into Amelia, no la zumba

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A/N: ¡Hola!, la verdad es que me quedé con ganas de continuar este fic, y la verdad, no se me ha ocurrido mejor momento que ahora, durante la cuarentena. No sé si os seguirá interesando, pero bueno, ahora que estoy escribiendo aquí, prefiero continuarlo en wattpad. Mis más sinceras disculpas por la tardanza, he pasado un tiempo que no me inspiraba nada, pero bueno, intentaré actualizar más rápido mientras que os siga interesando. 🧡 gracias por leer.

Lo voy a re-subir todo antes del nuevo capítulo, espero que os guste.

Uno.

El gimnasio de la plaza de los frutos

Luisita fumaba demasiado. Uno, dos, tres cigarrillos al día no era una mala oferta, pero el problema aparecía cuando una cajetilla no le duraba más de media semana y tenía a su madre mirándola con ojos de cordero degollado cada vez que sacaba el mechero del bolso. Y lo había intentado: Por activa, por pasiva, con chicles, parches, mordiendo bolis o mordiendo a su propia hermana de la angustia cada vez que le entraba el mono. Pero era imposible, siempre acababa cayendo en la tentación de pasar por el estanco, que, para colmo, había pocos en Madrid, y el remedio, acababa siendo peor que la enfermedad.

Por eso se había rendido, diciéndose a sí misma que de algo tendría que morirse, y en aquellos instantes, atravesaba el salón con un cigarrillo entre sus dedos, —apagado—, y el pelo alborotado de dar vueltas en la cama.

— ¿Ya vas a empezar? —. Ni siquiera un: buenos días, Luisita o un: ¿Qué tal has dormido, Luisi?, Absolutamente nada. Su hermana María la saludó con la pregunta del mes y el estridente ruido de la batidora que parecía tener entre manos algo para nada apetecible.

— Bueno, María, no todos podemos hacerlo a la primera como tú. — Contestó la rubia con amargura mientras que arrugaba la nariz al ver como su hermana vertía un extraño líquido de color verde sobre un vaso de cristal. — ¿Se puede saber a quién vas a envenenar con eso? — Preguntó, en una fina línea entre la ironía y la verdad: Por la tonalidad y los grumitos que tenía aquella bebida Luisi estaba casi segura que un mísero sorbo podría llegar a matarla.

— Caramba, Luisi, qué exagerada eres. — María rodó los ojos y miró la extraña mezcla tratando de disimular la cara de pocos amigos que el aspecto le producía. — ¿Tú no te has leído la Cosmopolitan?, pues cariño, esto es lo último.

— ¿Lo último de qué? — Preguntó la rubia tratando de entender a su hermana, la cual acabó suspirando frustrada.

— Pues de todo, Luisi, de todo, caramba. — Respondió María ya un poco cansada de las preguntas de su hermana.

— Bueno, pues, bébetelo, ¿No? — Insinuó la rubia, esta vez con cierta picardía mientras terminaba por encenderse el cigarrillo y le daba una calada.

— En eso estoy. — María miró al fondo del vaso una vez más. Brócoli, ¡Pero si ella odiaba el brócoli!, y encima acelgas... además, eso olía fatal... Finalmente, se llevó la taza a la boca para mojarse los labios con sutileza. — Hmmm, riquísimo. — Se atragantó a decir. A rayos. A rayos sabía aquella mierda. Por dentro, María maldijo a la cosmo y a todos y cada uno de sus editores mientras con una sonrisa por fuera, dejaba la taza sobre la encimera y se iba muy campante a por el resto de sus cosas. — Bueno, pues el resto para después de la clase. — Sentenció como si nada. Luisita la miró con intenciones y negó con la cabeza mientras que dejaba caer la ceniza sobre el cenicero.

— Pero tápalo, que se le van las vitaminas...— Se burló Luisita mientras miraba a la pobre y desamparada bebida que, definitivamente, nadie en aquella casa, se iba a beber.

into Amelia, no la zumba | LuimeliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora