Capítulo 1

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Siento un sonido asquerosamente molesto que penetra en mis delicados oídos, me volteo en mi cama y cubro mis oídos con la almohada, pero ese infernal sonido continua. Es la tercera vez que me despierto por su causa, muerdo mi lengua para no gritar. Me levanto irritada y abro mi puerta de un tirón, camino enfadada por el pasillo hasta llegar a la maldita habitación de donde salía el ruido, entro sin avisar y ¿cómo no? Ahí se encuentra mi hermano con su pandilla de amigos, o pendejos como prefería llamarles. Mi hermano, estudia música, apenas está en primer año y ya se cree un artista y eso lo demuestran los infernales ensayos a las ocho de la mañana con su “Grupo musical” … imbéciles. Pongo los ojos en blanco ante ese pensamiento.
- ¿Se puede saber que haces? ¿Acaso mamá no te enseño a tocar a la puerta antes de entrar?
- Oh, si que me lo enseñó … también recuerdo que nos enseñó a respetar el sueño ajeno – esto último se lo grito
- Perdón, ¿te molestamos? – dijo poniendo cara de no haber matado a una mosca lo que hizo que me molestara más aún.
- Largo – susurré – me miraron con confusión los tres imbéciles – ¿que no habéis entendido? – dije alzando mi voz – ¡he dicho que os larguéis de mi casa! – miré como los dos amigos de mi hermano recogían sus cosas rápidamente y pasaban por mi lado.
- ¿Como te atreves? Es tanto tu casa como mía … ¡Se lo diré a mamá!
- ¡Huy, que madurez! – lo chinche
- ¡Mamá!
Se preguntarán ¿Qué edad tiene el quejica de Benjamín? Tiene el físico de un chico de 15, pero la edad mental de uno de 7. ¿Qué por que sus amigos me obedecieron? Muy sencillo, porque soy la mayor. Me llamo Kate, tengo 18 años y bueno … esta es mi historia. Salgo de mis pensamientos al escuchar a mi madre gritar mi nombre desde la parte inferior de la casa y sonrío mientras me dedico a bajar las escaleras.
- Buenos días mamita – me le acerco y le deposito un beso en la mejilla antes de que prosiga con el regaño, se que eso le encanta. ¿Qué si soy mentalista? Todas las mujeres lo somos
- Buen día hijita – me sonríe. Noto a Ben ya sentado a la mesa cuando carraspea y mira a mi mamá, yo simplemente ruedo mis ojos.
- Kate, no puedes echar, así como así a los amigos de tu hermano. Me muerdo el labio y bajo la mirada como si de veras lo sintiera.
- Jo, mamá. Lo siento, pero es que de verdad necesitaba descansar y ellos me lo prohibieron. Los dos últimos meses no he protestado que ellos ensayaran los domingos a las ocho, pero ya sabes, comienzo mañana la universidad y necesitaba de veras dormir. – mi mamá puso una mirada comprensiva y supe al instante que había ganado este asalto. – se que la manera en la que los eché no fue la correcta y me arrepiento.
- Tu hermana tiene razón Ben – se giró mi mamá hacia él y yo sonreí cuando ya no me veía – debes coger otra hora para ensayar.
- Pero mamá – iba Ben a protestar, cosa que no le permití. Había ganado este asalto y también ganaría la guerra.
- Sabes Ben, lo mejor seria que buscaras otro sitio para ensayar – mi mamá me lanzó una mirada que decía <eso no te lo voy a permitir> a la que yo le conteste – Mamá, piénsalo, ¡comienzo la universidad! Eso no es un juego, voy a tener que estudiar bastante y ¿cómo quieres que estudie con ellos haciendo ruido en la habitación de al lado? No le estoy pidiendo que haga un sacrificio, ellos son tres en la banda, o sea tres casas, yo soy una y el título es personal, solo le pido que mueva los ensayos a otra casa. - Mi madre se quedó pensativa hasta que habló.
