Se oscuro

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Mansión de Rubén
10:00 a.m.

Violetta despertó aquella mañana gracias al sol que entraba por una de las ventanas de su habitación. Se notaba que aquel sería un día precioso. Notó a Coringa echado sobre una alfombra durmiendo tranquilamente, por lo que le dio una caricia. Se dio una ducha relajante y se vistió, esta vez con unos shorts negros y una sudadera blanca.

Al verse en el espejo no pudo evitar pensar que se parecía mucho a su padre, vamos, solo le faltaba la máscara de oso.

Bajó hacia el comedor en busca de su padre, quería ver si tenía más máscaras de osos en la casa.

-¡Papá! Tengo una pregunta...

Pero Rubén no estaba ahí. El sonido de un cerdo le llamó la atención. Era Juan Carlos III tercero.

-¿Sabes dónde está mi padre?

El cerdo la ignoró y subió hacia la habitación del castaño, pero la joven decidió seguirlo.

Encontró una nota en la cama.

Vi:

Salí esta mañana al pueblo con los muchachos, espero no tardar mucho. Por favor ten cuidado, espero que no te aburras mucho.

Te ama, papá.

-Vaya, realmente sabías dónde estaba mi padre. Gracias, Juan Carlos.

El cerdo hizo un sonido como respuesta, para luego disponerse a dormir ahí. La castaña decidió investigar la habitación de su padre en busca de la máscara que ella quería, ¡debía tener más de una!

En los cofres: nada. Armarios: nada. Guardarropas: nada, sólo su ropa.

Pero entonces tuvo una idea. Violetta sabía de la antigua casa del castaño, aquella cabaña de madera frente a un pequeño río. A lo mejor ahí tendría suerte. Vio la hora en el reloj de la habitación, tendría tiempo para hacerse una escapada rápida a aquella cabaña.

Tomó lo necesario para salir, se envolvió en su capa color celeste y se tomó una de las pociones para cambiar su ojo de color, ya saben, por si acaso.

Caminó por Karmaland con sumo cuidado de no cruzarse a nadie, pero realmente el lugar parecía vacío.

Su móvil sonó: un mensaje de Erick.

Adivina con quién estoy minando, ¡con mis padres y sus compañeros! Incluso tu padre nos hace compañía. Bueno, tus dos padres.

Violetta miraba la pantalla incrédula, pero ahora sabía que su padre estaba bien entretenido, estaba segura que se tirarían horas en ese hueco.

Al acercarse a los terrenos de la propiedad de su padre las torretas la reconocieron, por lo que no se activaron. El escáner de retina la aceptó y le dio acceso a la casa, sorprendiendo gratamente a la chica. Asumía que era por ser hija del dueño de casa, eso o su increíble parecido. Como sea, eso no importaba, ya que la castaña ya estaba husmeando por aquel lugar. Había estado muy pocas veces ahí y habían sido hace años.

Fue hasta donde estaba el viejo cuarto de su padre y buscó allí. Lotería: en uno de los cofres había un par de máscaras de osos como la de su padre. Tomó una y se la probó.

𝗜𝗻 𝘆𝗼𝘂𝗿 𝗲𝘆𝗲𝘀 [𝗥𝘂𝗯𝗲𝗴𝗲𝘁𝘁𝗮]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora