beso que dejó a sus dos compañeros de sesión y a las enfermeras que estaban viendo boquiabiertos.

Sus labios se movieron con seguridad sobre los de Rosé, quien respondió, y con mucho gusto, recorriendo los carnosos labios de su chica favorita con ganas.

Al separarse, había dejado de llorar.

-Ahora no querrás irte- murmuró Lisa, y claro que tenía razón.

Nota: hola…¿Les va gustando la historia? espero que sí, si es así por favor comenten!! 

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