- Tu hermana tiene su punto. Hablaré con la madre de tu amigo Max para que ensayen en su casa. Fin del debate.
Sonreí victoriosa por lo que Ben me lanzó una mirada asesina, pero la ignoré, nada arruinaría mi felicidad.
- ¿Dónde está papá? – pregunté al no ver que bajaba para desayunar con nosotros.
- Lo llamaron temprano del taller y tuvo que irse.
- ¿Un domingo? Jolines ya no le dejan ni descansar en su día de descanso.
- Irónico – dijimos Ben y yo a la par, por lo que nos miramos y nos sonreímos.
A pesar de esta discusión mañanera mi relación con mi hermano era buena. Nos queríamos y nos cuidábamos mutuamente, aunque como en toda familia a veces nos enfadábamos y nos enfrentamos de una manera que pareciera que nuestra vida dependiera de eso. Terminé de comer los huevos con tocino que mi mamá había preparado como americanos que somos desayunamos estas cosas que nos dejan con hambre. Me levanté de la mesa y subí a mi cuarto. Me lancé a la cama y estiré mi mano hacia la mesita de noche que se encontraba al lado de mi cama para alcanzar mi teléfono. Abrí el WhatsApp y comencé a escribir en el grupo que tenia con mis dos amigas de la vida. Les di los buenos días y al ver que ambas contestaron no lo pensé y les dije de quedar a las 9:30 en Fruit Juices a lo que encantadas aceptaron. Cerré mi teléfono, me levanté de mi cama, agarré mi toalla y me dirigí al baño del pasillo. Mi casa era una casa normal, tres cuartos, dos baños, en el piso de arriba y la sala de estar, el comedor y la cocina, en el piso de abajo, nada extravagante, mi familia no era rica ni de cerca, pero no nos faltaba nada y vivimos felices. Coloqué el pestillo en la puerta del baño, ya que lo compartía con mi hermano y a veces él solo andaba en el despiste. Terminada de asearme me envolví en la bata que tenia en el baño y volví a mi cuarto. Me puse unos jeans negros, una blusa celeste que tenia escrito la palabra Sweet en el parte del pecho y unos Converses negros. Me miré al espejo y arrugué mi nariz al ver mi pelo, me acerque a la cómoda, tome el cepillo y lo desenrede, volví a mirarme al espejo y asentí, estaba sencilla como me gustaba. Tomé mis gafas para ver, de pasta negra y grandes y me las coloqué. No me importa llevarlas, no soy como el resto de personas de mi edad que usan lentillas, considero eso un gasto innecesario para mis padres. Físicamente no era fea, no me malinterpretéis, no soy algo exuberante, pero tampoco era fea. Mi cabello es rubio, casi platinado y ante de que penséis que es teñido les aclaro que es natural, mi cabello es así desde que nací. Mis ojos escondidos detrás de las gafas eran del mismo color que mi blusa, ojos celestes y mis labios eran de un rojo también natural. Baje las escaleras por segunda vez en el día y le dije a mi mamá donde estaría. Caminé hasta el lugar iba con tiempo y quedaba cerca. Fui la primera al llegar como siempre. Me senté en una mesa que quedaba justa al lado de la ventana de virio que daba hacia el exterior donde se encontraba en parqueo. Me fijé en un auto que no había notado al entrar.
- Lindo – murmuré. Estaba decidiendo de que marca era cuando llegaron mis amigas.
- ¿Llevas esperando mucho? – Preguntó Lía. Ella era la bravucona de nosotras, no se lo pensaba dos veces antes de meterse en una pelea, contaba con una fuerza extraordinaria, quien no la conociera la subestimaría al verla tan delgada. Pero su personalidad era igual que su cabello, puro fuego y rebeldía y sí, su cabello era rojo fuego y sangre, natural y lleno de rulos que no se molestaba en domar. Sus ojos eran entre azules y verdes, dependía de su humor. – ¡Alguien … no se decidía en que ponerse! – exclamó mirando a Lisa. Lisa, completaba nuestro grupo, ella simplemente era la princesita mimada de nosotras. Su cabello era dorado, ¡sí! Dorado, también natural, a diferencia del mío lleno de ondas y a mitad de espalda y del de Lía lleno de rulos y por un poco más debajo de la mitad de espalda, el de Lisa era lacio y lo llevaba por debajo de los glúteos, la niña era inmune al calor, siempre lo llevaba suelto. Sus ojos eran dos esmeraldas y eran enormes, amaba ir de compras y probarse zapatos.
- Perdonen – se disculpó Lisa sin sentirlo – pero saben que siempre tengo un dilema con la ropa – Lía y yo reímos, era imposible no hacerlo con ella.
Pedimos nuestros licuados y hablamos de cosas banales. Las tres ingresamos a la misma universidad. La Universidad de Columbia, aquí en nuestro queridísimo New York, obviamente para nuestras familias es imposible pagar esa universidad, por lo cual ingresamos por becas, académicas en el caso de Lisa y yo, y una beca deportiva en el caso de Lía que desde que nació ha practicado natación y tiro con arco. No estamos en las mismas carreras, pero por lo menos en la misma universidad sí. Lía, estudia derecho, es buena implantando justicia con sus puños es hora que aprenda a implantarla de una manera más civilizada, Lisa estudia Arquitectura y Diseño, la princesita tiene que invertir su talento y creatividad en algo más que seleccionar el diseño de interior de su cuarto y bueno yo … estudio Ingeniería en Marketing y la verdad exactamente no sé porque la estudio, creo que la razón principal es por lo bien que se paga una vez graduada. Siento un golpe en mi frente y salgo de mis pensamientos.
- ¿Has escuchado lo que he dicho durante los diez últimos minutos? – pregunta ofendida Lisa
- ¡Si!
- ¿Entonces qué opinas? – miro a Lía pidiéndole ayuda con la mirada, ella desvía la suya disimuladamente hacia la mesa de al lado, vuelve a mirarme, y regresa la mirada hacia la mesa continua. Creo que me está indicando de lo que Lisa hablaba. Sigo la mirada de Lía hasta la mesa señalada y veo a un chico sentado a la mesa. Es rubio y de ojos azules y muy profundos, es guapo, por lo que supongo que él es el tema de conversación.
- Es guapo – respondo con simpleza
- ¿Es guapo? – pregunta Lisa y asiento -  ¿Acaso estás ciega? ¡Es guapísimo! – gritó y todas las personas del local giraron a verla incluido el guapísimo
- ¡Lisa! – la regañó Lía y Lisa se sonrojó un poco lo siguiente que dijo gracias a dios lo expresó tan bajito que solo nosotras lo escuchamos.
- Él se salva de que no soy segundo plato de nadie. Lo que daría por que en vez de habérsete quedado mirando a ti, me hubiera mirado a mí.
- ¿Él me miró? – pregunté asombrada
- ¿No te diste cuenta? – respondió Lía con más asombro – el chico no pudo despegar la mirada de ti durante diez minutos y en serio no lo notaste? – me sonroje por lo dicho.
Las tres desviamos la mirada hacia la puerta de entrada al sentir la campanilla que indicaba que se había abierto. Entraba una de esas chicas que parecen super modelos, demasiado maquillaje y unos taconazos de infarto. Saludó con un beso en la boca al “guapísimo” y yo mire a Lisa con cara burlona.
- ¡Que! – soltó de pronto con mal humor – Sí, ya me di cuenta que no era segundo plato, sino tercero – dijo burlona. Ella era medio bipolar, un instante estaba molesta y al otro era la alegría en persona
Soltamos una carcajada que llamó la atención nuevamente de todo el local. La “Top Model” nos miró con mala cara, sin embargo, el chico sonrió casi imperceptiblemente mientras me miraba, desvié la mirada y tomé un poco de mi licuado. Al despedirnos las chicas frente al local del que acabábamos de salir, acordamos que Lía nos pasaría a buscar en su auto a todas para ir a la universidad. Antes de irme note que el coche en el que me había fijado cuando esperaba por las chicas seguía ahí en el parqueo, pero no estaba de ánimos para seguir analizándolo, mañana sería un día bastante largo. Suspiré ruidosamente y me encaminé a mi casa.

