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Yeosang se ausentó en todas las clases que prosiguieron, y esto preocupó a Seonghwa. Eso podía significar dos cosas; que él está junto a Ryujin jugando a ser novios, o ella lo rechazó y se encuentra llorando en alguna parte de la escuela. Aunque, viendo la situación y siendo más razonable, lo segundo es mucho más probable que haya pasado y Yeosang no quería ver al resto. A veces Yeosang le parecía un tonto a Seonghwa a la hora de estar con chicas, su enamoramiento no solía durar, y mucho menos sus relaciones. Nunca era enserio, y cuando lo rechazaban, hacía el drama más grande de la historia. A pesar de esto, siempre lograban romperle el corazón, y lo único que podía hacer Seonghwa era consolarlo, cuando lo que quiere en realidad es arrancarles a todas esas zorras sus pestañas postizas.

La lluvia no se había disipado en toda la mañana, y desafortunadamente el autobús escolar que los deja en sus respectivos hogares se descompuso antes de eso, por lo que debían volver a pie. Esto realmente no le preocupaba tanto a Seong como encontrar a su amigo. Tan sólo le bastó escuchar algún tipo de llanto en los cubículos del baño para encontrarlo. Suspiró levemente, apoyándose en la puerta.

—Yeosang, tenemos que irnos.

—Adelántate, iré caminando—le respondió con su dulce voz.

—No te dejaré ir solo—Yeosang no respondió—. Abre la puerta, Yeo.

Yeosang lo pensó por tres largos segundos, y abrió el cerrojo con delicadeza. Ni siquiera se molesto en secarse las lágrimas, se le hizo imposible que pararan de caer de sus ojitos rojos e hinchados. No temió a que Seonghwa le dijera algo, ya lo ha visto en esa situación un millón de veces, así que se remojó un poco el rostro y le mostró una leve sonrisa en señal de que podían irse. No obstante, los brazos de Seong lo tomaron en un abrazo repentino, dejando que Yeosang pudiera hundir su nariz en el cuello de su amigo, olfateando su respectivo aroma. Giró su rostro hacia el espejo de aquel baño vacío, observando aquel acto desde otra perspectiva. Podía notarse la diferencia de altura, y lo bien que se veían juntos. Ahora entendía por qué todos lo decían. Siempre notó lo grande que era él a su lado, y deseó tantas veces ser igual de alto que él, pero ahora al verlo se sentía tan acogedor. Yeosang se sentía protegido.

No lloró, ni pensaba volver a llorar en presencia de su amigo. No quería ponerlo de mal humor de nuevo.

—Si todo lo que querías era tener a alguien para pasar San Valentín, me hubieses dicho—soltó sin pensar Seong, haciendo que el contrario se sintiera acalorado—. No dejaré que te sientas solo hoy.

—¿Qué...?

Seong lo soltó un poco de su agarre. No sabía qué estaba haciendo, pero era sin duda divertido.

—Claro, debo ser un poco más formal—sonrió, para luego tomar su mano—¿Quieres ser mi San Valentín?

Yeosang lo miró atónito, sin saber qué decir. Ese brillo en sus ojos y aquella sonrisa tan dulce jamás había visto en Seonghwa, por lo cual no sabía si se sentía anonadado por la pregunta o por lo lindo que se veía.

Yeosang volvió a sollozar. Seong comenzó a desesperarse, confundido.

—Eres el mejor amigo del mundo—dijo entre sollozos.

Seonghwa prefirió no hacerle caso a aquel título que Yeosang le designaba.

—Vamos—lo rodeó por encima de los hombros, llevándolo a la salida—. ¿Qué quieres hacer primero?

—Espera—lo paró en seco—, debo ir por mi mochila.

—Tranquilo, aquí la tengo—la levantó al aire.

—Eres mi héroe—Yeosang sonrió, y Seonghwa le devolvió el gesto.

La lluvia llegó a su fin como por arte de magia, pero aún no tenían nada en mente. Seonghwa no tuvo tiempo de detenerse a pensar en eso. Pero al menor se le ocurrió un plan mejor. Cualquier cosa, por más sencilla que sea, será especial porque estaría con Seonghwa. A lo mejor conocería sus cualidades románticas y delicadas, o le obligaría a serlo.

Yeosang lo dirigió a su casa, sin darle explicaciones de su plan. Al llegar le pidió que esperase en la cocina, sin interrumpirlo. Así lo hizo, y veinte minutos más tarde, Yeosang ya estaba de vuelta. Intentó de puntitas taparle los ojos para que no espiara, y lo introdujo a su habitación. Confeccionó una decoración rosa y roja, con luces de LED a oscuras y una mesita con dulces. Sin dudas era mejor que ir al cine o a un parque de atracciones. Seonghwa lo creía así también.

—Woah—dijo observando a su alrededor—, sí que te has preparado.

Yeo golpeó levemente su brazo, algo ruborizado.

—Ya tenía estas cosas.

Pero estar sin hacer nada no era el plan principal, sino pasar la tarde entera viendo películas de terror juntos. Tener a Yeosang en la misma cama no siempre fue del todo lindo para Seonghwa, puesto que no se sabía cuándo iba a atacar con su misil de ternura. Sin embargo, esta vez se sintió más intranquilo de lo normal, puesto que estaba siendo más afectuoso que nunca. Incluso tomó su mano durante toda la película y no la soltó hasta terminar. Cuando una llegaba a su fin, paraban para beber o llenar sus estómagos de dulces y luego seguían con algún dorama.

—Estoy cansado de ver, mejor hagamos otra cosa—dijo Yeosang.

—¿Qué quieres hacer?

Yeosang pensó un momento, pero no tenía nada en mente. De repente recordó haber guardado aquellos bombones para Ryujin en su mochila, y se apresuró a sacar la caja, extendiéndola hacia Seong.

—Para ti.

Como fue de esperarse, Seonghwa estaba a punto de tener algún tipo de ataque al corazón o sufrir un colapso, pero intentó estar tranquilo y tomar su regalo.

—Se supone que yo debía regalarte cosas hoy—dijo apenado.

—No te preocupes por eso—sonrió.

Seonghwa observó la caja, y se dio cuenta de que era aquella que contenía propuestas detrás de cada bombón. Sonrió algo contento, pensando si decírselo a Yeosang o no sobre el juego. Pero sería divertido, así que lo hizo. Esto puso nervioso al menor.

El de cabellos negros tomó un dulce y leyó su parte trasera.

—¿Qué dice?

Sonrió, intentando no entrar en pánico. Yeosang no querría.

—No importa.

My valentine. •.¸♡SeongSang.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora