Capítulo 13.

3.8K 582 75
                                    

Recuerden que ayer hubo actualización, les aviso para que no lean este saltándose el anterior.

El día siguiente, lunes, Vicente se la pasó aún más distraído en su trabajo. Ni siquiera había ido por su auto el domingo, así que tuvo que irse en taxi y pasar por el vehículo después del trabajo. Germán bromeaba continuamente, diciéndole que los extraterrestres le robaron su cerebro pero ni siquiera tenía ánimos para contestar las insultantes bromas. Desde antes de llegar a la mansión, pensó con decisión en arrancar de raíz las intenciones de Valeria y terminar de una vez con esas insólitas circunstancias, pero sus planes se fueron a caño al llegar a la mansión, entrar a su oficina y ver a la hermosa castaña sentada en su silla de escritorio rodante, con las piernas cruzadas y usando un sensual y elegante vestido rojo. Aunque era impropio usar un vestido de noche a esas horas, no pudo evitar pensar en lo atractiva que se veía.

—¿Qué haces aquí?

—Sabía que más o menos llegarías a esta hora —sonrió con sus carnosos labios pintados de carmín.

Vicente, sin dejar de verla, colocó su portafolio en el suelo y trató de recordar, sin mucho éxito, todo lo que había planeado decirle.

—Mira, tú no tienes nada que estar haciendo aquí pero ya que estás, tengo que decirte que...

—¿Qué? —Lo interrumpió y caminó hacia él con paso lento.

—Que... —Comenzó a alejarse un poco. Sus nervios aumentaban cada vez más y era muy notorio, pues empezó a desviar su mirada hacia uno de los archiveros, a juguetear con los botones de su camisa, a tratar de zafarse la corbata y a respirar con pesadez. Aunque Valeria representaba todo lo que no le gustaba en una mujer que veía como pareja, su corazón palpitaba rápidamente y no podía evitarlo por más que quisiera.

—No estés nervioso. —Se acercó aún más y rodeó su cuello con sus brazos—. Yo no muerdo... no mucho — sonrió con picardía.

—Tú estabas enamorada de otro chico, ¿cómo se llama? ¿Dylan? ¿Diego? —dijo, tratando de alejarla en vano.

—Exactamente, estaba —recalcó—, tiempo pasado. Pero ese traidor ya no me importa.

—¿Y tratas de olvidarlo jugando conmigo? —Frunció el entrecejo mientras se hacía para atrás. Sin darse cuenta terminó chocando contra la pared. Estaba acorralado, literalmente.

—He dicho que Diego ya no me importa, tú no tienes que ver él... pero he de decirte que has sido muy simpático y amable conmigo. —Se pegó aún más a su cuerpo—. Siempre me has parecido lindo —mintió. En seguida se relamió los labios y le susurró—. ¿Ya te he dicho que me encantan tus ojos?

Vicente comenzó a sudar, ¿por qué tenía que pasarle eso a él? Se sentía entre la espada y la pared. Perversa Valeria que conseguía ser su espada, y no cualquiera, sino una muy filosa.

—Quítate —ordenó en su intento desesperado por alejarla de allí.

—Está bien, pero antes necesito que me respondas algo.

—¿Qué quieres saber?

—¿Te gusto?

Vicente se quedó callado unos segundos.

—No —respondió finalmente.

—¿Seguro?

—Sí.

Valeria negó con la cabeza y Vicente notó que en ningún momento dejó de sonreír.

—Mentiroso —canturreó—. Yo sé que te gusto, tanto como tú a mí.

¿Amor o codicia? ©  |Completa|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora