Restricciones

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Me acuesto en mi habitación y ya voy sintiendo la resaca en mi cuerpo, no contesto la llamada y voy al baño a vomitar.
En eso mi papá toca mi puerta gritandome, regañandome el porque no le avisé que llegaba. No puede verme en este estado.
—Summer, ¿estuviste bebiendo?—exclama mientras toca desesperadamente la puerta del baño
—No papá, yo no bebo como tú, ni ando con cualquiera como tú
Mi padre me sigue gritando y finalmente se va de la habitación dejandome en paz.
Me siento en mi cama y veo que tengo 6 llamadas perdidas de un número desconocido.
Vuelvo a llamar a su número y no contesta. Así que me quedo dormida
Al despertarme me siento en la cocina y llega mi papa con la cara más seria que tuvo en su vida
—Necesitamos hablar.—
—Claro dime.—con tono desinteresado.
—Revisé tu telefono, y no puedo creer lo mentirosa y astuta que eres. Te llevas hablando con un tipo por dos años. Dime, ¿es tu novio?—se le notaba decepcionado—
—¿Algún dia vas a entender que tengo 18 años, y que ya puedo hacer mi vida sin tus restricciones tontas?—
Escucho desde el telefono de mi papa como le llegaban un montón de mensajes.
—Vamos, contesta, tu novia te necesita, que por cierto tú tampoco me contaste de su existencia.—
Voy hacia mi cuarto y recojo mis cosas, ropa y demás, no quería pasar la noche en esta casa, me dirijo hacia lo de Dylan, prendo mi carro y veo como mi papa se me queda viendo con la cara roja como un tomate.
Llego a su casa y le toco la puerta secandome las lágrimas de la cara.
—¿Summer?—Dylan confundido pregunta mientras abre la puerta.
Me arrojé hacia sus brazos y nos besamos. Quería hacerle el amor, le quité su camisa y lo fui besando lentamente. Él me paró, me arrojó hacia el sillón y se me puso encima sin apretarme.
—Te amo Summer.
Me quedé perdida en su mirada. Él no era de decirme ese tipo de cosas, y no sé si yo era capaz de decirselo a él, por algún motivo.
—¿Summer?—me sonríe y luego se le borra la sonrisa—
—¿Que pasa?—Me río.
—Nada...—Se levanta y se pone la camisa—
—Oye Dylan, no quería molestarte viniendo hasta tu casa, yo...
—No es eso, es que estoy cansado.—suelta una risita falsa—
Me da un beso en la mejilla y va hacia su habitación, se acuesta en su cama, me pongo al lado de él, estando él de espaldas a mi, lo abrazo y nos quedamos dormidos.

Triangulo AmorosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora