𝐓𝐞𝐥𝐥 𝐦𝐞 𝐥𝐢𝐞𝐬, 𝐛𝐚𝐛𝐲 - Sprousehart

𝗢𝗻𝗲: 𝗛𝗼𝗺𝗲?

Lili

Toda mi vida ha sido una pesadilla, mis padres murieron cuando yo tenia 10 años, y a mis hermanas y a mí nos enviaron a distintos orfanatos.
Estuve con muchas familias temporales, nunca me adoptaron. Al cumplir los 18 el gobierno ya no se haría cargo de mi así que no sabía que sería de mí.

Hace unos meses, una pareja muy amable, los Adams, se habían ofrecido a cuidarme hasta que fuera mayor de edad. Todo con ellos era genial.

Un día volviendo de la escuela unos hombres se acercaron a mí y me metieron en una camioneta negra.

Así que es como llegamos a la actualidad, yo esposada junto con otras chicas en un cuarto oscuro y extremadamente diminuto.

No tenía idea que era este lugar. Todas estábamos muy asustadas, además de estar vestidas con lencería que dejaba ver más de lo que se debería.

Junto a mí había una chica pelirroja, estaba más asustada que yo, sus manos temblaban y tenía algunos espasmos.

Lo que más asustaba eran los tipos que me trajeron aquí. Probablemente los mismos que habían traído a todas.

—Escuchen jovencitas, pasarán a una sala, esa será su salida de este lugar. Compórtense si no quieren quedarse aquí —entró uno de los hombres que daban miedo.

—¿Q-qué nos harán? —se atrevió a preguntar una chica de cabello negro, ella había sido la única que se comportó amablemente conmigo desde que llegué.

—A una belleza como tú... —levantó la barbilla de la chica con sus asquerosas manos—. De todo, preciosa.

—Púdrete —le escupió el rostro. Era lo único que podía hacer ya que tenía esposas en manos y pies, como todas.

El tipo no tardó en reaccionar y la golpeó con fuerza en el abdomen, lo que hizo que cayera al suelo y se retorciera.

—¿Alguna otra rebelde? —ninguna contestó, la pelirroja al ver a la chica en el suelo se puso peor. Cuando el hombre se fue me acerqué a ella.

—Hola —me senté a su lado.

—H-hola —tembló ante mi cercanía.

—Soy Lili, ¿Cómo te llamas? —trataba de sonar lo más tranquila posible, no quería alterarla.

—S-soy... Madelaine—era la primera vez que me miraba a los ojos.

—Bien Madelaine, sé que estás asustada. Pero te prometo, que saldrás de aquí. No sé cómo, pero juro que lo harás ¿Si? —Ella asintió.

—Todas son unas imbéciles —habló una castaña—. Estamos aquí porque van vendernos, nos venderán a personas asquerosamente ricas , nos violarán de las formas más horribles y nos desecharán. — Creo que todas sabíamos que algo malo nos pasaría, así que su comentario me pareció demasiado innecesario.
Volteé a ver a la chica de cabello oscuro, seguía retorciéndose en el suelo así que decidí acercarme a ella.

—¿Te duele mucho? —susurré tratando de no asustarla. Ella asintió con los ojos cerrados, conteniendo las lágrimas—. ¿Cómo te llamas?

—C-camila, ¿y tú?

—Soy Lili, ¿podría ver tu herida? —se quitó las manos de donde el tipo la había golpeado. Eso definitivamente dejaría un gran moretón.

Estaba mirando el abdomen de Cami para ver que no le haya quebrado nada cuando el tipo entró.

—Aww, ¿Se hicieron amiguitas? —se burló de nosotras.

—No es por nada, pero la herida que le hiciste dejará una marca —señalé a Cami con la cabeza—. ¿Y no quieres vender mercancía dañada, o si? —él rodó los ojos.