Will
Observé discretamente a través del vidrio como se alejaba la chica platinada que antes había ocupado la mesa de al lado con sus dos amigas. La observo, no porque me pareciera guapa, cosa que es, pero no es el motivo principal < si claro, miéntete>, es que me tengo que entretener en algo hasta que la cansina de mi novia pare de hablar de todas las cosas que se compró, y bueno, el caminar de la platinada me pareció < ¿sexy? > ¡No! Cállate estúpida mente. Decía que me pareció interesante nada más.
- Y por último un bolso de Channel – escuché que concluía Nadia
- Vaya … eso fue una compra productiva sin dudas – dije la frase que siempre tengo pensada de antemano cuando sé que me va a hablar de sus compras. Sonrió de oreja a oreja, un milagro que lo haga, conociéndola si supiera del mito de que eso forma arrugas no sonriera más de esa forma.
- Sabía que lo entenderías y valorarías. ¿Mañana pasas por mi para ir juntitos a la uni? – no sé porque lo pregunta, desde que nos hicimos novios en nuestro primer año de la universidad siempre la he ido a buscar y no es porque esté enamorado de ella. ¡No! Jamás lo he estado, incluso a veces me he llegado a preguntar si la chica que tengo como novia me ha gustado alguna vez, es simple y sencillamente que tanto como nuestra relación y el llegar juntos es lo que se esperan nuestros compañeros, solo por ser ella la capitana de las animadoras y yo el capitán del equipo de futbol. No vayan a pensar que estamos solo por simple cliché. La verdad es que ella y yo nos conocemos desde siempre, no es que hayamos sido super amigos, pero si compañeros de aula, y bueno cuando entramos a la universidad ella se me confesó y obviamente puedo ver que era y es una chica bellísima y creía que el amor surgiría con el tiempo, claramente me equivoqué y ahora solo estoy con ella por simple comodidad, no me da problemas, sirve de excusa para las chicas que me persiguen y ¡vale! También hay buen sexo de por medio y ¿a cambio? Yo solo tengo que fingir que la escucho cuando habla. Noto que ella se termina de tomar lo que pidió, le pregunto si quiere algo más y ella niega con una mirada llena de horror y sé que está pensando en las calorías. Me levanto un poco del asiento y saco mi billetera del bolcillo trasero de mi pantalón, dejo suficiente dinero como para pagar la cuenta y que la chica se lleve una buena propina a casa. Nadia se levanta y se dirige al exterior del local. Nos dirigimos a mi auto y ella me hace poner el techo a mi hermoso descapotable solo porque no quiere arruinarse el peinado. La dejo en la puerta de su casa y le dije que pasare por ella a la 7:00 de la mañana. En realidad, pasare por ella a las y media, pero la conozco y siempre llegamos tarde por su causa, así que de un tiempo para acá he tenido la costumbre de decirle la hora con media hora de retraso, para que cuando yo llegue ella este acabando de arreglarse. Regreso por donde vine, porque vivo contrario a ella y desvío la mirada de la carretera al ver caminando por la acera derecha a la platinada y sin darme cuenta sonrío, pero continuo mi camino. Algo me dice que ella y yo nos volveremos a ver.

Hola, soy yo la escritora. La idea para esta historia me surgió de la nada, es uno de estos momentos en los que te quedas en blanco y de pronto pestañeas con una grandiosa idea en la mente, pues así surgió esta. Díganme si les gusta y si debería continuarla. Besos, Sunshine

Mecánica del corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora